‘Pobres criaturas’, la nueva genialidad de Emma Stone y Lanthimos: feminista, divertida y mordaz
El pasado viernes 26 de enero llegaba a los cines Pobres criaturas (Poor Things), la nueva película del director griego, Yorgos Lanthimos. Una adaptación homónima de la novela de ciencia ficción de Alasdair Gray, muy cercana a la realidad. Con toques de humor perfectamente hilvanados, y una perspectiva feminista muy cuidada, Lanthimos estrena una de sus mejores obras con una Emma Stone inconmensurable.
Pobres criaturas narra a la historia de Bella (Emma Stone). Una mujer que ha sido creada como experimento por el Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) – llamado Dios o Padre -. El científico la mantiene encerrada en su morada para evitar que su experimento pueda sufrir los males que le esperan en la sociedad. Sin embargo, Bella decide escaparse con Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) para liberarse de sus ataduras y explorar el mundo a través de su honesta mirada, que todavía sigue libre de cualquier construcción cultural y social, así como prejuicios.
Esta historia, basada en la novela homónima de Alasdair Gray es adaptada a la gran pantalla por el gran cineasta griego Yorgos Lanthimos, el cual es tan amado como odiado por su público. Un director y guionista que no se anda con medias tintas y construye mordaces críticas a la sociedad más vacía y fría. Desde las relaciones románticas con Langosta (2015), hasta su brillante segundo trabajo Canino (2009), donde desgrana la adolescencia y la educación desde una perspectiva de lo más genuina y surrealista.
Su prolífica carrera le llevó a convertirse en uno de los directores más aclamados en la industria más mainstream, empezando a rodar con actores y actrices del calibre de Colin Farrell o Nicole Kidman – El sacrificio del ciervo sagrado (2017) -, u Olivia Colman y Emma Stone en La Favorita (2018). Esta última le valió 10 nominaciones a los Premios Óscar. Algo que no nos sorprendió a aquellas personas que ya lo seguíamos desde su primera Kinetta (2005).
Desde 2018, el cineasta no había estrenado nada más, y la espera ha merecido indudablemente la pena. Este pasado viernes llegó a los cines una de sus obras más trabajadas, feministas, divertidas y duras de ver. Una fábula sobre la sexualidad de las mujeres y el papel de estas en la sociedad, atravesada por el envite de la segunda ola feminista.
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Pobres criaturas: un retrato ingenioso y acertado del movimiento feminista y la sexualidad de las mujeres
La segunda ola del movimiento feminista fue también denominada como el “movimiento de liberación de las mujeres”. Una etapa a mediados del siglo XX que tuvo lugar cuando autoras como Simone de Beauvoir y su Segundo Sexo (1949) o Betty Friedan y La mística de la feminidad (1963), dieron comienzo a las cuestiones relacionadas con la discriminación hacia las mujeres por el simple hecho de serlo, más allá del derecho al voto o al trabajo. Es con Gloria Steinem, entre otras como Kate Millet o Monique Wittig desde el feminismo lésbico, que dicho movimiento empezó a denominarse también como el de la liberación de las mujeres, y su sexualidad y emancipación se puso en el centro de las cuestiones.
En este sentido, la protagonista de Pobres criaturas, Bella, parece contextualizada en dicha época – aunque el magnífico trabajo de escenografía y vestuario convierten la historia en algo atemporal y aplicable a todas las épocas -. Una joven mujer que vive encerrada y cuyo único deseo es explorar, tener aventuras y poder ser como a ella le dé la gana. Además, tiene un objetivo claro – y feminista -: quiere cambiar el mundo, aportar algo bueno a este.
Para ello, se abordan temas como la violencia de género dentro de la pareja, el gaslighting, los matrimonios forzados, la infantilización de las mujeres y el paternalismo hacia ellas, y un largo etcétera, donde destaca uno de los temas más controvertidos, pero mejor tratados: la sexualidad de las mujeres y el trabajo sexual. Las secuencias cinematográficas de encuentros sexuales heterosexuales – y también lésbicos -, suelen enmarcar a las mujeres de una forma que las sexualiza. Sin embargo, el trabajo cinematográfico de Yorgos Lanthimos es brillante, sin sexualizar a la protagonista, pero sin dejar de lado el placer que esta experimenta cuando se masturba o tiene relaciones sexuales.
