‘Sagrada familia’: la nueva serie de Manolo Caro sobre la maternidad llega a Netflix
El 14 de octubre llega a la plataforma de streaming Sagrada familia, una nueva serie original española. Manolo Caro no es la primera vez que reflexiona sobre la familia. Siempre desde una perspectiva macabra y extravagante.
En su anterior serie Alguien tiene que morir (2020) lo hizo sobre la época del franquismo, y la homosexualidad. En la serie de ocho episodios que se estrena ahora Netflix hace una apuesta mucho más atrevida. Poniendo en jaque el término de familia y bombardeando la vidriera de colores que la esboza.
La Sagrada Familia es una de las obras maestras del gran Gaudí. Basílica católica situada en Barcelona. Uno de los edificios más visitados de España. Este nombre, además, hace referencia a esa “Sagrada Familia” que se compone por Jesucristo y sus padres María y José. Familia que según con la religión cristiana y católica es el modelo a seguir.
El juego con el título es magnífico. Regalando incluso unos títulos de créditos iniciales brillantes. Los vitrales que normalmente componen los ventanales de las iglesias se usan como ilustraciones para representar a la familia protagonista de la serie. La sagrada familia. Aquella que vive por y para sus miembros, hijos e hijas. Así como madre. Aquella estructura de familia ejemplar y normativa que, quizás, no es tan perfecta como parece.
Esta familia protagonista está conformada por Najwa Nimri en el papel de Gloria, la madre. Junto a Aitana (Carla Campra), su au-pair y su hijo de un año, Hugo. Una familia que guarda un secreto muy bien escondido, mientras vive su vida con normalidad más allá de las paredes de su casa. En un barrio de clase alta con amigas como Blanca. Encarnada por la, siempre colosal, Macarena Gómez. Junto a ella otras dos madres componen este grupo de amistad. Interpretadas por Ella Kweku y Alba Flores. Todas tienen algo en común: que son o quieren ser madres.
La maternidad y el Complejo de Edipo, un denominador común en múltiples obras audiovisuales
El Complejo de Edipo fue esbozado por el padre de psicoanálisis Sigmund Freud – un incuestionable misógino por sus teorías, por cierto -. A través de esta idea, el filósofo hacía referencia al deseo sexual inconsciente de los descendientes hacia los progenitores del sexo opuesto. Ese amor o deseo incestuoso que está representado en diversas obras audiovisuales. Normalmente, qué casualidad, de una madre hacia su hijo y viceversa.
En la nueva serie de Manolo Caro, esta bizarra idea es llevada a cabo de forma ostentosa y extravagante. Funcionando como piedra angular de una trama y narrativa un tanto presuntuosa, y quizás por ello, en cierto modo desacertada. Si bien es cierto que se intuye una intencionalidad de reflexión feminista, todo parece quedar en un cuestionamiento que flota en la superficie, pero no llega hasta los cimientos. A través de una narrativa, además, que no termina de convencer en su desarrollo.
Sin embargo, si hay algo que mantiene a flote la serie son dos aspectos esenciales: el reparto actoral y la dirección de fotografía y composiciones cinematográficas. Con múltiples planos que deleitan a la audiencia con su gran calidad audiovisual. Y, sobre todo, cierran un juego metafórico hermoso con los vitrales y sus colores. Así como la fragilidad de los vidrios que lo componen.
Cuatro mujeres protagonistas incuestionables: Nawja Nimri, Alba Flores, Macarena Gómez y Ella Kweku
Los cuatro personajes protagonistas, amigas de clase alta de barrio, son un conjunto tan peculiar como estremecedor. Cada una con sus particularidades. Madres, o en el proceso de serlo. Para ello, era necesario tener un reparto acertado.
En primer lugar, destaca una pareja que ya hemos visto lo bien que funciona en pantalla cuando trabajan juntas. Alba Flores y Nawja Nimri ya alcanzaron el sobresaliente con sus actuaciones en Vis a vis (Fox, Antena 3, 2015-2019). Una serie donde ambas saltaron a la popularidad por sus brillantes interpretaciones.
En Sagrada familia ambas están brillantes. Destacando, por supuesto, el trabajo impecable de Nawja Nimri como Gloria, la madre protagonista y pivotante. Su evolución es soberbia, así como su capacidad camaleónica de adaptación a cualquier situación y papel. Algo que también demostró en su anterior trabajo en La casa de papel (Netflix, 2017-2021). Del mismo modo, Alba Flores está irreconocible. Llevando a cabo una interpretación muy compleja, que supera con creces.
Finalmente, es imprescindible mencionar a Ella Kweku en su papel, nada sencillo, y llevado a cabo de forma acertado. Y por supuesto, el maravilloso trabajo de Macarena Gómez. Destacada por sus excelsos papeles en películas como Musarañas (Juan Fernando Andrés, Esteban Roel, 2014) o la reciente serie de Álex de la Iglesia 30 monedas (HBO). Así como, curiosamente, en el cortometraje La Hora de Baño (2014) de Eduardo Casanova. Muy en la línea de la reciente serie, aunque siempre desde su peculiar y espeluznante perspectiva.
Sagrada familia: Un vitral muy frágil, con luces y sombras
El éxito de Manolo Caro con La casa de las flores (Netflix, 2018-2020)– tampoco libre de polémica por ciertas elecciones de reparto -, no continuó con Alguien tiene que morir. A pesar de su gran elenco electoral con figuras aclamadas como Carmen Maura, el resultado es bastante quebradizo.
En la nueva serie de Netflix Sagrada familia, ocurre algo similar. Las expectativas están muy altas ante la narrativa visual presentada y la idea que se va desenmarañando poco a poco. No obstante, la historia flaquea en ciertos puntos. Terminando por reiterar demasiadas veces las mismas ideas en bucle.
Sin embargo, el subtexto e intencionalidad quedan claramente plasmado desde el inicio: las malas madres, y el peso de la sociedad sobre los hombros de aquellas que no quieren serlo. Desafortunadamente, el arquetipo de la mala madre histérica, villana y egoísta se refuerza de forma evidente en Sagrada Familia. Quizás como crítica. Pero se refuerza.
Y es que tal y como bien afirmaba María Hesse en su brillante obra Malas Mujeres: “a eso hemos venido las mujeres al mundo, a ser buenas madres, y cualquier desviación de ese camino bien merece recibir el nombre que le corresponde: una mujer contra natura”.
Pero, ¿qué es lo natural? Y, ¿qué es lo establecido? Al menos, la serie de Manolo Caro ofrece un toque fresco dentro de las múltiples representaciones de maternidades. Sin dejar de lado sus tintes más bizarros y extravagantes. Ofreciendo algo que, aunque es fútil en cierto modo, también es genuino sin duda alguna.