El fenómeno Tradwife: el mito de la esposa perfecta en plena revolución feminista
La influencer Roro, señalada por liderar el fenómeno de las Tradwifes o Tradwives (esposas tradicionales) en España, asegura que el movimiento feminista no la comprende. Considera que no se está respetando su opción de vida que no es otra que la de abogar por el regreso de las mujeres a las tareas del hogar, reforzando las ideas de sumisión y cuidado que parecían desterradas. Pero aquí el tema no es Roro ni su novio Pablo.
La moda Tradwife: mucho más que un producto digital de éxito
En la época de los productos, Roro es un producto más que se sube a la ola del auge de ciertas tendencias retrógradas en una parte importante del público más joven. Roro Bueno está representada por la agencia de marketing madrileña Okiko Creatives, especializada en influencers de moda y estilo de vida, además de ser embajadora de distintas marcas.
Y todo eso está muy bien, nadie puede negar que estas lumbreras del marketing digital han creado un producto de éxito; aquí lo preocupante está en las ideas que Roro y esta agencia están difundiendo a un público extremadamente joven y permeable, sin ninguna cortapisa, amparándose en la supuesta inocencia de estos contenidos pasados por harina y huevo. En la actualidad, esta influencer de 22 años tiene más de 5 millones de seguidores en TikTok y casi 2 millones en Instagram, y su audiencia no para de crecer.
El encanto de la nostalgia: Tradwifes y la fantasía de los años 50
Es imposible ver a Roro y otras influencers similares sin acordarnos de la película The Stepford Wives (Las mujeres perfectas) dirigida por Frank Oz. El movimiento Tradwife que ha ido ganando popularidad en las plataformas sociales, describe a mujeres que abogan por un retorno a los roles de género tradicionales dentro del hogar, priorizando la maternidad, la sumisión al esposo y a las labores domésticas.
En Las mujeres perfectas, basada en la novela de Ira Levin, con una excepcional Nicole Kidman a la cabeza del reparto, las mujeres eran moldeadas para encajar en un ideal de esposa sumisa y “perfecta” a ojos de sus acomplejados maridos. Más recientemente, pudimos ver en el cine la película Don’t Worry Darling (No te preocupes, querida)de la directora y actriz Olivia Wilde, un intento de distopía feminista con una temática muy similar.
En un mundo donde el feminismo ha luchado durante décadas por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, las tradwifes emergen como una tendencia de masas que pretende hacer tambalear los cimientos sólidos de estos avances. Por tanto, es urgente analizar las implicaciones de este fenómeno y las fuerzas que lo impulsan.
Un modelo económico agotado (y agotador) y la tiranía del algoritmo
La presión constante por alcanzar el éxito social (muy ligado al éxito profesional y económico), especialmente en sociedades como la estadounidense en las que impera el capitalismo extremo, puede ser comprensible buscar vías de escape que nos hagan fijarnos en tiempos que son percibidos en el imaginario colectivo como más sencillos y estables.
De ahí que las tradwifes exploten esa nostalgia en redes sociales basada en que cualquier tiempo pasado fue mejor, promoviendo una idealización de la vida doméstica de los años 50, una época en la que los roles de género estaban claramente delimitados: el hombre era el proveedor que trabajaba fuera de casa y la mujer la cuidadora del hogar y la madre dedicada.
Tradwifes: vidas y mujeres perfectamente sumisas
A través de Instagram, YouTube y, especialmente, TikTok, las principales influencers de esta corriente en todo el mundo comparten imágenes de sus vidas aparentemente perfectas: cocinando, limpiando y criando hijos en hogares sacados de un catálogo de cocinas de diseño.
Como en la película de Kidman, estos vídeos cortos y enlazados gracias a los hábiles algoritmos que merman de forma consciente nuestra capacidad crítica basada en la comparación, presenta al público más joven unas vidas completamente falsas donde las mujeres son convertidas en autómatas sumisas, diseñadas para ser el epítome de la feminidad tradicional, eliminando cualquier rastro de ambición personal.
Aunque la película es una sátira, su mensaje resuena inquietantemente con la filosofía de las tradwifes, quienes idealizan un estilo de vida que, en su esencia, promueve la sumisión y la renuncia a la autonomía femenina. No olvidemos que Roro y su agencia lo están monetizando, pero las cientos o miles de chicas que suman esos roles “por voluntad propia”, no lo harán.
