Neuroderechos o cómo proteger nuestros ‘datos mentales’ en un mundo apocalíptico
Los avances, cada vez más veloces y opacos (informativamente hablando), en neurotecnología e inteligencia artificial plantean ventajas y oportunidades científicas. Hasta ahí, de acuerdo. Pero también abren un debate inquietante: la posibilidad de que estas tecnologías puedan intervenir en la mente humana. ¿Cómo? Pues insertando y modificando pensamientos o conductas; utilizando nuestros ‘datos mentales’ para fines éticamente cuestionables. Los neuroderechos pretenden actuar como dique de contención ante las grandes empresas tecnológicas.
Todo apunta a que Chile será el primer país del mundo en legislar sobre los llamados neuroderechos. De hecho, el país sudamericano pretende contemplar los neuroderechos en su Constitución. Esta iniciativa ya ha sido aprobada en el Senado y está pendiente de ser aprobada en el Congreso de los Diputados. Se estima que sea una realidad en los próximos meses ya que cuenta con un inusual consenso político en el país.
Neuroderechos: la identidad mental como un derecho no manipulable
Además de la enmienda a la Carta Magna, la oposición del Gobierno de Chile, que respalda dicha enmienda junto al resto del espectro político, impulsará también un proyecto de ley para regular y proteger los neuroderechos. Esta ley, al igual que la enmienda constitucional, será única en el mundo y también será aprobada en los próximos meses.
Los rápidos avances en neurotecnología e inteligencia artificial por parte de las grandes tecnológicas como Facebook, Neuralink o IBM, entre otras, no suelen encontrarse con una legislación que actúe como parapeto en el momento necesario. Siempre se legisla a posteriori, pero no en este caso.
El objetivo de esta ley es tratar de proteger a las personas y su identidad mental ante la posibilidad, no tan descabellada como parece, de que se llegue a alterar cognitivamente la mente humana. Se trata de proteger algo tan valioso como nuestros datos mentales. De esta forma se otorgan a los datos mentales el mismo estatus legal que a los órganos, para evitar que se pueda traficar con ellos.
Tal y como informa la Agencia EFE, el proyecto de ley chileno cuenta con cinco ejes básicos: el derecho a la privacidad mental, a la identidad personal, al libre albedrío de pensamiento, al acceso equitativo a las tecnologías que aumenten las capacidades humanas y a la protección contra sesgos y discriminación. Suena a ciencia ficción, pero no lo es. Te contamos más.
Proteger el libre albedrío
Hay que tener en cuenta que los lectores de actividad cerebral actuales, que funcionan a través de modelos de inteligencia artificial, ya son capaces de establecer el tipo de pensamiento que tiene cualquier persona. En esta dirección, los investigadores e investigadoras advierten de que la sofisticación de estos lectores de actividad cerebral permitirá predecir, de forma mucho más certera, cuáles son los pensamientos que nos rondan la cabeza en cualquier momento. Calculan que en menos de una década podrán alcanzar dicha sofisticación.
¿Tendremos que fabricarnos gorros de papel de aluminio para evitar a los ‘leedores de mentes’ o telépatas? Creo que de momento no. Gracias a los neuroderechos la persona mantendría su integridad psíquica, al igual que se protege la integridad física, mantendría su privacidad mental y podría seguir tomando decisiones libremente (o todo lo libremente que ahora lo hacemos).
Rafael Yuste y el Grupo Morningside
La discusión sobre legislar en este sentido y el concepto de neuroderechos no es algo que surja ahora. Hace años que un grupo de académicos formaron Morningside. Este grupo de científicos, del que forma parte el neurobiólogo español Rafael Yuste, catedrático de la Universidad de Columbia (EE.UU.), recorre el mundo y advierte a los Gobiernos sobre la necesidad acuciante de proteger estos derechos humanos fundamentales.
Ya en 2017 el Grupo Morningside realizó varias publicaciones científicas en las que planteaba sus preocupaciones sobre el hecho de perder de vista la prioridad ética en favor de los avances tecnológicos sin control. Los académicos advertían sobre la forma en la que esto afectaría al cerebro humano. A partir de entonces, se puso el foco en este tema en algunos países de la Unión Europea, en Estados Unidos y en Chile. De esta forma, el tema de los neuroderechos llegó a Chile en 2019 y ahora se ha incluido de forma decidida en la agenda política. El senador Guido Girardi ha sido uno de sus máximos impulsores.
Neuroderechos: los nuevos derechos humanos
“Este proyecto va a marcar un camino en el mundo y va a servir para abrir el camino a unos nuevos derechos humanos, los neuroderechos. La reforma constitucional es para establecer la integridad del cerebro humano y que nadie pueda intervenirlo ni pueda violar su autonomía; porque la mente es el espacio donde reside la libertad y el libre albedrío de los seres humanos”, afirma Guido Girardi, el senador que ha impulsado esta propuesta.
Probablemente en los próximos meses se aprobará la reforma constitucional, la ley o ambas cosas, lo que convertirá a Chile en referente en este campo. Por lo que sabemos, el Grupo Morningside también presentó esta iniciativa al entorno de Joe Biden en Estados Unidos, sin embargo, la administración del nuevo presidente no se ha dado ningún paso por el momento.
Con esta ley aprobada, proyectos tecnológicos ya en marcha como las interfaces de cerebro a cerebro o de máquina a cerebro de Elon Musk deberán recabar el consentimiento expreso de los usuarios y usuarias chilenos para que esta y otras tecnologías similares puedan acceder a su privacidad mental. ¿Darías tu consentimiento? No sé, chica, qué mal rollo…