The Besnard Lakes, el regreso del rock espacial
Cinco años después de A Coliseum Complex Museum, los canadienses The Besnard Lakes reaparece con un producto musical impregnado de una grandeza aún mayor que la habitual.
Si bien la época es la de los álbumes cortos, con sus 72 minutos, su último álbum titulado The Besnard Lakes Are the Last of the Great Thunderstorm Warnings es incluso más largo que su título.
No es tan sorprendente que haya pasado tanto tiempo. El space rock psicodélico de la banda de Montreal necesita tiempo y espacio para desarrollarse.
Aquí, los surcos son lentos, las guitarras son sobre todo aéreas e incluso la voz de Jace Lasek roza la estratosfera cuando adopta un falsete que domina a la perfección con el paso de los años.
Música hecha para volar
The Besnard Lakes suena a muchas cosas. No es la primera vez que lo notamos y lo decimos. Esta banda suena como si los Beach Boys se hubieran cruzado en el camino de Spiritualized o The Verve, en la época de A Storm in Heaven.
Un fondo de rock shoegaze con ambiciones estilísticas y gusto por los coros a lo Brian Wilson. En definitiva, música hecha para volar, pero no en un avión, no, esta música está hecha para que vueles sin salir de tu mente. Es cuestión de sentarse, relajarse y dejarse llevar sin miedo o preocupación alguna.
Olga Goreas y Jace Lasek, la pareja en el corazón de la banda, se pasean con garbo por estas nubes de rock, donde exploran el tema de la muerte -la versión en vinilo es doble, con un disco titulado Near Death y otro Death.
Pero incluso mientras coquetean con la Gran Parca, The Besnard Lakes crean canciones emocionantes, llenas de ráfagas de luz. Es como estar en un concierto de Pink Floyd mientras comes tu postre favorito.
Seguramente la combinación de voces e instrumentos nos haga pensar que no hay nada muy original en todo esto, pero hay que reconocer que es un gran viaje.