‘Los Soprano’: Top 10 de sus mejores episodios
“Oye, he rechazado cada guion sobre mafia los últimos diez años. No quiero hacer esto”. La voz de la dama sonaba alta y clara sobre el asunto. La intérprete de Los Soprano seguía teniendo los resabios de aquella modelo que se había revelado como actriz en La sombra del testigo (1987) de Ridley Scott. Y es que Lorraine Bracco poseía todos los mimbres para ser una intérprete memorable, algo confirmado por su rol como pareja del mafioso caracterizado por Ray Liotta en la imperecedera Uno de los nuestros (1990).
Al otro lado, Sheila Jaffe entendía la postura de la arista, quien temía verse encorsetada al papel de italoamericana en un matrimonio tenso con un miembro de la Cosa Nostra. No obstante, Jaffe sabía que sostenía una bomba entre las manos. David Chase había puesto mucho de sí mismo en aquel borrador de Los Soprano. Asimismo, de Shakespeare y de Edipo. Debía leerlo, comprender que estaban frente a una de esas ocasiones que se presentaban cada cien libretos. Llegó a confesar que habría suplicado de rodillas a Bracco que le diera una oportunidad.
Décadas después, en el vibrante podcast llevado a cabo por Michael Imperioli y Steve Schirripa, recopilado en un delicioso libro junto a Philip Lerman, la dama de la actuación reconoció que cayó rendida frente a aquella boutade donde un capo criminal acudía a una consulta terapéutica y mostraba muchos de los sinsabores de la vida adulta en los Estados Unidos a finales del siglo XX. Eso sí, señaló a Jaffe que no podía ser Carmela Soprano. Su olfato decía que su caramelo estaba en la doctora Melfi, la psiquiatra que atendería a uno de los tipos más peligrosos de New Jersey. Y el resto es historia de la televisión y la decisión que modificó el concepto de los canales por cable.
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Los Soprano: fundido a negro
Nadie que lo vio ha olvidado donde se encontraba cuando cayó el telón en aquel verano que arrancaba en el año de 2007. Incluso la NBA, en plena emisión de las Finales de la NBA entre San Antonio y Cleveland, sabía que sería imposible competir con aquel hito de la pequeña pantalla. Seis temporadas dieron para mucho desde que Tony Soprano entró en aquel despacho por un ataque ansiedad de proporciones épicas.
Richard Greene y Peter Vernezze incluso dedicaron un volumen a reflexionar sobre los aspectos filosóficos de un show que demostró que otra forma de entretenimiento era posible. ¿Nos atraía el mal que emanaba del clan Soprano? A través de una figura como Peter Bogdanovich, quien encarnó al terapeuta de la propia Melfi, descubrimos que la sofisticada doctora cayó en las redes seductoras que llevan a muchas personas a disfrutar de las grandes películas de miedo. Experimentar la adrenalina del peligro, pero sin afrontar sus consecuencias.
Parodiada en comedias tan finas como Una terapia peligrosa (1999), la premisa más increíble resultó coherente. Tony, encarnado por el añorado James Gandolfini, aprendió mucho de sus sesiones, aunque no precisamente a ser mejor persona. Gracias a los consejos psicológicos supo manipular a su tío Junior (Dominic Chianese) para usarlo como hombre de paja y ser el líder en la sombra del hampa. También aceptó la recomendación de leer a Sun Tzu y descubrir los secretos de la guerra con tintes políticos.
Melfi pudo comprobar que su cliente nunca mejoró en lo realmente importante, controlar su ira y rabia animal. Incluso tuvo cristales rotos que lo corroboraron. Ambos danzaron en dos mundos que llegaron a tocarse, en una frontera difusa e inolvidable. Con motivo del vigésimo quinto aniversario de la leyenda, hacemos nuestro particular ranking con el top 10 de episodios de Los Soprano.
Los Soprano: Universidad (Temporada 1, episodio 5)
Elvira Lindo, sagaz escritora, advirtió que había algo en el peculiar físico de James Gandolfini que atraía a hombres y mujeres por igual. La fuerza de su interpretación hacía que Tony Soprano resultara simpático por momentos, incluso adorable. Pese a su profesión, no estaba tan alejado de Al Bundy o Carl Winslow. Es decir, el modelo de paterfamilias que la pequeña pantalla promocionaba.
Todd A. Kessler, pieza esencial del equipo de David Chase, se dio cuenta de que lo estaban logrando a pasos agigantados a través de un actor en estado de gracia. Por ello, sugirió que la audiencia debía pagar el precio por seguir al monstruo. En un capítulo que parecería de transición, escrito entre Chase y James Manos Junior, llevar a su hija Meadow a ir seleccionando campus universitario, ocurriendo cosas terribles cuando Tony crea toparse con un antiguo topo del FBI.
