La saga de ‘Misión Imposible’: descifrando al FMI
El éxito y el fracaso en el cine, como en cualquier otra faceta de la vida, se mueven en una frontera difusa y plagada de impostores. Misión imposible: Sentencia mortal – Parte 1 se estrenó en 2023 con grandes ambiciones de la Paramount cara a perpetuar una de sus franquicias más rentables de los últimos años. Analizado en frío, el largometraje de Christopher McQuarrie cumpliría con todos los requisitos dentro del género de espías; además, con holgura.
A diferencia de otros excelentes filmes de reciente cosecha como Spiderman: Cruzando el Multiverso (2023) o Dune- Parte 1 (2021), el guion de Erik Jendresen y el propio McQuarrie juega con honestidad para no dejar a la audiencia perpleja con un cliffhanger devastador al estilo de Regreso al futuro II (1989). La última aventura de Ethan Hunt, aunque deja elementos para una fácil prolongación de la trama, se vale por sí misma y es autónoma. Su estrella, Tom Cruise, vuelve a regalar muchas carreras en la pantalla grande y está firmemente apoyado por secundarios de calibre como Ving Rhames, Simon Pegg o Rebecca Ferguson.
Por si fuera poco, a semejante casting se le une Hayley Atwell, muy acostumbrada al formato de contrainteligencia e infiltraciones tras su periplo en Agente Carter (2015-2016), uniéndose a la nueva empresa como una ladrona de guante blanco. Una fórmula casi infalible que va aderezada con dos antiheroínas como Paris (Pom Klementieff) y la Viuda Blanca (Vanessa Kirby). De cualquier modo, hay ciertas incertidumbres alrededor de la octava entrega de una de las sagas más satisfactorias dentro del mundo del thriller.
Aceptemos la peligrosa misión de sumergirnos en unas películas inolvidables.
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Misión Imposible: la peli de Brian
Si querían nostalgia, debían tener cuidado con lo que deseaban. Brian de Palma conocía perfectamente la historia del antiguo éxito televisivo, además de la pegadiza música de Lalo Schifrin. Estrenada en septiembre de 1966 por la cadena CBS, Misión imposible supuso un auténtico fenómeno para la audiencia de los Estados Unidos, permaneciendo en antena hasta 1973. Sus protagonistas eran miembros de la Fuerza Misión imposible (a partir de ahora FMI) que debían afrontar encargos sumamente delicados con mensajes que se autodestruían.
El principal personaje del equipo era Jim Phelps, inmortalizado por el actor Peter Graves. De hecho, durante una fuerte huelga de guionistas estadounidenses en 1988 se produjo un reciclaje del antiguo show que se mantuvo hasta 1990 en emisión. Por eso, sorprendía poco que de Palma volviera a utilizar ese nombre para Misión imposible (1996), de la mano de Jon Voight.
Sea como fuere, quedaba claro que el cineasta de El precio del poder (1983) quería hacer un recambio generacional de la mano de Ethan Hunt, un joven super espía que iba a recoger el testigo de Phelps. Tom Cruise, cuya estrella se encontraba en aquellos instantes en plena explosión, asumió el manto de un eficaz y prometedor agente que se vería envuelto en una auténtica encerrona durante una operación efectuada por su grupo en la embajada estadounidense de Praga. Tras una introducción ágil, sofisticada y elegante, el guion de Robert Towne y David Koepp golpea con violencia a la audiencia, basándose en la historia original de Steven Zaillian.
Salvo Hunt, quien tendrá que usar sus pies ligeros para sobrevivir n la capital checa, sus demás camaradas fallecen de una forma cruel. No es un mundo luminoso el que presenta esta aventura. De hecho, Eugene Kittridge, un alto burócrata del FMI, acaba convencido de que Ethan es un topo.
This ain’t No Place For No Hero
Aquella película era el triunfo de dos voluntades. Misión imposible surgió por la fuerte alianza que en aquellos instantes mantenían Tom Cruise y Paula Wagner. La segunda iba a ser el apoyo definitivo de la estrella en sus horas más amargas y un pilar en las elecciones con mayor beneficio de su carrera. La firma Cruise/Wagner nutrió a este remake de una antigua serie sobre espías, destinada a ser el germen de algo mucho mayor.
