‘Vive como un mendigo, baila como un rey’: Ignatius Farray en estado puro
El libro autobiográfico de Ignatius Farray ya está a la venta, me lo he leído, y he escrito este artículo… a la orden del zeitgeist y a la altura de vuestra angustia.
Mi mejor amiga no soporta a Ignatius Farray
Mi mejor amiga se llama Alba Torres, y no soporta a Ignatius Farray. Y no por culpa del propio Ignatius, sino mía. La pobre Alba lleva los últimos 15 años escuchándome reproducir (mal) el grito sordo, exclamar «¡NIÑO!» azarosamente por la calle, y contar «lo de wikileaks, padre», hasta la saciedad.
Y es que el cómico canario no deja indiferente a nadie. A quien no le gusta no le gusta nada, y quienes lo amamos lo hacemos con una pasión afín a la que sentimos por nuestro grupo de música favorito, nuestro equipo deportivo, o incluso nuestra madre.
Vive Como un Mendigo, Baila como un Rey es el título del libro autobiográfico que ha sacado Ignatius el pasado día 6 de octubre (misma fecha del último estreno de un tal Arturo Pérez No Sé Qué). No es ninguna sorpresa que a mí me haya encantado. El objetivo de este artículo es explicar por qué.
En la era del “Tiktok” y el “Twitch”, los vídeos de no más de diez minutos en “YouTube”, y los tweet, hay personas a las que no les gusta un personaje como Ignatius Farray. Y es que Ignatius es una comida completa, con aperitivo, dos platos y postre, que no puede consumirse en 280 caracteres. Si solo leíste una frase suya en una red social, o si le viste apuñalar un sofá en un vídeo de “La Resistencia” de Movistar, no conoces a Ignatius Farray.
Ignatius Farray: ¿El mejor cómico entre los cómicos?
No lo digo desde el esnobismo. Eres dueñ@ absoluto de tus gustos y opiniones, no pasa nada. No eres ni más ni menos guay en función de la opinión que te merezca este cómico. Tan solo quiero expresar que a Ignatius no puede encasillársele en un eslogan, ni en una acción particular, ni en un programa de radio concreto o de televisión. Él es una persona con extraordinarias capacidades que vuelca en una vocación tan compleja y llena de aristas como es la comedia. Y de esto, en esencia, es de lo que va su libro.
Vive Como un Mendigo, Baila como un Rey nos habla de su infancia en Granadilla de Abona, en Tenerife, y de su recorrido hasta hoy en brazos de Shiva, deidad encargada de destruir y recrear el universo, pasando por Madrid, Londres, y de vuelta a Madrid. Y (aunque suene a topicazo) nos enseña su lado más humano, el del Juan Ignacio pensante (y sintiente) detrás de la pantomima de Ignatius.
No es un libro de risa, por así decirlo, en el que el lector se prodigue en carcajadas; pero está dominado por una honestidad y un candor que recuerda por momentos a Cosas que los Nietos Deberían Saber, de Mark Oliver Everett (no sé si aposta). A mí, particularmente, no me ha hecho reír, pero sí me ha sacado alguna que otra sonrisa, e incluso me ha hecho llorar un par de veces.
Ignatius tiene unas dotes innegables para el espectáculo, y una ética de trabajo envidiable. Además, se flipa y se odia en cantidades iguales, sabiéndose digno heredero de sus mentores sin perder de vista el abismo. Su profesión no es fácil, ni mucho menos. La comedia tiene la obligación de arriesgarse para no caer en el tópico o en el más profundo aburrimiento. Y hasta sus más fervientes detractores tendrán que admitir que Ignatius no tiene ni un pelo de aburrido.
En el libro se muestra vulnerable sin caer en la autocompasión ni por un momento. También habla de sus muchas influencias con la ilusión de quien no ha perdido el gusto por lo que hace y que no se olvida de quienes lo hicieron antes. Menciona, igualmente, episodios cruciales de su vida, manchándose las manos, pero sin salpicar de mierda a nadie. Esta amabilidad podría parecer forzada, conveniente. Pero si Juan Ignacio Delgado no es de veras un enorme oso de peluche, se merece nuestra admiración igual por mentir tan de puta madre.
Yo me creo a este Juan Ignacio, y después de leer su libro me gusta más que antes. Pero, en fin… mantengo lo que he dicho acerca de que cada cual es muy libre de opinar como guste.
En cuanto a la edición en sí misma, es muy llamativa. El libro es cómodo, y nada caro para ser una novedad y estar escrito por una (pseudo) celebrity. Del mismo modo, está lleno de material adicional (textos de otras personas que han trabajado y convivido con Ignatius, fotos, dibujos, e incluso fragmentos de notas y apuntes tomados a lo largo de los años por él). Solo le achacaría el exceso de color que, a mi gusto, le da aspecto de ser un libro de broma, cuando no lo es. Ah, y la brevedad también. Me hubiera gustado leer más.
Si estás en ERTE (como yo), Vive Como un Mendigo, Baila como un Rey se lee en un día, y si tienes vida, en dos o tres. En cualquier caso, no puedo recomendarlo suficiente.
No sé si Ignatius Farray será el mejor cómico del mundo actualmente, como indica David Broncano en su prólogo (regulero, la verdad, lo siento, David, I love you *just* the same), pero es, sin duda, uno de mis preferidos de siempre, y también el de muchas personas más. Gracias por haber compartido parte de tus memorias con nosotros, Juan Ignacio, y por ayudarnos a perder el miedo a fracasar (o por enseñarnos a fracasar mejor).
Quizá consiga que mi amiga Alba se lo lea. O que vea “El Fin de la Comedia”, al menos. En cualquier caso, yo seguiré dándole la turra con lo de wikileaks.
«Le dice la hija al padre»…