Jamie-Lynn Sigler se presentó al casting de la serie pensando que, por el nombre, sería algo de tipo musical. No obstante, su soltura frente a la cámara la hizo la ganadora del puesto como primera heredera de Tony y Carmela. Durante el viaje en coche, la inteligente muchacha, más madura que su hermano pequeño Anthony Junior, logra que su padre confiese que, efectivamente, trabaja para la mafia. Su aceptación es parecida a la del público cómplice.
Mostrando astucia y crueldad a partes iguales, Tony amortizará el tiempo en moteles y aulas universitarias para dar sangrienta revancha, pero manipulando a su hija para quedar al margen. En trama paralela, su esposa está a punto de acostarse con el padre Phil (Paul Schulze), un ladino hombre de fe que coquetea con las feligresas.
Tony logra ocultar a Meadow su fechoría, aunque, ¿por cuánto tiempo más podrá hacerlo sin salpicar? Allen Coulter dirige y cierra con esa inquietante pregunta.
Los Soprano: Sueño con Jeannie Cusamano (Temporada 1, episodio 13)
Nancy Marchand convenció a David Chase de inmediato. La veterana intérprete neoyorquina era justo lo que creador de Los Soprano quería para Livia, la colosal presencia materna que tanto condiciona la personalidad de su hijo Tony. Llamada como la célebre emperatriz, Chase soñaba con establecer un paralelismo entre esta abuela mafiosa y la versión de la esposa de Augusto que llevó a cabo Siân Phillips en Yo, Claudio.
A buen seguro lo consiguió y todo ello fructifica en el frenético final de la primera campaña, donde Livia intenta vengarse a lo grande por haber sido ingresada en una residencia. Manipulando hábilmente a su cuñado Junior para que ordene asesinar a Tony, asimismo retuerce las cosas para que una inofensiva visita de Artie Bucco (Jon Ventimiglia), amigo de infancia de su hijo, se convierta en otra fuente de conflicto.
Una sucesión de bombas emocionales y físicas que están a punto de provocar la caída de un Tony ya de por sí profundamente deprimido. Milagrosamente salvado del intento de asesinato a cargo de unos sicarios, el protagonista de la serie restaura la situación y recoger los frutos de su manipulación de Junior (usando perversamente los consejos de la doctora Melfi) y hacer que sea su tío quien cargue con la culpa policial mientras él se convierte en el primus inter pares en New Jersey.
John Patterson dirige con mano firme un capítulo donde Chase puso algunos de sus propios fantasmas materno-filiales, mientras el duelo Marchand-Gandolfini se convierte en uno de los más fuertes jamás vistos en la pequeña pantalla. El brindis final de Tony con su mujer e hijos quedaba como el cierre melancólico perfecto.
Los Soprano: Commendatori (Temporada 2, episodio 4)
La mística alrededor de la familia criminal siempre ha invadido al séptimo arte. No en vano, cineastas como Martin Scorsese admiten que no es infrecuente que se encuentren con un sector del público que adora sus películas, pero malinterpretan su mensaje real. Commendatori es un episodio muy especial de la segunda temporada de Los Soprano, la oportunidad que Tony, Christopher (matón de confianza) y Paulie (joven protegido) tienen de viajar a Nápoles para descubrir sus raíces mientras cierran un jugoso negocio ilícito de venta de coches.
La llegada a tierras transalpinas mostrará el carácter de cada integrante del triunvirato. Paulie se dejará llevar para la sobreactuación, buscando conectar por todos los medios con el lugar sin permitir que ocurra de forma natural. Christopher pronto cae en vicios como la droga; el único capaz de recordar la verdadera causa de su visita es el capo. De hecho, Tony mostrará mucho aplomo para no perder la cabeza frente a Annalisa, una prima lejana.
Al igual que él ha hecho con su tío Junior, esa astuta pelirroja logra dirigir una eficaz familia a través del cuidado de su padre Vittorio, ya senil. Encarnada por una deslumbrante Sofia Milos, digna heredera de Sophia Loren en varias secuencias, ejerce un liderazgo inteligente y eficaz con soldados como Furio (Federico Castelluccio), quien pronto cae en el radar de los Soprano. En una interesantísima visita al oráculo de Cumas, Annalisa y Tony tendrán una reveladora conversación como almas gemelas.