La pareja sorprendió a propios y extraños con Brian De Palma. Fruto de un amigo común, nada menos que Steven Spielberg, Cruise pudo conocer al afamado director, quedando convencido de que era la elección perfecta para hacer un thriller memorable. El largometraje resultante supo equilibrarse entre la trepidante acción con una cierta melancolía, además de ciertas dosis de humor negro como la proporcionada por Vanessa Redgrave, impecable en su rol como Max, una dama sin escrúpulos.
Y es que el nuevo grupo al que tendrá que recurrir Ethan no estará plagado precisamente de almas cándidas. Por ejemplo, la inquietante figura de Krieger, encarnado por la estrella francesa Jean Reno, una clase de agente muy alejado del impoluto modelo de la literatura anglosajona al hablar de estos enigmáticos miembros de los servicios de inteligencia. Por su lado, los altos mandos buscan antes chivos expiatorios en lugar de querer ahondar en la verdad. El único alivio entre tanta podredumbre moral sería el hacker Luther Stickell, carisma puro gracia al buen hacer actoral de Ving Rhames.
De Palma aportó su sello elegante para las escenas de filmación, manteniendo un suspense que honraba a uno de sus espejos, el mítico Alfred Hitchcock. Por momentos, incluso parecerá que nos hemos introducido en una actualización de Con la muerte en los talones (1959).
Misión Imposible 2: King Woo
Robert Towne, responsable del guion de Misión Imposible 2 (2000), siempre ha admitido que tuvo que redactarlo con unas escenas de acción ya muy definidas. Es decir, que Paula Wagner y el propio Tom Cruise, productores avispados de olfato fino, estaban convencidos de que a las puertas del nuevo milenio el gran público iba a querer muchas piruetas, tiroteos inverosímiles en motos de alta velocidad y las suficientes explosiones.
El actor y estrella encargado de encarnar a Ethan había sondeado de nuevo a De Palma, tan contento de haber hecho una cinta de super espías como incapaz de plantearse la necesidad otra. El transcurso de los años ha reflejado que Cruise tenía razón al querer estirar al máximo el potencial de ese universo, mientras que De Palma tampoco erró en los riesgos que llevaría aparejada una segunda parte.
John Woo, célebre por su habilidad rodando momentos de acción, sería el nuevo fichaje de la incipiente saga. Se iniciaban así dos horas de vértigo donde era imposible despegar los ojos de la pantalla, aunque parecía asimismo un blockbuster más vacío que el original, como un producto bueno y prefabricado que cumplía su cometido sin ulteriores pretensiones artísticas.
Ving Rhames repetía como Luther Stickell, afirmándose la buena acogida que había tenido entre el público por su mordaz humor. Tal vez inundando por la tendencia de Woo a lo grandilocuente, incluso el genio de la informática caería en la tentación de agarrar la pistola en esta nueva misión. Buscando volver a contar con otro veterano consagrado, las dificultades de Ian McKellen por otros compromisos dieron el papel del comandante Swanbeck a Anthony Hopkins, quien incluso pudo profetizar el nuevo entuerto: “Bien, esta no es una misión difícil, señor Hunt. Es una misión imposible”.
Patito feo con asterisco
Suele ser común entre el fandom del FMI considerar la segunda parte como la peor de la franquicia. Debemos matizar que eso no implica que sea una mala inversión del tiempo libre en lo absoluto. De hecho, el plan de Sean Ambrose de utilizar un virus para luego enriquecerse con la cura ha terminado siendo un temor bastante profético en los tiempos pandémicos en los que vivimos.
Ambrose es creado para la ocasión como un agente renegado, caracterizado por Dougray Scott, quien se ha agotado de vivir a la sombra de la fama de Hunt en la agencia. Woo busca subrayar sus vidas paralelas y emplea para ello la fórmula de cherchez la femme a través de Thandie Newton, actriz que da vida a Nyah Hall, interés romántico de ambos. Newton era una intérprete a la que Cruise recordaba perfectamente por su aparición en Entrevista con el vampiro (1994), así que gozó de su beneplácito de inmediato.
