‘Minari. Historia de mi familia’: lo que el sueño americano nos quitó
Allí, al fondo, un poco alejada de todo, rodeada de fresco y verde césped está su nueva casa con ruedas. A ella no le hace mucha gracia la perspectiva de vivir ahí, pero los niños parecen familiarizarse rápidamente con el lugar. Todo está cercado por hierbas, árboles y cruzando parte del bosque hay un arroyo, un sitio ideal para plantar minari.
El minari es una planta que suele crecer en sitios con abundante agua dulce sin mucha dificultad. En coreano se traduce como apio de agua y es originaria de los países asiáticos. Para Lee Isaac Chung, director de Minari. Historia de mi familia (2020), esta planta es mucho más de lo descrito, para él simboliza la unión, el crecimiento y desarrollo frente a la adversidad y, cómo no, su familia.
Empezar de cero
La historia de Minari trata sobre una familia coreana formada por padre, madre, hermana mayor y hermano pequeño (Jacob, Mónica, Anne y David, respectivamente) que vive en Estados Unidos y que se muda de California a Kansas para empezar una nueva y mejor vida.
El plan de Jacob es que él y Mónica trabajen como sexadores de pollos unos años, mientras cultivan frutas y verduras coreanas en la enorme parcela alrededor de la casa para venderlas al por mayor.
A Mónica esto no le hace gracia, el lugar está aislado, el hospital, que David puede llegar a necesitar, a una hora en coche, y los niños no pueden quedarse solos todo el día mientras trabajan. Así, la madre de Mónica acaba yendo a vivir con ellos para cuidar de los niños.
El mito de Sísifo
Sísifo fue castigado por Hades a empujar una enorme piedra por la empinada ladera de una montaña. Cuando estaba a punto de llegar a la cima, la piedra rodaba otra vez hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo en un bucle infinito que los dioses no tenían previsto terminar.
Esa es la historia de Minari. Las desgracias se suceden en esta familia coreana una y otra vez. Problemas con el agua para regar la plantación de Jacob, problemas de salud del precioso David, problemas de salud de la abuela y hasta incendios.
La trama, que está muy bien armada, se deshincha un poco hacia la mitad de la película por eso mismo. Peca de lo mismo que la Gravity de Alfonso Cuarón, demasiadas penurias y fatigas que no son necesarias para entender el asunto que nos están queriendo contar.
Aun así, la historia es tierna, especialmente porque durante la mayor parte del metraje vamos de la mano del pequeño de la familia, David. Un dulce niño con problemas de corazón, al que sus padres no permiten correr y que no para de repetir que su abuela, a quien no conocía antes de que se mudara con ellos, “no es una abuela de verdad”.
Un drama lleno de comedia
A pesar de todas las vicisitudes que debe atravesar esta familia emigrada de Corea, Chung no se resigna a hacer un dramón de todo ello. Dos personajes concretos aportan la mayor parte del tiempo el punto cómico y a la vez enternecedor a este largometraje.
Uno de ellos es Paul, un señor americano que le vende un tractor a Jacob y que acaba trabajando con él en la siembra, cuidado y recolección de sus frutas y hortalizas. Paul es un abnegado religioso que los domingos, en lugar de ir a misa, se pasea por los caminos de tierra cargando una gigantesca cruz a las espaldas, en una penitencia al más puro estilo Jesucristo.
El otro motivo de risas es, cómo no, la abuela (interpretada por Youn Yuh-jung y que ganó el Oscar a mejor actriz de reparto en 2021 por este papel). Como dice David, “no es una abuela de verdad”. Dice palabrotas, juega a las cartas y le encanta ver el boxeo mientras se asusta de esos golpes que serían capaz de matar.
Ella es la que decide plantar minari, sin preguntar a nadie, cerca del arroyo que hay cruzando el bosque. También ella se da cuenta de que David es más fuerte y resistente de lo que sus padres creen. Poco a poco se va ganando al pequeño, ya que es una mujer tremendamente afectuosa y atenta, y no se enfada en exceso ni siquiera cuando David la engaña para que se beba su pis.
Lo que el sueño americano nos quitó
Kansas significa una vida mejor para Jacob, pero no así para Mónica. La aventura está a punto de costarles su relación y, en última instancia, la separación de su familia. No se deja claro qué pasa al final, ya que el desenlace de la historia queda algo abierto.
Lo que está claro es que el sueño americano no les sale como habían pensado. No resulta fácil comenzar una aventura empresarial de ese calibre viniendo de la nada absoluta, por lo que la película termina como comenzó: empezando de cero.
De nuevo nos remitimos al mito de Sísifo, con el que Minari tiene mucho que ver de fondo. El sueño americano casi destruye a esta familia, pero por esa misma filosofía de perseverar que tienen los estadounidenses y que Jacob asume, también les hace recomenzar, seguir intentándolo y seguramente el espectador sea proclive a pensar que en algún momento lo consiguen.
El auge del cine coreano
Minari, de corte autobiográfico, le ha valido a Lee Isaac Chung varios premios entre los que se encuentran el mencionado Oscar de Yuh-jung, el Globo de Oro a Mejor Película de Habla no Inglesa y el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público en el festival de Sundance.
Es claro que la industria cinematográfica de Corea viene despuntando desde hace tiempo, pero en los últimos años parece haber dado el gran salto transatlántico hasta las américas, donde está triunfando sin dudar. Así tenemos tanto el ejemplo de Minari, como el de Parásitos, que se coronó ganadora del Oscar a Mejor Película en 2020.
Otra película coreana de la que hemos hablado hace poco en Las Furias es Moving on (Hermanos en una noche de verano) que pienso que está mejor cerrada y tiene un desarrollo de argumento mucho más claro que Minari. Ambas hablan de historias familiares, pero la de Minari es de superación de obstáculos, mientras que en Moving on vemos pasar la vida, literalmente.
El cine coreano está de moda y lo que está claro es que hay motivos suficientes como para que lo esté. La fotografía, la música y las interpretaciones, hacen de Minari un cuento familiar recomendable para todo aquel que guste deleitarse con los relatos pausados, intimistas y profundos.