Sitges 2021: ‘Titane’, una muestra de lo libre que debería de ser el cine
Titane, de Julia Ducournau y ganadora de la Palma de oro en Cannes, es una de esas películas difíciles de recomendar pero que todo el mundo debería ver. Me diréis, “Xesco, eso no tiene sentido”, vedla y me contáis en comentarios.
Julia Ducournau arrasó en Sitges con su Crudo, hace ya un lustro (cómo pasa el tiempo…). Su despertar juvenil disfrazado de peli caníbal nos sorprendió a todos, escandalizó a muchos y nos dejó esperando lo siguiente de una directora que había aparecido en el panorama cinematográfico mundial dando una patada a la puerta y demostrando que no todo está contado. Con Titane confirma con creces lo que esperábamos de ella.
Titane, el amor como la única vía de escape posible
La película nos cuenta la historia de Alexia (magnífica Agathe Rousselle) una chica que sufrió con su padre un accidente de coche cuando era niña y tuvo que ser operada poniéndole una placa de titanio en el cráneo. Desde ese momento, ella pareció sentir una atracción incontrolable con el titanio y los vehículos.
De mayor se hace bailarina. Baila de una forma especial y erótica, especialmente sobre coches en las ferias automovilísticas. Se ha ganado cierta fama y popularidad con sus actuaciones, al punto de tener algunos fans.
Una noche, al salir de una de esas ferias, uno de sus fans la acosa y ella acaba asesinándolo con el palo en el que recoge su cabello. No será la primera de las muertes que cometa, al punto de tener que huir y modificar su aspecto para no ser reconocida.
Eso nos lleva a Vincent (maravilloso Vincent Lindon), el personaje que comparte protagonismo con Alexia. Un jefe de bomberos adicto a los anabolizantes y traumado por la pérdida de su hijo cuando era niño. Alexia, con su nueva imagen, se hará pasar por su hijo ya adulto y Vincent lo aceptará sin dudarlo.
El problema surge cuando el entorno de Vincent y la madre de su hijo, sí se dan cuenta de que debajo de la nueva apariencia de Alexia, se esconde una mujer que además está embarazada. Lo ven pero no se atreven a decírselo, ya que cuando lo intentan, Vincent no quiere oir ni una palabra.
Esto es lo que cuenta la película. Si así ya es interesante su premisa, imagínate que le unimos la magia de Julia Ducournau.
Julia Ducournau y su magia
Julia Ducournau sabe hacer magia. Esa es la única explicación posible para que nos acabemos creyendo lo que nos cuenta en Titane. Aprendió de otros maestros de la magia cinematográfica como Gaspar Noé o Leos Carax, de los que comparte mucho más que el país de residencia.
La magia del cine es esa en la que, como en el teatro, el espectador entra a dejarse convencer y descubrir un nuevo mundo que se parece al nuestro pero no lo es. En el que las leyes por las que nosotros nos regimos no tienen por qué ser exactamente iguales. En el que no existe el blanco y negro y lo más inverosímil te puede llegar a emocionar y modificar sin remedio.
Así es Titane.
Pero aún siendo tan original, Ducournau se permite rodar algunas escenas que nos pueden recordar a otras de famosos e inspiradores films. Como cuando vemos a Vincent bailar delante de Alexia de una forma en la que que nos es imposible no recordar a Harvey Keitel desnudo bailando en Teniente Corrupto. Podríamos decir que Vincent Lindon se ha convertido en el nuevo Harvey Keitel musculado de los 70 y 80.
Otra de las escenas que nos puede recordar a otro film es la masacre en la casa compartida donde vive Justine, el personaje interpretado por Garance Marillier (protagonista de Crudo). En esa escena, una de las más salvajes de la película y al ritmo de Nessumo Mi Può Giudicare, Alexia da rienda suelta a su violencia al estilo de lo que vimos al comienzo de Alta Tensión, de Alexandre Aja, en la casa en la que el personaje interpretado por Cécile de France “dormía” con su pareja.
Titanio y libertad
En algunos momentos de la película, la cámara de Ducournau parece cobrar vida. Se mueve de forma libre, salvaje. El mundo de Titane, lleno de colores, de neones, heridas y dolor es único.
Por la unión de la carne con el metal, y el sexo con la máquina a lo Jumbo, muchos son los que han mal comparado Titane con el cine de Cronenberg, pero Titane poco tiene que ver con el genio canadiense. La película es una fábula sobre el trauma. Sobre como lidiar con el dolor.
Como la escena que acompaña la música de Future Islands. La vida solo es un baile en el que es imposible equivocarse de paso aún haciéndolo con los ojos cerrados. Al menos, así es la vida en Titane.
Alexia y Vincent se unen en el dolor por el trauma sufrido hace años. Nadie se puede comprender mejor que ellos. Los dos viven en un mundo que no les ha dado la solución a su tortura, más bien todo lo contrario. Por eso se aceptan como padre e hijo. Por eso se quieren. No solo Vincent lo adopta como hijo, Alexia también lo acepta como padre. Comparten sus delirios y por eso lo que ambos dan a luz no es más que lo que ellos aman: un hijo y titanio.
Un hijo y el titanio es el motivo de sus traumas. El motivo de la pérdida. Lo que los cambió de forma irreparable. Alexia asesina el amor que cree no merecer y Vincent busca corregir con su perfección corporal sus imperfecciones como padre. Su culpabilidad.
Titane es una fábula sobre la culpabilidad.
Espero con ganas la nueva obra de Julia Ducournau, necesito volver a sorprenderme, porque como dice Vincent, ‘yo estoy aquí’.
Saludos furiosos.