Después de la negativa de De Palma, Cruise y Wagner, nunca ilusos ante el mercado, se dieron cuenta de que el mejor sendero a recorrer era hacer una continuación que tuviera muy poco que ver con la anterior. Si en la primera había un regusto amargo, aquí hay una oda del bien triunfando contra el mal y un romance absolutamente palomitero, eso sí, bien escudado en una pareja de estrellas con mucho gancho.
Woo apostó por últimos adelantos en la tecnología digital de la época, desesperando a la grada más purista y atrayendo a la generación juvenil que irrumpía en sus primeros visionados cinematográficos. Lo inverosímil casaba bien con la carcasa donde estaban construyendo, donde la historia estaba al servicio de la coreografía y no a la inversa. Eso sí, los números hablaban por sí solos: 546 millones de dólares recaudados.
Misión imposible 3: Obscures the show of evil
La fiebre alrededor del fenómeno Bourne, encabezado por el actor Matt Damon, supuso un reflote del thriller de alto espionaje, con amnesia de por medio en este caso. Paula Wagner y Cruise pensaban que dicha saga alimentaba una necesidad en taquilla que podía justificar una tercera entrega para el bueno de Ethan. En 2006 llegó una nueva secuela con un director que ponía asimismo ruptura con lo anterior: J. J. Abrams.
Si De Palma era el clasicismo impecable en el género y Woo una oda al blockbuster explosivo, Abrams pareció notar que podía dejar su sello a través del villano. Tanto en la primera como la segunda parte hubo antagonistas que no dejaban de ser antiguos héroes desengañados del FMI. Eso daba intensidad a su vínculo con el personaje de Cruise, pero el nuevo cineasta pensó que podía ser su campo a explorar.
Con gran esfuerzo se logró el desembarco del malogrado Philip Seymour Hoffman, uno de esos intérpretes capaces de aportar algo único a cada una de sus creaciones. Traficante de armas y dueño de los rumores en las altas esferas políticas, Owen Davian se aupó en la franquicia como la auténtica oscuridad, un ser sin aristas desde el tenso opening se revelaba como un monstruo.
Desafortunadamente, sí se perpetuó el cliché de la desaparición de Nyah de la pantalla sin que tengamos idea de cómo ha ido la relación que iba a comenzar con Etha. Un vacío que permite la irrupción de Michelle Monaghan, una actriz que luego regaló momentos estelares en la primera temporada de True Detective (2014). Junto con Roberto Orci y Alex Kurtzman, Abrams firma un guion donde el super espía se convierte en una especie de Peter Parker que busca ocultar su auténtica profesión para proteger a su amada.
Fuego cruzado
Aunque el debut de Abrams con Ethan está enfocado a las piruetas y dejar momentos repletos de acción, hay un cierto empeño en darle humanidad al agente, alejándolo de los espías impertérritos que pierden camaradas y pasiones sin pestañear. No solamente con Julia, interpretada por Monaghan, también le veremos tener alguna conversación más profunda con Luther, su apoyo en la red, destinado a perdurar en el FMI.
El show estaba garantizado, si bien la promoción del film fue una de las horas públicas más duras para Cruise. Considerado el modelo de estrella siempre entregada a los proyectos por voces tan autorizadas como Cameron Crowe, su lado más vulnerable quedó expuesto cuando chocó con los irreverentes y geniales creadores de South Park, quienes querían poner en la parrilla televisiva Trapped in the Closet. Dirigido por Trey Parker, el episodio se burlaba de la cienciología, credo profesado por el actor.
Hubo acusaciones de que, usando su posición mediática, Cruise buscó presionar para cancelar la emisión del mismo bajo amenaza de no acudir a algunos actos publicitarios del canal. La legión de fans de South Park respondió a través de internet solicitando que se hiciera boicot a la nueva superproducción. Afortunadamente, hoy podemos seguir disfrutando libremente de ambos productos de entretenimiento. Debe añadirse que, en distintas ocasiones, Cruise negó haber realizado cualquier tipo de medida contra la retransmisión de los Cartman y compañía.