Junto a esto, también el director toca el tema del trabajo sexual y la prostitución, con alegatos de muchísimo peso que dejan un sabor agridulce por la crudeza de estos, al mismo tiempo que hace reflexionar sobre el poder de decisión que tienen las mujeres sobre su propio cuerpo. Un debate eterno y polémico que el cineasta resuelve de forma acertada a través de su narrativa.
Narrativa que, además, es explotada en pantalla a través de recursos casi lynchianos. Una ciencia ficción y selección de planos que rompe muchos esquemas, al igual que lo hace su temática, con un juego de intertítulos especialmente brutal. El cineasta Lanthimos no solo juega con la historia, sino que se permite el lujo de jugar con los cánones del séptimo arte, haciendo malabares con ellos y creando con esto una pieza artística de inestimable valor.
Pobres criaturas: Emma Stone, Mark Ruffalo y Willem Dafoe en una coreografía perfectamente orquestada
La escenografía, la estética visual, el trabajo musical tan característico del cineasta, las técnicas cinematográficas, etc., son muchas de las virtudes que tiene la cinta de Lanthimos y que merecidamente le han valido 11 nominaciones a los Óscar. Sin embargo, entre dichas nominaciones, destacan las de mejor actriz principal para Emma Stone y Mejor actor de reparto para Mark Ruffalo. Una pena que Willem Dafoe no estuviera en la lista, pero también habría merecido otro galardón por su impecable actuación.
No obstante, es innegable el trabajo que llevan a cabo Emma Stone y Mark Ruffalo. Ella ya nos tiene acostumbradas a sus magníficas interpretaciones. Con grandes papeles como la anterior película del director La favorita o su última impresionante aportación a la rompedora serie The Curse (2023), donde Stone, al igual que en Pobres Criaturas, también asumió el rol de productora. Sin embargo, aunque pareciera que no podía seguir sorprendiéndonos, en el nuevo film de Lanthimos nos encontramos con uno de sus mejores trabajos.
La evolución de la protagonista Bella es perfectamente encarnada con cada paso dado por Emma Stone, así como cada articulación de sus pensamientos. Una interpretación que deja absorta a la audiencia durante todo el metraje. Junto a ella, el trabajo de Mark Ruffalo sí que destaca y sorprende al mismo tiempo, aportando el toque cómico rozando el ridículo que la película necesita.
Pobres criaturas: otra película tan controvertida como amada en la carrera de Yorgos Lanthimos
Tal y como escribía Virginia Despentes en su Teoría King Kong: “lo que las mujeres han recorrido no es solo la historia de los hombres, como los hombres, sino su propia opresión específica. Una historia de una violencia inaudita. De ahí que surja una proposición simple: iros todos a tomar por el culo, con vuestra forma condescendiente de mirarnos, con vuestras simulaciones de fuerza garantizadas por el colectivo, vuestra protección puntual o vuestra manipulación de víctimas para las que la emancipación femenina sería algo difícil de soportar. Lo que sigue siendo difícil es ser mujer y aguantar todas vuestras estupideces”.
Y en ese mismo tono, Yorgos Lanthimos lleva a la pantalla grande una historia donde la protagonista Bella sufre, llora, ríe, tiene sexo, y termina haciéndolo desde la libertad que ella misma lucha y consigue a lo largo de todo su periplo. Algo que no es un trabajo de una sola, porque también la película habla de la sororidad, de las próximas generaciones y de – tal y como decía también Despentes -, cómo el feminismo es algo que ha ayudado a todos y todas, incluso aunque haya algunas personas que no crean en ello.
Pobres criaturas no pretende ser políticamente correcta. Pero es que no podía ser de otra manera, porque el feminismo es incómodo, es Nuestra Hermana Aguafiestas, tal y como reza el libro de Ama Ata Aidoo y como Sara Ahmed siempre denominó a las feministas: a killjoy. La película no es fácil de ver, no es ligera y placentera. Pero tampoco lo era ninguna de las anteriores películas del director griego. Las críticas no son sencillas de tragar, al igual que tampoco lo es aceptar la violencia que las mujeres sufren cada día cuando te las ponen en un primer plano, aunque sea desde la cómoda butaca de la sala de cine.
Yorgos Lanthimos consigue incomodar al mismo tiempo que hace reír a carcajadas. Una habilidad sublime que pocos tienen y que en su última cinta vuelve a emerger como un deleite artístico para todos los sentidos. Una bomba de colores saturados donde el feminismo va rompiendo las barreras que quedan ancladas en el blanco y negro del pasado más heteropatriarcal.