‘Una chica vuelve a casa sola de noche’: un grito por el amor perdido
Analizamos la película Una chica vuelve a casa sola de noche (A girl walk home alone at night, 2014) de Ana Lily Amirpour desde el punto de vista de la trama amorosa ya que, aunque es una película eminentemente feminista, la búsqueda del amor por partes de dos corazones rotos es el verdadero subtexto del film.
Una vampira recorre las calles de la ciudad iraní de Bad City. Es de noche y no hay nadie por la calle. Solo se escuchan las ruedas de su monopatín por el asfalto. De pronto, se encuentra a un chico. Es Halloween y va disfrazado de Drácula. Está drogado. La vampira ve que es una víctima perfecta y se lo lleva a casa a lomos de su monopatín robado.
Llegan a la casa de la vampira. Es una sola habitación decorada con pósters de música pop y una gran bola de disco. La vampira pone una canción indie de White Lies. Drácula mueve la bola de disco y luces pequeñitas empiezan a dar vueltas por toda la habitación.
La vampira siente cómo Drácula se acerca poco a poco tras su espalda. Ella se gira, los dos se miran durante un instante. Entonces, la vampira coge su cabeza y la echa hacia atrás. Observa su cuello sexy de James Dean y siente el deseo de morderlo. Finalmente, la vampira se arrepiente y deja descansar su cabeza sobre el pecho de este particular Drácula.
Corte A. Un globo en el cielo. Está bailando con alguien, una chica transexual vestida de vaquera que celebra algo. Una esperanza, una ilusión, ¿un nuevo amor, quizá?
Una chica vuelve a casa sola de noche: Vampiros, amor y esperanza
Esta secuencia ocurre alrededor de la mitad de la película Una chica vuelve a casa sola de noche de Ana Lily Amirpour, una historia, inconscientemente muy feminista, que narra la búsqueda del amor “in a hopeless place”. Nuestra protagonista (Sheila Vand), cuyo nombre nunca conocemos, es una joven que se alimenta de la sangre de hombres malvados: delincuentes, drogadictos, misóginos y vagabundos. Hace tiempo que tiene el corazón roto, cree que no merece ser amada y suple su falta de sentimientos con música pop de los 80.
El otro protagonista de esta historia de amor es Arash (Arash Marandi), un chico que trabaja de jardinero para una familia rica y que está harto de cuidar de su padre, adicto a las drogas desde la muerte de su madre. Arash está solo y con el corazón roto. Cuando es Halloween, va a una discoteca y se encuentra a la chica de la familia rica. Ella le convence de drogarse y, tras hacerlo, intenta ligar con ella, pero esta le rechaza. Segundos después, se encontrará con la vampira.
La vampira y Arash viven en Bad City, una ciudad, digna de cómic, que, como Sin City, es otro personaje en esta historia de amor desesperado. En Bad City los cadáveres se apilan a los lados, las plantas petrolíferas chupan la sangre del suelo, las mujeres se prostituyen, la gente LGTBQ+ vive marginada, los gánsters se aprovechan de los drogadictos y los niños van solos por la calle. Este paisaje desolador es donde Arash y la vampira se conocen.
Un “chica conoce a chico” poco convencional
Podríamos hablar de que la historia va sobre una feminista en contra de los hombres malos, incapaz de enamorarse de ellos (y de ella misma). Pero esto no es Promising young woman (aunque Fennell le haga un guiño), esto es una historia de dos personas que llevan mucho tiempo solos y que están muy “in the mood for love”. Es “una chica conoce a chico” pero en blanco y negro, con vampiros, vaqueros, música pop, recursos estilísticos del cómic, escrito en persa y con una fotografía brutal.
¿Por qué es una historia de amor principalmente? Porque la protagonista solo sueña con una cosa: que, al final del túnel, aparezca él y le dé su mano. La imagen del túnel, con él surgiendo a través de la luz blanca, aparece varias veces en el film, porque ese es el objetivo real de ella, salir de Bad City, dejar de vivir en la oscuridad, y volver a amar y ser amada.
¿Conseguirá nuestra prota su objetivo? Asomaos a Filmin y averiguadlo, merece mucho la pena.