‘Rosie en la Jungla’ de Nathan Cowdry: manga, ángeles y sangre
Rosie en la Jungla es una gamberrada que llega de la mano de Nathan Cowdry. Para ponernos un poco en situación, Rosie… se hizo con el Puchi Award de 2020, proyecto respaldado por La Casa Encendida y Fulgencio Pimentel, que premia a las propuestas más innovadoras de libros y lleva activo desde el 2017.
Originalidad y osadía. Cute y gore. Sangre y vísceras sobre el vestido blanco de una niña con pinta de ángel. Esta es la esencia de Rosie en la Jungla, muy bien llevada narrativamente, muy bien hecha la burla, la broma, el tono ácido, acompañando perfectamente la intención.
Lo presentan como una mezcla entre lo cute y lo perverso, algo que suena casi a cuqui-manga-turbio. Y lo es, pero no solo por la imagen, sino que esta se complementa perfectamente con las distintas situaciones que parecen inocentes y que a veces bordean lo incómodo y lo burlón más bien. Como una risa mordaz.
Rosie en la Jungla: El blanco ensangrentado
Ya de entrada, imaginaos, encontramos una portada blanquísima, sin títulos ni autor, nada mancha el blanco en el que se encuentra la imagen de una chiquita sospechosamente adorable. Toda el aura que desprende Rosi rezuma inocencia, pureza y se cuidad bien en no decir de que va la historia, lo que aumenta aún más estas sospechas y la curiosidad morbosa del lector que no sabe que es lo que se va a encontrar en Rosie en la Jungla. Aunque un poco puede que intuya.
Y es que uno lo abre y todo es bonito, más que bonito es cute, es pomposo, es color pastel, super super cute, con nubes redonditas y blancas, con personajes redonditos y adorables y puros.
El pistoletazo de salida de Rosie en la Jungla lo marca una boda, toda blanca y pastel y empachosa, de dos creyentes hasta la médula. Apenas un par de páginas después la historia se desprende de la máscara, que no de lo cuqui, y por fin ¡sangre! El blanco impoluto muestra su verdadera cara a través de un perrillo atado en medio de la selva que se desangra. Y claro, a esto no le falta la broma de fondo. Intenso el inicio.
A partir de este momento conoceremos la historia de Rosie, contada por Denton el perro, eterno enamorado de ella.
Allí donde las bragas hablan
Y bien ¿cuál es la historia de Rosie?
Con la trama de Rosie en la Jungla ya nos metemos en los códigos de la aventura fantástica. Nos encontramos con Rosie, la humana protagonista de la historia, su perro, que habla y que vive enamorado de ella, y el tío braga que, como su nombre indica, es una braga, además de ser el personaje más ácido de toda la historia. Así que imaginaos la dinámica.
La niña más cuqui del mundo, un ángel caído del cielo, con su perrito adorable se dedica a la tan loable tarea del tráfico de drogas junto a su perro. Pues bien, ahora, revueltos y malintencionados, la panda queda suelta en el corazón del Amazonas. La selva da rienda suelta a las intenciones más oscuras, que ya de por sí no estaban muy ocultas, y lo cuqui se entremezcla continuamente con lo gore y con decisiones cuestionables.
Rosie en la Jungla es una gamberrada, como decía, porque partiendo de esta situación construye un relato en el que se burla de todo lo burlable gracias a los personajes.
Y es que, pobre Rosie, que cosas le pasan.
De todo esto se sirve también Cowdry para atacar a la moralidad. Las burlas continuas con los consecuentes dilemas que genera. Porque esa niña tierna y cándida es de repente agresivamente expuesta en su desnudez. O el tío braga que siendo una braga se dedica a lo que se dedican las bragas, pero añadiéndole a esto el tipo desagradable y cerdo que es. Incómodo a ratos, irreverente siempre. Rosie mola mucho y Nathan Cowdry camina por una frontera peliaguda que consigue ese asalto salvaje a la moral.
Rosie en la Jungla: La irreverencia kawaii
Rosie en la Jungla es una mofa continua de todo, y sí, se pasa los límites morales por el forro. Desde luego Nathan Cowdry crea aquí un lenguaje que lo identifica dentro del mundo del cómic. Los autores identificables que se salen de los lenguajes y códigos establecidos para darle un meneo al anquilosamiento y la repetición de los códigos.
Los personajes son el núcleo duro de la historia de Rosie en la Jungla, se vuelven inolvidables. Bragas, perros y ángeles. Todo combinado se une de la mejor forma, con una estructura narrativa muy cuidada. Historia descarada, sin vergüenza alguna y, pese a lo que pueda parecer, o quizá por lo que pueda parecer, muy divertida. Rosie mola un montón, y no se escatima en ninguno de los elementos estrella de cualquier película gore que se precie, sangre, comedia, desnudos muy explícitos y todo ello bajo el filtro de lo kawaii.
Habría que decir que con ciertas elecciones en cuanto a este tipo de elementos a veces hay que tener cuidado, se puede caer en tópicos perturbadores, ahora sí, en el peor de los sentidos. La infantilización de cierto tipo de personaje, las miradas de otros…, se corre el riesgo de crear ahí una cosa rara e incómoda en el mal sentido, pero la maña narrativa de Cowdry se ve precisamente en que no sucede esto. Lejos de caer en tópicos manidos Rosie en la Jungla acaba siendo una peli de terror muy cute con muchos ataquitos.