‘Según venga el juego’: la pequeña gran partida de Joan Didion
Según venga el juego es la segunda novela publicada de Joan Didion. Descarnada como pocas, nos ofrece un vistazo a la cara oculta del Sueño Americano. Como las fotografías sueltas que componen el escenario de un crimen especialmente truculento, provoca en el lector una sensación de vacío en la parte baja del estómago.
Breve y concisa como una hostia a tiempo, narra el descenso hasta la locura de su protagonista. Nos sentamos a su lado para disfrutar del paseo, con los pies sobre el salpicadero de su Corvette. El calor del desierto crepita a nuestro alrededor. Ella saca un revólver y apunta a la señal de tráfico más próxima.
El eco de su disparo es lo único que se escucha en kilómetros a la redonda.
Girando los dados
Todo ese tiempo había pensado que se moriría, tan seguro como esperaba que los aviones se estrellasen si se subía a bordo con ánimo sombrío, tan incuestionablemente como creía que un matrimonio sin amor terminaba en cáncer de cuello de útero y un adulterio equívoco en accidentes infantiles mortales.
Según venga el juego
Maria (“Mar-ay-a”, que es cómo se pronuncia) Wyeth es una joven natural de Reno, Nevada. A los nueve años se mudó a Silver Wells, una minúscula población en mitad de ninguna parte donde Harry Wyeth era dueño de un campo de minigolf, un museo de reptiles y un restaurante con algunas tragaperras y dos mesas para jugar a los dados.
Benny Austin era su socio y amigo, y también el padrino de Maria, por la que siente un afecto genuino.
Paulette regentaba el restaurante y, como nunca había clientes, se pasaba los días jugando a las maquinitas o tirándose al padre de la protagonista, según.
Fue aquí donde Maria aprendió que la vida tiene mucho de juego de azar, al que hay que jugar según venga. Y venir, no siempre viene a favor.
A los dieciocho años se mudó a Nueva York a estudiar interpretación. Poco después, Francine Wyelth, borracha, cogería el coche y moriría en un accidente de tráfico. Los coyotes dieron buena cuenta de su cadáver días antes de que nadie lo encontrara.
Pero, en fin, todo pasa. Y a la vida hay que afrontarla así, Según venga el juego.
Una callada ferocidad
Lo que me gusta de tu mujer, Carter, es que no es una hija de puta.
Según venga el juego
La novela comienza con Maria realizando un test de Rorschach en un hospital psiquiátrico. Se encuentra ahí por su comportamiento autodestructivo, con marcadas tendencias suicidas. También por sospechosa de asesinato.
La narración vuelve hacia atrás y nos describe cómo llegó a este punto, a través de 84 pequeños capítulos que se van entrelazando entre sí como las piezas de un cristal que se ha hecho añicos.
Su protagonista tiene treinta y un años y una hija de cuatro. Kate es incapaz de mostrar afecto, y padece accesos de ira. A consecuencia de está ingresada en una institución mental para niños, donde se le someten a tratamientos especialmente agresivos, para desconsuelo de su madre.
Maria ha cumplido su sueño de ser actriz, pero a qué precio. Su segundo marido es Carter Lang, un director de cine independiente que saltó a la fama por una cruda película en la que se representa la violación de una mujer por una banda de motoristas. Maria interpretó el papel y, desde entonces, no ha logrado desprenderse de él ni de la larga sombra de su marido.
Sin trabajo (y sin la motivación necesaria para conseguirlo), mata el rato en compañía de Helene y BZ, dos amigos suyos envueltos en la misma vorágine de sordidez y superficialidad. Pero lo único que le consuela realmente, aunque sea tan solo durante unas horas, es coger su coche y dedicarse a hacer kilómetros sin rumbo, quemando ruedas por el mero hecho de hacerlo.
La descripción de una catástrofe
[…] intentó dejar de pensar qué había hecho aquel hombre con el bebé. El tejido. La cosa muerta viviente, comoquiera que lo llamaras.
Según venga el juego
Pese a estar rodeada de gente, Maria se encuentra sola, y no importa cuántos barbitúricos le recete el médico, no logra desprenderse de una sensación de tedio que le acompaña como el olor a la mierda. Sus emociones son más una carga que otra cosa para el resto de personajes, y su insatisfacción vital, una molestia.
Joan Didion conduce al lector o lectora por un espacio estrecho, claustrofóbico. Su estilo, sin embargo, es ingenioso e inteligente, y uno se maravilla de hasta qué cotas de nihilismo y asfixia es capaz de llevarnos de la manera más escueta posible. Sus palabras son como diapositivas proyectadas en un cuarto oscuro, cuyo conjunto describe una catástrofe.
Según venga el juego es una lectura incómoda, repleta de violencia, apatía, y cócteles caros. Y no tiene pelos en la lengua a la hora de tratar temas controvertidos tales como la enfermedad mental o la supeditación de la mujer al hombre en ciertos contextos en los que el respeto y el cariño no tienen cabida. También el poder de decisión de ellas sobre su cuerpo en materia de relaciones sexuales, maternidad, etc.
A lo largo de la trama, Maria se reafirma en una idea que le transmitió su padre, de pequeña: que la vida es un camino árido repleto de piedras, y que debajo de estas, a menudo, se esconder serpientes de cascabel.
Tratándose de Joan
Nacida en Sacramento en 1934, Joan Didion está considerada como una de las mejores escritoras norteamericanas del siglo XX. Graduada por la Universidad de Berkeley, fue nombrada doctora honoris causa en Letras por las universidades de Harvard y Yale.
Su primer trabajo fue en la revista Vogue, donde terminó ejerciendo como editora y crítica de cine. También llegó a ser colaboradora habitual del New York Review of Books.
A lo largo de su trayectoria ha sido galardonada con multitud de premios, entre ellos la medalla de oro por su distinguida contribución a las letras americanas, de la National Book Foundation, o la nacional de las artes entrega por el gobierno de su país.
Según venga el juego fue publicada por primera vez en 1970 por la editorial Farrar, Straus and Giroux. En 2017 fue traducida al castellano por Penguin Random House, y puede conseguirse fácilmente en librerías.
En 1972 fue adaptada al cine por el director Frank Perry, con guion de John Gregory Dunne, el marido de Didion. Tuesday Weld interpretó a Maria, ganándose así el premio a mejor actriz del festival internacional de Venecia, así como una nominación a los Globos de Oro.