‘She Dies Tomorrow’: ¿Qué harías si supieras cuándo vas a morir?
El tema de la muerte es un tabú en la mayoría de las sociedades. Amy Seimetz rompe moldes abordando el argumento con un tono ocurrente. En She Dies Tomorrow (2020), la cineasta crea una atmósfera de tragicomedia muy precisa.
Cuando alguna persona conocida fallece, el tema es complicado de abordar. “Se fue sin sufrir”. “La enfermedad se la ha llevado de forma repentina”. Y otros eufemismos que hacen referencia a la muerte. El simple hecho de verbalizarlo es doloroso. Y chirría en oídos de ciertas personas. La risa está mal vista en los tanatorios. Y el color negro impregna todo lo que rodea el luto. Sin embargo, con películas como She Dies Tomorrow (Mañana me muero), la frivolización de la muerte se convierte en pertinente y necesaria.
She Dies Tomorrow: La futilidad de la existencia
La sociedad neoliberal contemporánea se caracteriza por un tono gris. El matiz entre el blanco y negro que colorea vidas monótonas. Charles Chaplin ya esbozaba el futuro al que estaba abocado el ser humano en la cadena de montaje. Tiempos modernos (1936) era un vaticinio acertado del presente más real. El sistema capitalista que absorbe a las personas en la rutina más exasperante.
Este contexto aunado con el vacío existencial y afectivo se reflejan a la perfección a través del trabajo de directores como Charlie Kaufman. En su último filme Estoy pensando en dejarlo (2020) el cineasta aborda también la muerte y la soledad de forma genuina. Un relato original que rompe reglas establecidas respecto a la forma de contar.
En esta misma línea, Amy Seimetz hace también una apuesta narrativa arriesgada y acierta. La cineasta, junto al director de fotografía Jay Keitel, desarrollan de forma sobresaliente la atmósfera cromática. El vacío existencial y los cuestionamientos vitales se construyen de forma sublime a nivel visual y sonoro.
El Requiem de Mozart suena a través de los altavoces de la protagonista que detona toda la historia. Con este ambiente lúgubre, vemos cómo Amy – guiño voluntario al nombre de la directora -, se revuelca por el suelo lentamente. El Requiem termina y Amy se levanta para poner de nuevo la aguja del tocadiscos al inicio del vinilo. Y de este modo, en bucle, se repite una ambientación sonora que augura el desarrollo del resto del relato. Como si de un vinilo se tratara, los días e repiten uno detrás de otro en la cara A. Sin atrevernos a ver qué aguarda la cara B.
El despliegue de medios cinematográficos, su mayor virtud
Si la audiencia espera encontrar una reflexión vital al estilo Peter Weir, encontrará una gran decepción en la hora y media de metraje. El show de Truman (1998) o El club de los poetas muertos (1975) ponían sobre la mesa cuestiones como la globalización y los medios, o el sentido de la vida más íntimo. En la cinta de Amy Seimetz no hay diálogos fastuosos ni una acción trepidante. Pero se construye un filme sustentado en un gran despliegue de medios cinematográficos.
La creación audiovisual es diversa e inconmensurable. Y el relato y narrativa se componen de múltiples aspectos. La cadencia narrativa de She Dies Tomorrow es pausada. Poco a poco se van desgranando las distintas experiencias del reparto coral. Una intersección de historias insólitas y cautivadoras.
Con el uso de los primeros planos y los colores más extravagantes al más puro estilo Gaspar Noé, se construye una atmósfera exquisita. Un relato visual que habla por si solo, sin necesidad de incursión dialógica. No obstante, las pequeñas píldoras verbales son imprescindibles. El dicho afirma: si breve, dos veces bueno. Y en el caso de la presente cinta, se confirma. Con pequeñas frases, se termina de cerrar un filme redondo. Contundentes e incluso inesperadas aportaciones que caminan de la mano de su representación visual.
El relato de las mujeres que viven en la sociedad neoliberal
Aunque no haya un manifiesto explícito, la perspectiva feminista es evidente. La directora construye un relato de mujeres. El vacío existencial es algo que permea toda la sociedad, pero las mujeres lo sufren de modo diferente. Como ya decía Kimberlé Crenshaw, en la intersección de categorías residen las distintas opresiones. Aunque Amy Seimetz sí que incluye la diversidad racial, deja ciertos aspectos en el tintero. No incluye a mujeres trans así como con diversidad funcional, limitando así el colectivo a uno más normativo. No obstante, dejando a un lado las mencionadas carencias, hay que reseñar el valor de la obra.
Tal y como ya han hecho series posteriores como Cardo (Atresmedia, 2021), las mujeres se erigen como incuestionables protagonistas. Protagonistas no solo del relato, sino de su propia reflexión vital. Incluso la menstruación se aborda de forma brillante a través de menciones aparentemente anecdóticas. En la misma línea que la serie australiana The End, se escuchan distintas voces y experiencias de mujeres. Experiencias irreemplazables y legitimas que merecen ser escuchadas.
¿Cuáles son los patrones que se siguen en la sociedad? ¿Reproducirías dichos patrones si supieras que puedes morir mañana? ¿Continuarías con la tediosa rutina o romperías con ella? Cuestiones que el filme de Amy Seimitz no intenta responder. Y es que uno de los rasgos más característicos de los vacíos existenciales es el no tener respuestas a las cuestiones más vitales. Y la construcción del relato del filme se sustenta en ello.
La cineasta no pretende resolver ningún enigma. Sino apelar al lado más afectivo e irracional de la audiencia. Y es que como Carla Bruni entonaba de forma elegante: “On me dit que nos vies ne valent pas grand chose. Elles passent en un instant, comme fanent les roses” [Me han dicho que nuestras vidas no valen gran cosa. Pasan en un instante, como se desvanecen las rosas].