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Ellas también son surrealistas: las mujeres artistas (no musas) del surrealismo

El surrealismo es, sin duda alguna, uno de los movimientos artísticos más fascinantes del siglo XX. Marcado por el deseo de liberar el inconsciente y explorar los sueños, este movimiento artístico y cultural desafió las normas establecidas, lo que permitió desatar una nueva visión del arte y la realidad. Aunque a menudo se destaca a hombres artistas del surrealismo como Salvador Dalí o André Breton, es importante reconocer que numerosas artistas mujeres fueron piezas fundamentales en la evolución de este movimiento.

Ahora, el Centre Pompidou de París inaugura la exposición Surréalisme que se podrá visitar en la capital francesa hasta el 13 de enero, y que ofrece una inmersión inédita en la excepcional efervescencia creativa del movimiento, poniendo en valor nombres femeninos de artistas surrealistas como Leonora Carrington, Ithell Colquhoun y Dora Maar.

Las mujeres artistas del surrealismo: una revolución creativa en la historia del arte

Ellas, las mujeres artistas del surrealismo no solo contribuyeron con sus propias obras, sino que también redefinieron lo que significaba ser mujer artista en una sociedad profundamente patriarcal. Este artículo explora las principales figuras femeninas del surrealismo y sus aportes únicos al movimiento.

El surrealismo, que nació en París en la década de 1920, promovía la libertad de expresión y la exploración de la psique humana. Sin embargo, a pesar de esta búsqueda de lo irracional y lo fantástico, las mujeres en el movimiento se enfrentaron a los mismos prejuicios de género que prevalecían en la sociedad. André Breton, considerado el líder del movimiento surrealista, veía a las mujeres principalmente como musas y no tanto como creadoras activas. Esta visión fue limitada, ya que muchas artistas rompieron con esta percepción y produjeron obras que desafiaban no solo el papel de las mujeres en la sociedad, sino también los propios límites del surrealismo.

Entre las pioneras se encuentran Leonora Carrington, Remedios Varo, Dorothea Tanning o Frida Kahlo. Cada una de ellas utilizó el lenguaje del surrealismo para explorar temas que iban más allá de lo que se consideraba “aceptable” en la época. Sus obras reflejan una preocupación profunda por la identidad, el cuerpo, los sueños y las emociones, a menudo desde una perspectiva intensamente personal y femenina.

Ithell Colquhoun: Magia y surrealismo esotérico

Ithell Colquhoun, nacida en Inglaterra en 1906, fue una de las figuras más místicas del surrealismo. Aunque se asocia principalmente con este movimiento, Colquhoun fue una artista que navegó entre varios campos, desde la pintura hasta la poesía y la escritura esotérica. Su fascinación por la magia, el ocultismo y la alquimia permeó su obra, haciéndola única dentro del panorama surrealista.

Una de sus piezas más conocidas, El cantar de los cantares, es un ejemplo claro de cómo fusionaba elementos simbólicos con imágenes abstractas y oníricas. Colquhoun fue una figura destacada en la sociedad ocultista británica, y su obra a menudo refleja su interés en los misterios de la mente y la conexión entre el mundo espiritual y el físico.

La artista surrealista Ithell Colquhoun en su estudio.
La artista surrealista Ithell Colquhoun en su estudio.

Leonora Carrington: la exploradora de lo fantástico

Leonora Carrington fue una de las principales figuras del surrealismo y, sin duda, una de las más influyentes. Nacida en Inglaterra en 1917, Carrington se trasladó a Francia en la década de 1930, donde entró en contacto con artistas como Max Ernst. Sin embargo, su trabajo pronto tomó un rumbo propio, muy influenciado por sus propias experiencias y su visión única del mundo.

Carrington es conocida por sus pinturas profundamente simbólicas, en las que las figuras femeninas ocupan un lugar central. Sus obras, como El mundo mágico de los mayas o Les Distractions de Dagobert están llenas de seres híbridos, paisajes oníricos y una fuerte influencia de la mitología y el folclore. Para Carrington, la pintura no era solo una forma de expresar sus sueños, sino también de liberar su mente. A lo largo de su vida, Carrington utilizó su arte para explorar temas de feminidad, magia y metamorfosis.

El mundo mágico de los mayas, de Leonora Carrington.
El mundo mágico de los mayas (1964), de Leonora Carrington.

Remedios Varo: la alquimista de la imaginación

La catalana Remedios Varo fue otra de las grandes mujeres del surrealismo. Aunque su trabajo ha sido a menudo comparado con el de Carrington, Varo desarrolló un estilo propio que la distingue claramente. Su obra está llena de referencias a la ciencia, la alquimia y lo esotérico, lo que le dio un lugar único dentro del surrealismo.