Sea como fuere, la cinta volvió a ser altamente rentable en taquilla y se sospechaba que habría, al menos, otra continuación de ese universo de falsos rostros y alta tecnología. Uno de los culpables era Michael Giacchino, capaz de respetar la partitura original y aderezarla con mayor épica. David Saiz y Asier G. Senarriaga han regalado un detallado análisis de la música de la trilogía.
Misión imposible: Protocolo fantasma: la hacedora de estrellas
Jonathan Rhys-Meyers pudo confirmar su progresivo ascenso en Hollywood de la mano de haber sido visto en la pantalla grande ayudando a Ethan contra el peor villano que había conocido hasta la fecha. No era el único caso en el largometraje de Abrams, puesto que Maggie Q, auténtica estrella de artes marciales en el mercado asiático, pudo gozar de un escaparate incomparable para sus mejores coreografías.
Curiosamente, Monaghan logró ir confirmando su posición como actriz principal en la Meca del cine, si bien Misión imposible: Protocolo fantasma (2011) la limitaría a un breve cameo. Llegado ese momento del viaje, conviene recordar que los únicos que siempre habían estado al timón eran Cruise y Wagner, la sagaz productora que se había labrado una reputación formidable al apostar por una promesa de 19 años que dormía en el sofá de Sean Penn.
Paralelamente la estrella se metía en líos y polémicas por algunos aspectos de su vida privada, Wagner siempre lo había respaldado como los compañeros de Ethan lo harían en una cuarta película donde era falsamente acusado de un intento terrorista sobre el Kremlin. De cualquier modo, después de tres entregase se marcó un Rubicón que separó los caminos de un binomio que parecía irrompible.
La sagaz mano de esta mujer de negocios, una actriz que había renunciado a su primer sueño interpretativo por los corsés de personajes que se le solían colocarla a las jóvenes de su edad, había mediado para que Robert Towne, guionista afamado, fuera la pluma detrás de la primera pieza de Brian de Palma. Lo accidentado del rodaje llevó a un clásico de los argumentos en la franquicia: tener unas escenas de acción muy claras y un libreto que se iría reescribiendo al compás de la aventura.
La amenaza fantasma
Cruise y Wagner coincidían en que debía haber una tetralogía de filmes. Pese a que sus polémicas televisivas y algunas declaraciones habían acentuado la separación de su protectora, el intérprete quería volver a producir otra tarea titánica para Ethan. De hecho, el astro lo hacía con la incómoda sensación de que la Paramount estaba pensando en ir planteando un relevo generacional para el super espía al estilo de lo que sucedía con James Bond desde hacía décadas.
En aquella ocasión, el hombre detrás de la cámara sería Brad Bird; una apuesta arriesgada del productor, puesto que los innegables éxitos de este cineasta se habían dado en el género de la animación y ahora lo sumergían en un género diferente. Cruise incorporó al organigrama a Christopher McQuarrie, un hábil escritor que sería imprescindible en el proyecto. Pronto, logró meterse en el bolsillo tanto a Bird como McQuarrie para convencerles de un futuro brillante de películas… donde Ethan siguiera siendo el protagonista.
McQuarrie y Cruise habían coincidido en Operación Vaquiria (2008), un vínculo destinado a fortalecerse durante los siguientes años. En todo ese proceso, Cruise estuvo inquieto por los rumores de que se iba a apostar por un reboot con Jeremy Renner, otro espléndido intérprete para el género de acción que había sobresalido en la tercera parte como integrante del FMI. Si bien con buenos números en taquilla, la tercera aventura de Ethan había supuesto un retroceso con respecto a los dividendos anteriores, algo terrible en el mundo devorador de Saturno que es Hollywood.
Los dados estaban en el aire, si bien, como suele suceder a los espías de la ficción, los astros se alinearían para que todo terminase saliendo bien para el protagonista.
Nobody dies
El viaje del héroe en Misión imposible termina siendo uno con el que es fácil enfatizar. McQuarrie pronto se dio cuenta de que los hechos de la primera película de la saga condicionaron psicológicamente a Ethan. A diferencia de otros presuntos hombres de hierro y gatillo fácil, él mira hasta el mínimo detalle de sus nuevos equipos, intentando evitar el infierno que sufrió en aquella embajada estadounidense.
