Errejón denunciado por acoso sexual: ¿explotará el #MeToo en España (de una vez por todas)?
Octubre de 2017. Caso Harvey Weinstein. Estados Unidos. Se desata el movimiento #MeToo. Este fue el epicentro del terremoto que llegó decidido a romper el silencio y destapar los casos de abusos, acoso y explotación sexual que hombres, hasta entonces, intocables, habían cometido al amparo de su poder y de una sociedad cómplice. Siete años después y a miles de kilómetros, otro nombre poderoso sale a la palestra denunciado por acoso sexual. Es el sonado e impactante caso de Íñigo Errejón, denunciado por acoso sexual por la actriz y empresaria Elisa Mouliaá.
Caso Errejón: del primer terremoto a las réplicas
Desde aquel primer terremoto, la lista de personalidades destacadas en diversos ámbitos no ha parado de engordar. También, en los últimos años, han resonado réplicas más persistentes en países tan cercanos como Francia donde el movimiento se manifestó bajo el hashtag #BalanceTonPorc, que literalmente significa “denuncia a tu cerdo”. Esta etiqueta fue popularizada por la periodista Sandra Muller en octubre de 2017, cuando instó a las mujeres a compartir sus experiencias de acoso sexual. La respuesta fue abrumadora, con miles de mujeres francesas alzando la voz y denunciando a sus agresores.
¿Y qué pasa en España? Hemos visto algunos conatos en nuestro país, el más reciente fue la acusación pública de seis mujeres anónimas al director de cine Carlos Vermut por violencia sexual. El cineasta ganador de la Concha de Oro en San Sebastián por Magical Girl, nueve meses después, afirma que no existe ninguna denuncia por violencia sexual y anuncia acciones legales contra el medio que difundió la información.
Esta noticia parecía ser tan solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor y con graves implicaciones en el mundo de la cultura. Ahora es el turno de la política.
¿Cuándo explotará realmente el movimiento #MeToo o en nuestro país?
Con el caso de Harvey Weinstein en 2017 no solo comenzó el movimiento #MeToo como denuncia pública hacia los abusos sexuales cometidos por los poderosos, también comenzaron a tambalearse los robustos cimientos del viejo orden patriarcal para poner bajo el foco judicial, mediático y social a aquellos nombres que parecían intocables. Y lo que es tanto o más importante: se abrió un espacio público de lucha que rompía el silencio, el miedo y la vergüenza de las víctimas.
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Octubre de 2017
Las revelaciones de las periodistas de The New York Times, Jodi Kantor y Megan Twohey, que apuntaban al poderoso productor, pronto se vieron acompañadas de otras contra más personalidades de la industria del cine y la televisión. De las más sonadas han sido las de Louis C.K, Joss Whedon o Leslie Moonves. Pero, estas acusaciones no solo han afectado a intocables del show business, el #MeToo ha llegado a todos los ámbitos y sectores profesionales.
La película The Assistant (Kitty Green, 2019), disponible en Filmin, se valía del caso Weinstein y de otros para destapar el lado más sórdido y cruel de la industria del cine y de otros sectores profesionales que han legitimado estos abusos de poder. Puedes leer una reseña de la película a través de este enlace.
Del #MeToo al Balance Ton Porc (Denuncia tu cerdo)
El movimiento #MeToo se extendió por gran parte del mundo: desde Estados Unidos a Europa, pasando por Irán o Corea del Sur. El hashtag tuvo un importante alcance en más de 80 países, principalmente a través de Twitter. A este hashtag matriz se unieron otros como el #QuellaVoltaChe (“Aquella vez que”) en Italia; el #YoTambién en España y Latinoamérica o el #BalanceTonPorc (“Denuncia tu cerdo”) en Francia. Precisamente en el país vecino, el tema estuvo de plena actualidad y políticos, intelectuales y otros poderosos del país galo recibieron acusaciones sobre abuso sexual.