Varo comenzó su carrera artística en España, pero fue en México donde encontró un hogar tanto físico como creativo. En obras como Mujer saliendo del psicoanalista y La creación de las aves, Varo combinaba elementos científicos con una imaginación desbordante, creando escenas que parecen sacadas de un sueño o una visión mágica.

En la obra de Remedios Varo, la figura femenina es a menudo retratada como una exploradora o alquimista, capaz de manipular el mundo que la rodea a través del conocimiento y la creatividad. Esta representación de las mujeres como seres poderosos y en control de su propio destino fue revolucionaria en una época en la que el papel femenino era generalmente pasivo o subordinado.

La creación de las aves, de Remedios Varo.
La creación de las aves (1957), de Remedios Varo.

Dorothea Tanning: el surrealismo desde el subconsciente

Dorothea Tanning, nacida en Estados Unidos en 1910, también jugó un papel fundamental en el desarrollo del surrealismo. Tanning fue una artista prolífica y profundamente original por derecho propio. Su obra abarcó una amplia gama de medios, desde la pintura hasta la escultura y la escritura, y estuvo marcada por una profunda exploración del subconsciente.

En obras como Birthday y Eine kleine Nachtmusik, Tanning crea escenas perturbadoras en las que lo familiar se vuelve extraño y amenazante. Las figuras humanas, a menudo mujeres, están atrapadas en espacios surrealistas que parecen surgir directamente de una pesadilla. A través de su obra, Tanning exploró temas como el deseo, el miedo y la identidad, utilizando el lenguaje del surrealismo para adentrarse en los aspectos más oscuros y complejos de la psique humana.

Pequeña serenata nocturna, de Dorothea Tanning.
Pequeña serenata nocturna (1943), de Dorothea Tanning.

Frida Kahlo: una figura más allá del surrealismo

Aunque Frida Kahlo rechazó ser etiquetada como surrealista, su obra ha sido frecuentemente asociada con este movimiento. Kahlo, nacida en México en 1907, creó algunas de las imágenes más icónicas del arte del siglo XX, muchas de las cuales contienen elementos surrealistas. Sin embargo, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Kahlo no se interesó en el mundo de los sueños o el subconsciente. En cambio, su obra se centró en la realidad dolorosa de su propia vida y su cuerpo.

Pinturas tan reconocibles como La columna rota y Las dos Fridas exploran el dolor físico, la identidad y la complejidad de la experiencia femenina. Kahlo utilizó el simbolismo y la imaginación para expresar su sufrimiento personal, pero también para celebrar su cultura mexicana y su identidad como mujer. Aunque su trabajo tiene elementos surrealistas, lo que hace que Kahlo sea única es su enfoque en la realidad emocional y física, más que en lo irracional.

Las dos Fridas, Frida Kahlo
Las dos Fridas (1939), Frida Kahlo.

Maruja Mallo: mitad ángel, mitad marisco

No podíamos terminar este listado sin incluir a la maravillosa Maruja Mallo. Mitad ángel, mitad marisco. Así describió Salvador Dalí a la pintora surrealista Maruja Mallo, una definición que la acompañaría durante toda su vida. Amigos y partícipes de aquel vibrante Madrid en el que las vanguardias irrumpieron brevemente, su conexión fue parte de ese entorno creativo.

A Mallo, parece haberle agradado la descripción de Dalí, ya que ella misma adoptó esta imagen a lo largo de su trayectoria. Mitad ángel, tal vez, por su talento casi sobrenatural, y mitad marisco, por lo exótico y singular de su arte, o quizás por su personalidad arrolladora en público y hermética en lo privado. Sea cual sea la interpretación, Maruja Mallo es una de esas figuras que, con el paso del tiempo, sigue resplandeciendo. Algunas de sus principales obras fueron: La verbena o La isleña.

La verbena, Mauja Mallo.
La verbena (1927), Mauja Mallo.

Las mujeres que redefinieron el surrealismo

En este artículo, hemos destacado a aquellas artistas que, fundamentalmente, expresaron su talento a través de la pintura, pero también destacaron otras, especialmente en la fotografía como Lee Miller o Dora Maar, a las que dedicaremos otro artículo. Las mujeres surrealistas no solo fueron musas o figuras pasivas dentro del movimiento surrealista, sino creadoras activas que desafiaron las normas del arte y la sociedad. A través de sus obras, artistas como Leonora Carrington, Ithell Colquhoun, Remedios Varo o Dorothea Tanning ofrecieron una nueva visión del surrealismo, una que estaba profundamente conectada con la experiencia femenina y la búsqueda de la identidad.

Sus contribuciones no solo enriquecieron el movimiento surrealista, sino que también sentaron las bases para futuras generaciones de mujeres artistas que continuarían desafiando los límites del arte.

Fotografía de portada: icónica imagen tomada por Lee Miller que representa a las mujeres surrealistas.