Si bien el simpatiquísimo Simon Pegg puede funcionar como alivio cómico en varias ocasiones, resulta evidente que el super espía no solamente quiere salvar el mundo. Su tripulación debe regresar íntegra. Una tropa donde seguía estando Jeremy Renner, quien, no obstante, cada vez pensaba más en el querido Clint Barton de Marvel Studios. Su decisión fue un gran éxito para él, mientras que las jugosas cifras de Protocolo fantasma renovaron la fe de la Paramount en que Tom Cruise mantenía su condición de rey Midas.
Tantos hallazgos de casting no son casuales y suelen ser un distintivo de esta máquina de hacer taquilla, puesto que disfrutaríamos de la primera irrupción de la estrella francesa Léa Seydoux en un papel con escenas de acción que incluyó una memorable pelea contra Paula Patton. Como Jane, un miembro del cuerpo especial de Hunt, Patton mostrará una fortaleza con reminiscencias a los mejores momentos de Linda Hamilton como la icónica Sarah Connor.
Buscando dar mayor verosimilitud a los instantes en la Plaza Roja, encontraremos a auténticos rusos como Vladimir Mashkov, mientras que Tom Wilkinson se uniría al Dream Team de veteranos (Hopkins, Voight, etc.) que prestan su aura a Misión imposible. Cruise demostraba que mantenía energías para escalar el edificio más elevado de Dubai o seguir corriendo sin parar. Expertos de este blockbuster como Pedro Gallego siguen considerándolo el clímax insuperable.
Misión Imposible: Nación Secreta: Little secrets
McQuarrie había disfrutado tanto de la experiencia que terminó acordando con Cruise que la siguiente cinta le tendría a él como director. Una acertada medida tras la negativa de Bird a continuar a los mandos en el set de rodaje. Su trabajo con Jack Reacher justificaba su oficio en el género. Misión imposible: Nación Secreta (2015) se convirtió en otro éxito que, además, sería la última aparición de Jeremy Renner hasta la fecha en la franquicia.
La aventura sería tan frenética que Ethan se colgaría en un avión durante pleno vuelo. Sea como fuere, incluso ese icónico instante quedaría eclipsado por un fichaje de postín que iba a perdurar en el imaginario del FMI: Rebecca Ferguson. La artista sueca se convierte en el auténtico motor de un hiperbólico metraje que se ve conteniendo la respiración Su papel, Ilsa Faust, serviría a la actriz para catapultar su reputación en Hollywood, incluyendo algún momento operístico con Hunt.
Sin descubrir la pólvora, el guion se plantea lo más obvio para crear una némesis a la altura del FMI: el Sindicato, un reverso tenebroso de las organizaciones de espionaje benignas y con un gran poder de destrucción. En esta ocasión, McQuarrie escribió la trama basándose en el trabajo previo del guionista Drew Pearce. Como bien ha rastreado Pedro Gallego, hubo una tercera pluma implicada, la de Will Staples. Finalmente, fieles a la tradición de esta factoría, estaban claras las peleas e infiltraciones más espectaculares. Hilar un eje narrativo alrededor de ellas sería un operativo de improvisación.
Como hábiles estrategas, Cruise y su equipo sortearon retos complicados como la nueva trilogía de Star Wars para seleccionar el estreno en un momento menos competitivo, auténtico acierto a todos los niveles. La dualidad de Ferguson merecía ese reconocimiento.
Misión Imposible: Fallout: Más dura será la caída
Presionado por sus compromisos con Marvel Studios, Jeremy Renner terminó sorteando un presunto cameo en Misión imposible: Fallout, nada menos que la sexta pieza del rompecabezas alrededor de Ethan Hunt. Resulta una pena la ausencia de William Brandt en el FMI, si bien eso hace asimismo pensar que será posible un reencuentro en el futuro. Y es que McQuarrie quería que el agente se sacrificase heroicamente por el resto de sus compañeros en las escenas iniciales.
De hecho, el escritor ya había hablado con Tom Cruise en persona sobre su vinculación al proyecto y se sentía preparado para repetir incluso tras la cámara para tomar plenas responsabilidades de la nueva operación. Buscando aportar frescura a un engranaje con muchos años a sus espaldas, se dio la batuta de la composición de la banda sonora a Lorne Balfe, en aras de obtener savia nueva.