La periodista francesa Sandra Muller se unió ya en 2017 a la campaña estadounidense llevándola a Francia y alentando a “destapar a los cerdos” con la etiqueta #BalanceTonPorc. En un primer momento, la reacción mayoritaria en Francia fue ir en contra del movimiento, o al menos esa fue la reacción más sonora. Seguro que recuerdas la carta que firmaron algunas de las mujeres más conocidas e influyentes del país capitaneadas por la mítica actriz Catherine Deneuve.
Sin embargo, desde entonces, las cosas han cambiado mucho en Francia. Lo contaba el periodista de The New York Times, Norimitsu Onishi, que apuntaba como paradigma del cambio de rumbo sobre el movimiento el hecho de que Muller haya ganado la apelación (aún sin presentar hechos nuevos) al caso de difamación que perdió en 2019 contra un ex-directivo de televisión al que había señalado en Twitter bajo la etiqueta #BalanceTonPorc. La propia Muller ha declarado que “ha habido un salto hacia adelante”.
Las réplicas del terremoto #MeToo en Francia
En Francia muchos hombres poderosos se enfrentaron a acusaciones sobre abusos sexuales. Lejos de la primera reacción al #MeToo que vimos en Deneuve y compañía, parece que en Francia ha transcurrido el periodo de maduración necesario para comenzar a limpiar bajo las alfombras. Y al hilo del movimiento, la sociedad gala comenzó a replantearse conceptos como la masculinidad francesa, siempre ligada a la figura del seductor irresistible, así como el concepto de consentimiento sexual.
Si en un primer momento se percibió este movimiento como “una distorsión estadounidense del feminismo”, son muchas las personalidades que se están viendo señaladas. Los casos más sonados fueron los del escritor Gabriel Matzneff; el periodista deportivo Pierre Ménès; el presentador Patrick Poivre d’Arvor; el exministro Georges Tron; el intelectual Olivier Duhamel; el artista Claude Lévêque o el actor Gerard Depardieu, entre otros nombres.
De Francia a España con el caso Errejón
El movimiento #MeToo está cambiando las dinámicas de poder entre mujeres y hombres, o al menos, se está exponiendo públicamente esta desigualdad y los abusos que puede provocar. El #MeToo ha logrado abrir la conversación, pero la transformación total de la sociedad está aún lejos, en la medida en que el sistema socioeconómico actual sigue en manos masculinas en su mayor parte.
Porque esto no va de sexo, va de poder. Las dinámicas de poder preestablecidas son una de las bases de la violencia de género ejercida a lo largo de la historia y que se perpetúa hasta nuestros días. No podemos olvidar que también hay hombres denunciantes de estos abusos, en su mayoría muy jóvenes. Y es precisamente en la edad donde vemos de nuevo el abuso de poder. Por tanto, no se ejerce únicamente contra las mujeres, es cierto, aunque son las víctimas mayoritarias.
El movimiento se ha sentido en todo el mundo, pero las reacciones están siendo desiguales. En España, la serie documental Nevenka, disponible en Netflix, y más recientemente la película de Icíar Bolláin Soy Nevenka, inspirada en el caso de Nevenka Fernández, nos recuerda cómo el acoso sexual y el abuso sexual parecía ciencia ficción en los noventa. El caso fue muy mediático y este documental y la película posterior reconocen, veinte años después, la valentía de Nevenka al denunciar públicamente el acoso sexual por parte de su jefe, Ismael Álvarez Rodríguez, entonces alcalde Ponferrada.
Nevenka y todas las demás
Dos décadas atrás, Nevenka Fernández tuvo que escuchar como García Ancos, por entonces fiscal jefe de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, justificaba durante el juicio que “era normal que los hombres tocasen el culo a sus subordinadas”. Aquí lo cuenta mi admirado Juan José Millás en El País, autor de Hay algo que no es como me dicen: El caso de Nevenka Fernández contra la realidad.
Nevenka se atrevió a remover los cimientos, pero no le salió gratis. Ante la repulsa social, se marchó de España. Mientras, su acosador, aunque en un primer momento dimitió, poco tiempo después siguió con su carrera en política y su vida social permaneció como si tal cosa. Fue una de las primeras condenas por acoso sexual a un político en España a la que siguieron otras.
