‘Motherland: Fort Salem’ temporada 3: las hijas de las brujas que no pudieron quemar
Recientemente se ha estrenado en HULU la tercera temporada de la serie Motherland: Fort Salem. Creada por Eliot Laurence, esta construye un mundo donde las brujas han tomado el poder. Y ahora son ellas las que deben enfrentarse a diversos conflictos políticos y bélicos. Tras dos temporadas, se presenta la última temporada donde se cierra el círculo.
La caza y quema de brujas siglos atrás es un tema que el feminismo ha tenido siempre muy presente. Desde el activismo se aborda con frases como “somos las hijas de las brujas que no pudisteis quemar”. Haciendo referencia así a esa caza de brujas que consistió en persecuciones de mujeres. Algo que la escritora Mona Chollet aborda en su libro Brujas (2019). Reivindicando la figura contemporánea y feminista de bruja. Apropiándose de un nombre utilizado en el pasado con una connotación negativa, trasladándolo ahora a un ámbito mucho más activista. Afirmando así que la bruja “encarna a la mujer liberada de todas las dominaciones, de todas las limitaciones; es un ideal hacia el que tender, ella muestra el camino”.
En la serie Motherland: Fort Salem esta reapropiación reivindicativa se traslada al género de la ciencia ficción. Donde un matriarcado de brujas gobierna el ejército de Estados Unidos. El principal conflicto que se esboza y da forma a la evolución de la trama es el enfrentamiento con un grupo terrorista de brujas que tratan de eliminar a los humanos. Reivindicación y apropiación frente a venganza por lo ocurrido históricamente. Reflejo original del movimiento feminista y otros movimientos sociales divididos.
La historia de las brujas, en pantalla desde hace años
Todo el mundo conoce series populares donde las protagonistas son las brujas. Sabrina lleva en televisión desde finales del siglo XX. E incluso ha sido vuelta a adaptar en la exitosa Las escalofriantes aventuras de Sabrina (Netflix, 2018-2020). Otras series de culto como Embrujadas (CBS, 1998-2006) también ha sido reconstruida en su homónima de 2018. Argumentos tan exitosos que son vueltos a traer a la audiencia desde una perspectiva más progresista y feminista en la actualidad. Más recientemente, la gran película española de Pablo Agüero Akelarre (2020) esboza una sátira precisa y perfectamente construida en torno a los pre-juicios sobre las mujeres en la ardua época del siglo XVII.
La serie estadounidense de Eliot Laurence reconstruye la historia de los juicios de Salem. Estos, se llevaron a cabo en el actual Estados Unidos para juzgar y castigar a aquellas mujeres procesadas por brujería. En la serie de televisión ficticia, estos juicios finalizaron con un acuerdo entre el gobierno estadounidense y las brujas. Estas no serían castigadas a cambio de proteger al país. Desde la primera temporada estrenada, el principal antagonista es el grupo terrorista Spree. Un argumento novedoso y complejo que termina por ofrecer un resultado cautivador.
Motherland: Fort Salem: un argumento tan genuino como redondo
Una de las mayores virtudes de la serie es la construcción narrativa. El argumento fundacional sobre las brujas y el matriarcado no es novedoso. Sin embargo, la forma de llevarlo a la pantalla se presenta como original y atractivo. Con una producción brillante y trabajo de posproducción excelente.
Los enfrentamientos entre brujas, las revelaciones más inesperadas y los poderes de cada una son piezas de inestimable valor para el éxito de la serie. De este modo, se atrae a todo tipo de público que aprecie el género de la ciencia ficción y lo sobrenatural. Envolviéndolo con una perspectiva de género y feminista cuidada.
Otro de los aciertos es la selección elenco actoral. Ellas son todas brillantes. Raelle Collar, una de las protagonistas, es interpretada de forma sobresaliente por la joven Taylor Hickson. Junto a ella, Jessica Sutton interpreta a la compleja y perfectamente construida Tally Craven. Así como brilla por sí sola Abigail Bellweather, encarnada por la actriz Ashley Nicole Williams. Las tres actrices conforman un triángulo interpretativo perfecto. Obligadas desde el inicio a conocerse y dar los pasos en la misma dirección. Terminan por formar un trío de brujas singular.
En la tercera temporada recién estrenada, la caza de brujas se materializa de forma explícita. En esta nueva entrega, las jóvenes brujas tienen que emprender un camino de huida o refugio donde poder esconderse de aquellas personas que la persiguen. Esto conlleva una mayor toma de decisiones y de independencia, dando así a conocer en mayor profundidad a cada personaje. En particular, Tally Craven (Jessica Sutton) obtiene un mayor relieve en la serie. Por otro lado, el romance entre Scylla (Amalia Holm) y Raelle (Taylor Hickson) cobra un mayor protagonismo. Situando en primer plano una relación lésbica sin tintes heteropatriarcales o sexualización alguna – algo que no se puede decir de otras series exitosas actuales como La primera muerte (Netflix, 2022) -. Con esta temporada, además, la serie anuncia su fin.
Las hijas de las brujas que no pudisteis quemar
La rabia por todo aquello que las élites de hombres hicieron sobre algunas mujeres es difícil de canalizar. Con motivo de esa caza de “brujas” por saltarse las normas establecidas por el heteropatriarcado. Por salirse de los marcos que las constreñían.
El movimiento feminista canaliza dicha rabia a través de la lucha pacífica por los derechos. Algo que también otros movimientos como el queer o LGTBIQ+ han llevado a cabo por motivos similares. La causa es la misma: el heteropatriarcado que subyace en la sociedad contemporánea. La cual continúa moviendo los hilos de miles de personas que discriminan a toda aquella persona que sea diferente a ellas.
En el caso de Motherland: Fort Salem hay una vuelta de tuerca. Ellas, las brujas, son las realmente poderosas en la sociedad. Aquellas que son vistas por la ciudadanía como las únicas que pueden protegerles. Como las que se sitúan en la cima de la jerarquía de poderes. Ostentando, además, un rol normativamente masculino. Como es el de ser soldado del ejército estadounidense.
Los aquelarres de brujas ya no se componen por mujeres con miedo a ser quemadas. Sino por grupos de mujeres que, unidas por la sororidad más honesta, luchan por una sociedad más justa. Más igualitaria. Más libre.