La inspiración de las Tradwifes españolas
Más allá de nuestras fronteras, la inglesa Alena Kate Pettitt, autora del libro Ladies Like Us, ha sido una de las figuras más destacadas de este movimiento en Europa. Pettitt defendía que las mujeres deberían encontrar su realización en la sumisión al esposo y en el trabajo doméstico, y sus seguidores la veían como una guía en un mundo que consideran excesivamente feminista y materialista.
Todo esto en pasado, ya que ella misma ha declarado recientemente a The New Yorker que estos valores que ella quería transmitir se han politizado hasta “convertirse en un monstruo en sí mismo”. Ahora mantiene la misma vida, pero se centra en subir contenidos a su blog. También en el mundo anglosajón, pero desde Estados Unidos, Estee Williams, con una estética muy Marilyn Monroe, muestra las bondades de ser una esposa tradicional, mientras muestra suculentos bizcochos.
Todas ellas, en sus contenidos de esposas ideales, omiten las luchas y limitaciones que muchas mujeres enfrentaron en el pasado, como la falta de acceso a la educación superior, la dependencia económica y la presión social por cumplir con expectativas rígidas y opresivas.
Las tradwifes y el feminismo: Un choque de valores
El feminismo ha abogado por el acceso equitativo a la educación, el trabajo y la participación política, así como por la libertad de las mujeres para elegir su propio destino. En este contexto, el movimiento tradwife representa un desafío directo a estos logros, promoviendo un retorno a roles que limitan las posibilidades de las mujeres y refuerzan la dependencia y la sumisión.
Uno de los aspectos más preocupantes de este movimiento es su conexión con corrientes políticas ultraconservadoras. Algunos defensores de las tradwifes no solo promueven un retorno a los roles tradicionales, sino que también defienden posturas restrictivas que buscan reducir los derechos de las mujeres, especialmente en áreas como el acceso al aborto y la igualdad laboral.
Este vínculo entre las tradwifes y las políticas reaccionarias pone de manifiesto que no se trata solo de una elección de estilo de vida personal, sino de un movimiento con implicaciones políticas y sociales mucho más amplias.
Un ideal de belleza estereotipado
Además, las tradwifes perpetúan un ideal de belleza y comportamiento femenino que es irreal y opresivo. Las imágenes que promueven son de mujeres blancas, delgadas y heterosexuales, viviendo en casas impecables y con matrimonios aparentemente perfectos. Esta representación excluye a una gran parte de la población femenina. Al reforzar estos estándares, el movimiento no solo es sexista, sino también racista y homofóbico.
El auge de las tradwifes no puede entenderse sin considerar el papel de las redes sociales y la economía de la influencia. Plataformas como Instagram y YouTube permiten a estas mujeres monetizar su estilo de vida, convirtiendo su elección personal en una marca que genera suculentos ingresos con la exaltación de los valores de la mujer en la vida doméstica como resistencia a la modernidad, al feminismo y al progreso social.
Retroceso o elección: El dilema feminista ante el fenómeno de las tradwifes
Aunque algunos podrían argumentar que el estilo de vida de las tradwifes es una elección legítima y que el feminismo debería respetar todas las opciones de vida (como ya se está haciendo), es crucial apuntar que romantizar los roles de género tradicionales y la promoción de la sumisión femenina no son simplemente un retorno a tiempos más simples; son una forma de resistencia a los avances que las mujeres han logrado en su lucha por la igualdad.
Sin duda, es peligroso idealizar un pasado repleto de restricciones y opresión para las mujeres. Y, aunque es cierto que el feminismo lucha por la libertad de elección, esa libertad debe estar acompañada de una conciencia crítica de las estructuras de poder y opresión con las que han tenido que lidiar las mujeres.
Mientras observamos el tímido resurgimiento de las tradwifes en nuestro país (al mismo tiempo que pierde fuerza a nivel internacional), es fundamental no perder de vista las implicaciones sociales y políticas de este movimiento. Lo que se presenta como una vuelta a lo tradicional es, en realidad, una resistencia a la igualdad de género y un intento de restaurar un orden social que privilegia a unos pocos a expensas de la libertad y la dignidad de muchas.