En esta ocasión, se acentuaría al máximo la ansiedad de Hunt alrededor de no perder a su staff de trabajo. Si Rebecca Ferguson y Sean Harris repetían en el elenco, llegaba el momento de Henry Cavill, una excelente incorporación que, desgraciadamente, coparía muchos titulares extra-cinematográficos por su peculiar bigote, el cual daría muchísimos quebraderos de cabeza al universo cinematográfico DC.
El compromiso del casting resultó encomiable. Ferguson confirmó una habilidad innata para las escenas de acción que le serían muy provechosas en la Dune orquestada por Denis Villeneuve. Otro tanto podía decirse de Tom Cruise, capaz de jugarse el tobillo rodando en persona una carrera por los tejados londinenses. El FMI visitaba capitales tan hermosas como París y dejaba un rastro de pura aventura difícil de igualar.
Buscando crear situación de continuidad aparecía el talento de Henry Czerny, perfecto como el ladino y oportunista Kittridge. Sin embargo, en esta ocasión las chicas malas coparon los titulares.
Vanessa Kirby: La Viuda Blanca
No tiene ningún vínculo reconocido con Natasha Romanoff, pero la traficante de armas Alanna Mitsopolis se metió en el bolsillo al fandom de Misión imposible, pese a sus pocos minutos de metraje. Buena parte de la culpa de que la Viuda Blanca se convirtiera en una aparición querida de la saga recaía en los hombros de Vanessa Kirby, anticipando lo espectacular que ha sido en The Crown y su elegancia en el Napoleón (2023) de Ridley Scott.
Y es que estamos ante un ejemplo perfecto de intérprete versátil que puede moverse con gracia por diferentes géneros y encajar como anillo al dedo tanto en proyectos más artísticos como en productos directos para arrasar en la taquilla como Fast and Furious. Su Viuda Blanca es la clásica figura antiheroica que funcionan tan bien en las buenas tramas de espionaje, exhibiendo un aroma imprevisible que permite que cada minuto que comparte con Ethan sea de alto voltaje. Además, demuestra una especie de alma partida muy desequilibrada, puesto que la actriz británica considera que la oscuridad donde se ve envuelta Alanna se cobraría ese peaje, un rasgo que la hace todavía más complicada de descifrar.
Kirby tardó muy poco en confirmar que volvería para las dos siguientes entregas de la franquicia, una de las cuales debían suponer el cierre el círculo para uno de los super espías que mejor han sabido moverse en un mercado tan complejo como el de la cartelera. Realmente, resultaba llamativo que una sexta continuación del primer éxito de Brian De Palma arrojase unos generosos dividendos de 791 millones de dólares.
Hay muchos McGuffins alrededor de un metraje frenético que se va moviendo por el Viejo Continente entre plutonio de contrabando, pero cumpliendo con la preceptiva hitchcockiana de no aburrir nunca a la persona que se sienta en la butaca.
IA como broche final
Hay muchas incógnitas tras haber disfrutado de Sentencia mortal, si bien es casi innegable el rosario de virtudes que posee como gran cinta de entretenimiento de espías. Una de las cuestiones más apasionantes es el destino de Paris, especialmente tras su último encuentro con Gabriel. Interpretado por Essai Morales, se trata del gran villano de la que, suponemos, será la última batalla de Ethan Hunt.
Gabriel es un antagonista actualizado que pretende hacerse con el poder gracias a La Entidad, una inteligencia artificial que traza un plan excelente para sembrar el caos, sacando ventaja del misterioso suceso de un submarino accidentado en Sebastopol. Solamente una cosa ha enturbiado el broche de oro a esta saga y es la reciente huelga del sector, algo que ha llevado al anuncio de su estreno para mayo de 2025.
Si algo nos han enseñado estos años es que no importarán los contratiempos. Con elementos como la Viuda Blanca, Paris, Iris o la habilidad bajo el teclado de Luther, Ethan podrá seguir corriendo sin parar para regocijo de la audiencia.