‘Total Control’: una serie tan imprescindible como cautivadora

Se ha estrenado en FILMIN la primera temporada de Total Control, una serie excelsa a todos los niveles. La producción australiana creada en 2019 por Rachel Perkins llega en el momento justo. Cuando todavía es necesario reflexionar sobre la interseccionalidad del género, la etnia y la orientación sexual. Así como su rol dentro de la política. En 2021, se estrenó en ABC su segunda temporada.

A pesar de haber pasado tres años desde su creación, la producción de tv no pasa de moda. Una mirada hacia el universo político desde una perspectiva de género fresca y brillante. El abordaje de la etnia desde los grupos de indígenas es excepcional. Poniendo bajo el foco etnias que no han sido comúnmente abordadas en televisión. O al menos no desde esta perspectiva tan reivindicativa y adecuada. Los entresijos del gobierno de Australia se ven desmontados ante la audiencia dejando entrever las distintas identidades que confluyen en política. Ser mujer en un ámbito político rodeado de hombres blancos no es fácil. Pero ser una mujer indígena dentro de esa misma atmósfera, hace la situación todavía más compleja.

Rachel Griffiths y Deborah Mailma en Total Control.
Rachel Griffiths y Deborah Mailman en Total Control.

Política de identidades, o identidades políticas

La política identitaria es un enfoque que hace referencia a la autodeterminación de un grupo social. La reclamación de los rasgos identitarios de un grupo discriminado u oprimido. Y la lucha para obtener los mismos derechos, a través de esta reclamación de rasgos identitarios comunes de un grupo. Movimientos como el del colectivo LGTB y poscolonial en los años 60-70 promovieron este tipo de perspectivas.

En el caso de la serie australiana, la línea entre las identidades políticas y la política como ámbito democrático se desdibujan brindando un esbozo mucho más amplio y convergente. En Total Control las identidades oprimidas y su unión para la reclamación de derechos se ven aunadas también con teorías como la queer. La cual establecía la necesidad de crear espacios de resistencia dentro del propio sistema normativo para así poder desmantelarlo.

Total control
Total Control.

En este sentido, la figura de la senadora Alex Irving es un buen ejemplo de ello. Mujer indígena australiana que es puesta bajo el escrutinio público cuando defiende a una mujer y previene su asesinato a manos de su marido. Tras este acto, la Primera Ministra Rachel Anderson (Rachel Griffiths) la busca para incluirla como senadora dentro de su propio partido. Quizás, un simple lavado de cara para el partido, pero una vez dentro del sistema, Alex no duda en transformar la política en una política de identidades. Así como reclamar el reconocimiento y respeto de su identidad dentro del sistema.

La senadora Alex Irving y el incuestionable papel de Deborah Mailman en su interpretación

Uno de los pilares esenciales que sustentan la teleserie es el personaje de Alex Irving. Esta senadora indígena, se convierte en un ejemplo de intersección de categorías oprimidas. Rompiendo también los moldes de belleza normativa establecidos. Con su rol revolucionario, se busca dinamitar el sistema desde dentro. Esta compleja figura no habría sido posible sin el excepcional trabajo de la actriz Deborah Mailman. A través de su actuación se construye un personaje redondo que traspasa la pantalla. Ganadora del premio a Mejor Actriz en los AACTA (Premios de la Academia Australiana de Cine y Televisión).

Deborah Mailman en Total Control.

Una de las secuencias icónicas de la serie, ya lanzada en el primer episodio, muestra a una Alex Irving totalmente transparente para su audiencia. Compareciendo en televisión por primera vez tras su nombramiento, la senadora articula un discurso emotivo y empoderante. Dentro de este, además, se reclama algo necesario e imprescindible como es la salud mental. Y el derecho de poder hablar de ello con naturalidad. Porque es esencial visibilizar este tipo de aspectos. Y normalizar el hablar de la salud mental sin patologizarla. Porque las figuras públicas, y en particular políticas, también son seres humanos. Con sentimientos, emociones y problemas personales, que inevitablemente afectan a su vida profesional. Aunque con una mayor repercusión debido a su papel situado bajo el escrutinio público.

Total Control: Una de las mejores representaciones de la perspectiva de género y la interseccionalidad

Kimberlé Crenshaw ya reclamó en su idea la importancia de la intersección de categorías oprimidas en la sociedad. No sufren las mismas discriminaciones una mujer blanca de clase alta, que una mujer indígena de clase baja. Del mismo modo que no es la misma opresión la de un hombre blanco heterosexual, que un hombre blanco homosexual. Todas estas categorías son abordadas dentro de la serie australiana. Haciendo especial hincapié en la figura de la senadora. Pero sin dejar de lado otro tipo de identidades como las de la Primera Ministra o el asistente de Alex, Jonathan (Harry Richardson).

Total control.
Total Control.

En este sentido, la creadora Rachel Perkins ha llevado a cabo una de las mejores series de televisión. Sin perder la atención de la audiencia a través de una trama cautivadora. Y aprovechando el atractivo del argumento político para introducir de forma natural y esencial la perspectiva de género y las distintas identidades dentro del discurso.

Además, el relato termina de construirse de forma sobresaliente gracias a una dirección de fotografía y composiciones inconmensurables. Durante años, series sobre política han proliferado en las plataformas. No obstante, es con Total Control  cuando nos encontramos con una de las mejores representaciones y construcciones narrativas.

Sin duda, un espacio de resistencia dentro del propio sistema audiovisual normativo, que esperemos no caiga en el olvido.

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