El acoso sexual y el abuso de poder en la cultura
Fuera del ámbito político, en la música, Plácido Domingo fue acusado de abuso de poder y conducta inapropiada por varias mujeres. Actrices como Bárbara Rey, Maru Valdivieso, Leticia Dolera, Aitana Sánchez-Gijón o Carla Hidalgo también han hecho público el acoso y abuso sexual que han sufrido por parte de compañeros de profesión, productores y directores, sin que por el momento hayan salido a la luz sus nombres. Ellas fueron algunas de las que se unieron al hashtag #MeToo en octubre de 2017, junto a políticas como Teresa Rodríguez o Clara Serra; periodistas como Ana Alfageme o Alejandra Agudo, e incluso la inspectora de policía Luisa Velasco.
La artista Paula Bonet, en su primera novela (con mucho de autobiografía) La anguila, relataba también el abuso sexual por parte de un poderoso del mundo de las Letras. Las posibles represalias y acusaciones por difamación siguen teniendo mucho peso y hacen de contrafuerte evitando que los nombres salgan a la luz.
Según un estudio reciente de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), 102 millones de mujeres europeas han sido víctimas a lo largo de sus vidas de abuso sexual, lo que supone que el 55 % de las mujeres del continente han relatado haber sufrido en algún momento de su vida como besos, abrazos y tocamientos indeseados, comentarios sexualmente insinuantes, mensajes con contenido sexual explícito o conductas exhibicionistas. Y estas son únicamente las que lo han contado.
El caso Carlos Vermut
El director de cine español Carlos Vermut fue acusado de violencia sexual por tres mujeres, según una investigación de El País. Los supuestos incidentes ocurrieron entre 2014 y 2022 e involucraron a mujeres de la industria del cine y la cultura. Aunque ninguna de las acusaciones se formalizó ante la policía en su momento, según aseguran las denunciantes, por miedo a perder el empleo y oportunidades profesionales, las mujeres han proporcionado declaraciones juradas y pruebas de sus experiencias.
El primer caso reportado apunta a un encuentro en el que Vermut habría actuado de manera violenta. El segundo caso involucra a una estudiante a la que se ofreció trabajo y que relata un episodio de acoso. El tercer caso describe una relación con encuentros sexuales caracterizados por violencia y prácticas vejatorias. Vermut niega haber sido consciente de ejercer violencia sexual y afirma que todas sus prácticas sexuales fueron consentidas.
En respuesta a las acusaciones, la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA) exprexó su apoyo a las víctimas y está trabajando en medidas para combatir el acoso en la industria, como protocolos y cláusulas antiacoso en contratos laborales. La Unión de Actores también reaccionó, enfatizando la importancia de seguir los procedimientos legales y ofreciendo apoyo a las víctimas.
El caso Errejón
La actriz, colaboradora y empresaria Elisa Mouliáa ha denunciado públicamente un caso de acoso sexual que tiene como protagonista al político Íñigo Errejón, quien ha dimitido de todos sus cargos. Ernerst Urtasun, portavoz de Sumar, ha declarado en las últimas horas: “los mecanismos de detección de nuestra organización han fallado” y ha declarado que, de haber sido conocedores antes de estos casos de violencia sexual, habrían expulsado a Errejón “mucho antes”.
Lo que queda ahora pendiente de esclarecer era quién sabía, quién consentía y quién, pudiendo hacerlo, no tomaba medidas. Ya están apareciendo nuevos relatos de otras mujeres que, supuestamente, han pasado por situaciones similares a las que señalaba Elisa Mouliaá. Muchas preguntas que se irán respondiendo en los próximos días y semanas.
En estas situaciones, las denuncias colectivas son la clave. Para que se produzcan más denuncias públicas debe existir el clima adecuado. Cada víctima tiene sus tiempos y deben ser respetados. Que las víctimas dejen de sentir vergüenza por haber sido víctimas, que la sociedad y el sistema las apoye, las crea y respalde sus testimonios. Que se creen lugares de libertad y seguros para poder expresarse y que las víctimas se sientan protegidas y arropadas para que las experiencias traumáticas, por mucho tiempo ocultas, dejen de estarlo y puedan sanar.
Foto de portada de Agencia EFE.