Desenterrando a Tom Thomson
Tom Thomson fue un célebre pintor canadiense que puso a su país en el mapa artístico de principios del siglo XX hasta su abrupta muerte en 1917. Su carrera fue tan corta como prolífica, destacando unos hermosos paisajes que rozaban lo abstracto, pintados a la manera en cómo él los percibía, más con el alma que con la vista.
Tom Thomson, Bocetos de Primavera es un excelente cómic de la guionista y dibujante francesa Sandrine Revel (conocida por Glenn Gloud, Una Vida a Contratiempo o No Puedes Besar a Quien Quieras).
Basada en hechos reales, la historia comienza con tres investigadores atravesando el lago Canoe y accediendo al parque Algonquin, en Ontario, Canadá, con el objetivo de rastrear los últimos pasos de Tom Thomson. La historia oficial dice que el cuerpo del pintor fue hallado en ese mismo lago por un pescador y su hija, y que el cuerpo fue enviado a su familia a Leith, su ciudad natal.
¿Causa de la muerte? Ahogamiento accidental, cosa extraña en un experto montañero como él, tan familiarizado con el lugar. El cadáver presentaba una herida en la sien derecha, aparentemente causada por el golpe de un objeto contundente, al igual que un coágulo de sangre en la oreja del mismo lado. Para más inri, sus pulmones no estaban encharcados, añadiendo otro elemento más al misterio de su fallecimiento.
Tom Thomson, Bocetos de Primavera: Vida y muerte
“Estoy especialmente interesado en la representación de paisajes. Los tuyos me inspiran. Tus pequeños toques son ingeniosos y fuertes, con una cierta autenticidad que uno no encuentra en cualquier parte. El norte te ha capturado”.
Anónimo crítico de arte
El cómic discurre a través de tres líneas temporales: la vida del propio pintor, las reacciones de aquellos cercanos a él tras su desconcertante final, y la labor de los tres investigadores, revisitando el caso treinta y nueve años después.
En el aspecto gráfico, los fondos imitan los bocetos de Tom Thomson, dibujados con tal minuciosidad que parecen grabados. Los personajes, sin embargo, destacan por su estilo simplista, sus líneas gruesas, y su gama de colores planos. Una especie de neblina envuelve las viñetas, reforzando el tono enigmático de la historia, otorgándolas una cualidad como de ensueño o memoria construida.
El paisaje canadiense casi puede sentirse, olerse: los bosques de coníferas, la nieve, la lluvia, y hasta el frío y la humedad de las piedras.
Los personajes, por su parte, están bien definidos y resultan siempre interesantes. El protagonista cae simpático por su espíritu juvenil y aventurero. Aunque el lector conoce desde el principio su trágico desenlace, no puede evitar conmoverse, y ansía la resolución del misterio.
“Bocetos de Primavera” es una lectura intrigante y amena, que bien podría imaginarse como una serie de televisión o una película.
El cómic, al igual que el norte, atrapa.