‘Swimming with sharks’: el objeto sexual en hollywood, ahora desde la cúpula empresarial
Kathleen Robertson se aleja del audiovisual como actriz y se acerca a la creación con la serie Swimming with sharks. Con esta serie de Quibi disponible en Roku Channel adapta el filme homónimo de 1994. Con un cambio radical de roles de género, la teleserie se descubre con un gran potencial. Sin embargo, termina por presentar un resultado nefasto. Entre lo más comercial y, sobre todo, prescindible, dentro del audiovisual.
En 1994 se estrenó la película El factor sorpresa cuyo nombre original era Swimming with sharks. Dirigido por George Huang y protagonizado por Frank Whaley y Kevin Spacey. El guion de esta no reluce como genuino. Dado que esboza una historia donde un joven ejecutivo entra a trabajar en una empresa donde encuentra que su jefe es cruel y despiadado. La peculiaridad, que el trabajo es en Hollywood.
Tras varios años de su estreno y como un juego macabro del destino, el actor que encarna al jefe despiadado Kevin Spacey comparece como acusado de cuatro cargos de agresión sexual. Una realidad de lo más deplorable. La cual salió a la luz, entre otras cosas, gracias al movimiento Me too y el caso Weinstein.
Este movimiento, dentro del propio feminismo, también ha impulsado el progreso en el ámbito audiovisual. Con creaciones que tienen una perspectiva de género más acertada. Así como la construcción de figuras de mujeres que anteriormente habían sido inexistentes.
Con Swimming with sharks ambas realidades convergen en un resultado cuestionable. Una serie de televisión que adapta la película homónima de los años 90, cambiando los roles de género. Ahora son las mujeres las que ostentan cargos de poder en Hollywood. Pero, ¿supone eso que la obra tenga una perspectiva de género adecuada?
La inclusión de personajes femeninos no es suficiente para transformar la sociedad
La perspectiva de género en el audiovisual es una tarea tan sencilla como compleja al mismo tiempo. Un oxímoron feminista donde solo aquellas personas realmente implicadas pueden llevarlo a cabo. La propia académica feminista Teresa De Lauretis afirmaba que ni siquiera era suficiente con que las directoras fueran mujeres. Decir que una mirada de mujer ya es una mirada feminista, también es un error común. El trabajo de de-construirse y al mismo tiempo construir una mirada feminista es una tarea repleta de matices.
Del mismo modo que la dirección por una mujer no es suficiente. Tampoco lo es la inclusión de personajes encarnados por mujeres. De hecho, múltiples películas que han sido categorizadas como explícitamente machistas construyen una gran variedad de figuras femeninas. Sin embargo, la forma de construirlas es la que da como resultado una perspectiva de género adecuada o no.
A lo largo de la historia, diversos arquetipos heteropatriarcales han copado la construcción de mujeres en pantalla. La mujer virgen, la femme fatale, la madre castradora, y un largo etcétera. En la presente serie Swimming with sharks parece que la creadora metió en una coctelera todos los arquetipos ortodoxos y con el resultado, construyó a las dos figuras protagonistas.
Lou Simms (Kiernan Shipka) encarna el personaje de la mujer aparentemente dulce que termina por revelarse como la femme fatale. Junto a ella, Joyce Holt (Diane Kruger), es la despiadada jefa que ha hecho hasta lo imposible para llegar hasta su puesto de poder en Hollywood. Finalmente, también se descubre como la mujer que quiere ser madre desesperadamente, y que, además, tiene una vida personal de lo más inestable.
Un tándem nefasto que resulta en una obra de argumento muy habitual donde, además, las mujeres no dejan de ser objetos sexuales –en este caso, sobre todo, para los espectadores-.
Swimming with sharks: el placer visual y la mirada masculina de Mulvey, todavía vigente
Parece que, nadando con tiburones, todavía significa que la mujer protagonista sea la primera víctima. Aquella que es filmada desde sus esbeltas piernas. Para que finalmente termine siendo engullida por el tiburón. En el caso de la serie estadounidense de Kathleen Robertson se repite el mismo patrón.
Laura Mulvey hablaba en el 1975 de la construcción del placer visual para la mirada masculina. El cual toma forma en torno al cuerpo de una mujer en pantalla. Así como su rol como objeto sexual, tanto para el placer del personaje dentro de la propia obra, como para aquel espectador que se siente ante la pantalla. Aunque esto pueda sonar anacrónico, desafortunadamente, series como esta lo reiteran. Filmando escenas totalmente prescindibles. Donde las mujeres, ambas, desempeñan el rol de la mujer como objeto sexual.
Un thriller psicológico que oscila entre lo comercial y lo prescindible
Las películas o series de TV que hablan sobre mujeres inestables e incluso peligrosas son fáciles de encontrar. Desde la más icónica femme fatale Catherine Tramell interpretada por Sharon Stone en Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992). Hasta innumerables personajes de películas de suspense donde la amante de, se convierte en la enemiga de la familia al completo.
Un argumento muy similar es el que encontramos en la teleserie de Kathleen Robertson. Presentando así un producto tan comercial como prescindible. Al llevar a cabo el cambio de roles de género en la adaptación del filme, se espera una transgresión también en la perspectiva. Sin embargo, no hay transgresión ninguna. Sino que, por el contrario, se encuentra un arraigo en los clichés más ortodoxos.
En definitiva, situar a personajes encarnados por mujeres cis en los roles protagonistas, no implica una mirada feminista. Situar además a estos personajes en posiciones de poder dentro de las cúpulas empresariales, tampoco conlleva una mirada feminista. De nuevo, se vuelve a encontrar una serie más, que no aporta absolutamente nada novedoso, y que, además, colabora en engrosar la lista de producciones machistas estadounidenses.
En vistas del debate candente surgido ante la deplorable decisión en Estados Unidos de derogar el derecho al aborto, llevar a la pantalla una serie donde se reitera la necesidad innata de una mujer de ser madre biológica, no resulta demasiado adecuado. Siendo este solo uno de los pocos aspectos que, convierten Swimming with sharks, en una teleserie poco recomendable de visionar.