‘Retrato de una mujer en llamas’ y ‘Ammonite: la nueva tendencia por las películas lésbicas de época
Probablemente, si estás puesta al día de las películas más recientes y, sobre todo, si estás al tanto de todas las películas lésbicas que sacan, en 2020 habrás oído ya hablar de Ammonite, una película inglesa protagonizada por Kate Winslet y Saoirse Ronan.
Avisamos, como siempre, de que este análisis contiene SPOILERS. Si aún no has visto alguna de las dos películas y quieres verlas desde la sorpresa… ¡te esperamos para más adelante!
Ammonite se estrenó en octubre de 2020 y nos cuenta la la historia de Mary, una paleontóloga, que vive con su madre enferma y vende los fósiles que encuentra para los turistas. Un día, un señor interesado en su trabajo, le encarga cuidar de su esposa y que le enseñe algunas de las tareas que hace para mantenerla entretenida.
La esposa, Charlotte, va entablando muy poco a poco relación con Mary y se enamorarán la una de la otra, aunque no satisfacen sus deseos hasta ya casi la partida de Charlotte. Esta tendrá que volver con su marido y Mary se quedará sola en su casa.
El caso es que, antes de verla, esta película nos recuerda muchísimo a otra película muy reciente estrenada en 2019: Retrato de una mujer en llamas.
Tan solo hay que ver algunos fotogramas para ver la similitud entre las dos películas.
Ammonite y Retrato de una mujer en llamas: un parecido muy sospechoso
El argumento es muy parecido entre ambas: son dos mujeres que pasan un período corto pero intenso juntas, mientras una de ellas puede amar con más o menos libertad, la otra espera a su (futuro) marido, con el que debe vivir a pesar de que no sea lo que de verdad desea.
También coinciden en que ambas películas son de época, lo que para nosotrxs significa que son anteriores a nuestro momento, en algún lugar comprendido entre el siglo XVII y XIX.
Aunque es cierto que son dos momentos diferentes: Retrato de una mujer en llamas ocurre en Francia en el siglo XVIII, mientras que Ammonite es Inglaterra en plena era industrial.
Otra semejanza radicaría en el papel de Charlotte con respecto a Hëloise: ambas viven una vida que no les satisface, no son felices. Charlotte está incluso enferma por el tipo de vida que lleva, lo que el marido definirá como “melancolía”.
Estas dos mujeres iluminarán sus vidas cuando conocen a sus amantes, de las que quedan prendadas al instante. Parece que a través de ellas quisieran realizar algún tipo de huida de la vida “real”.
También hay cierta semejanza en el personaje de Mary con respecto a Marianne (incluso en sus nombres, ¡madre mía!). Ambas son mujeres independientes. Se dedican plenamente a su trabajo: una es pintora, la otra paleontóloga. Ambas son valoradas en su sociedad por la tarea que desempeñan.
No tienen obligación de casarse. Viven al margen de lo políticamente correcto.
Esas son algunas de las semejanzas que presentan estas dos películas, aunque a la hora de la verdad, las diferencias se hacen notar incluso más que las similitudes.
Ammonite y Retrato de una mujer en llamas: Diferencias
Y es que, aunque ambas sean historias de dos mujeres que se enamoran y huyen de lo que es correcto en su sociedad a través de su romance, estas dos historias están contadas de una forma muy diferente.
La película de Céline Sciamma está repleta de silencios, al igual que Ammonite, pero estos silencios están llenos de tensión, de miradas entre las dos protagonistas, de sencillos gestos. Una tensión que se va acrecentando a medida que se conocen. Una tensión construida desde el principio, cuando ni siquiera se nos deja ver a Heloise y esta se carga de un velo de misterio.
Francis Lee parece querer crear algo parecido en su película, pero sus silencios no dicen nada. En Ammonite los silencios no ayudan a construir la relación entre las dos protagonistas. Estas se muestran muy frías desde el principio: Mary apenas muestra una sonrisa (se puede ser seria, pero la seriedad también puede romperse en algún momento…).
De hecho, Heloise también era un personaje muy serio, pero cuando empieza a conocer a Marianne, su seriedad evoca dulzura.
Por otro lado, Charlotte intenta acercarse a Mary, pero también lo hace de una manera muy forzada, como si no supiera bien cómo hacerlo.
El beso en Retrato de una mujer en llamas es muy esperado. Un beso que, después de tantos minutos y minutos de tensión entre las dos mujeres, se sabe que tiene que llegar y nos hace estar en calma.
El beso en la obra de Francis Lee es frío, torpe y parece venir como de golpe. No se construye esa misma tensión entre las dos mujeres, por mucho que Charlotte piropeara a Mary esa misma noche.
Si solo tuviera que existir una película, ¿con cuál nos quedaríamos?
Retrato de una mujer en llamas está cargado de dulzura. Sugiere más que dice, y eso hace que nos quedemos mirando a las dos mujeres embelesadas…
Sin embargo, en la cinta inglesa hay mucha frialdad, es todo mucho más explícito, la escena de sexo es incluso algo forzada. La película carece de tiempos necesarios para construir el deseo. Es todo demasiado precipitado.
Podemos intuir que el director no quería esto, pues juega constantemente con los silencios, como decíamos, y con planos detalle constantes. Pero sentimos que estos detalles no aportan gran cosa.
Quizá si la película de Céline Sciamma no hubiese existido, la película protagonizada por Kate Winslet nos habría parecido una revelación. Pero, por desgracia, ha nacido después de Retrato de una mujer en llamas.
A Ammonite le faltan muchas llamas, y, por el contrario, nos hace sentir el frío de las playas donde trabaja Mary.