Timothy Van Patten, mostrando el pulso que luego confirmó en Boardwalk Empire, dirige como un maestro esta ópera entre New Jersey y Nápoles, sin descuidar subtramas tan importantes como las de Big Pussy o Carmela, ambos en puntos cruciales de su relación con el personaje de James Gandolfini.
Los Soprano: Distorsiones (Temporada 2, episodio 13)
Los sueños juegan un papel fundamental en la vida de Tony Soprano. En ocasiones, sus fantasías han sido tan potentes que incluso simularon cobrar vida. Tal fue el caso de Isabella, interpretada por Maria Grazia Cucinotta, la musa de El cartero y Pablo Neruda (1994). De cualquier modo, las creaciones de Morfeo nunca le han resultado tan dolorosas como al cerrar la accidentada segunda temporada del show.
Fruto de una intoxicación alimentaria, Tony será presa de un terrible dolor donde su subconsciente, entre otras alucinaciones, le confirmará que Big Pussy Bompensiero, uno de sus mejores amigos, está filtrando información al FBI. El actor Vincent Pastore, al finalizar la primera temporada, recibió la temida llamada de David Chase informándole de que su personaje moriría en la siguiente campaña. Eso sí, el creador del show le prometió que la despedida sería a lo grande.
Paralelamente su madre Livia provoca situaciones incómodas en el aeropuerto, Tony y sus camaradas terminan confirmando el traicionero papel de Pussy. Incluso sicarios despiadados como Paulie parecen golpeados por el paso que van a tener que dar, citando a Bompensiero a un barco donde zarpan para poder liquidarlo sin miradas incómodas de los agentes de la ley.
Se trataba del final de un juego entre el gato y el ratón alrededor de si Pussy era un agente doble o no. A nivel de convivencia en el set de rodaje, Pastore era un hombre muy querido, algo que da particular autenticidad a un brindis entre amigos que precede a la frialdad de las balas. El guion entre Todd A. Kessler y el propio Chase es pasado a la pequeña pantalla por un inspirado John Patterson, quien filma un cierre donde pueden observarse las consecuencias de los “negocios” del clan Soprano para otras personas.
Los Soprano: Para salvarnos a todos del poder de Satanás (Temporada 3, episodio 10)
Sigue siendo uno de los ejercicios de casting más salvajes de la historia de la televisión, junto al de Lisa Kudrow y Peri Gilpin en Frasier. Pronto, David Chase comprendió que el papel de Tony Soprano se lo iban a disputar entre James Gandolfini y Michael Rispoli. Dos actores mayúsculos que parecían nacidos para interpretar al jefe mafioso de New Jersey. Finalmente, el creador del show consideró que el primero podía transmitir un aura más oscura que el protagonista precisaba.
Incapaz de perder a un buen actor tan fácilmente, el programa hizo más joven al predecesor de Tony, Jackie Aprile Senior. “Su reinado fue pacífico” acertará a declarar Carmela a su viuda Rosalyn cuando evoquen al finado. Otras voces como Meadow lo recordarían como alguien muy narcisista, aunque incluso Junior admitiría que era fácil negociar con un criminal diplomático al que los Soprano sirvieron con lealtad. Su muerte por cáncer desencadena la feroz lucha por el poder, pero la tercera campaña del buque insignia de la HBO incluyó un poderoso flashback que trajo a dos tipos queridos y añorados: Big Pussy y Jackie Aprile.
Robin Green y Mitchell Burgess escriben un emotivo guion donde la proximidad de las Navidades hace a la banda recordar a Bompensiero, cuya corpulencia y jovialidad lo hacían un Santa Claus ideal para los chicos del barrio. Por el camino del recuerdo, Tony creerá vislumbrar el auténtico momento de la traición de su antiguo amigo, además de sentir nostalgia por su buena cooperación con Jackie en lugar de los quebraderos de cabeza que le está dando su hijo (Jason Cerbone), Jackie Aprile Junior.
Hay algo mágico y único en esta mezcla de tiempos, hasta el punto de que lamentamos profundamente que Chase y su equipo no regalasen más miradas nostálgicas de ese tipo.
Los Soprano: Pine Barrens (Temporada 3, episodio 11)
Tony Sirico siempre fue una presencia en la que reparar para la pequeña pantalla. Directores como Woody Allen se percataron de que ese italoamericano de New York gustaba a la cámara tanto por su físico como peculiar manera de hablar. Se trataba de uno de esos curiosos casos donde la realidad superaba a la ficción, puesto que había servido como hombre para todo a las órdenes de la familia criminal Colombo en su juventud.
Precisamente cumpliendo una de sus varias condenas en prisión descubrió la actuación como una forma decente de ganarse la vida sin dejar la estética de gánster. David Chase pronto quedó prendado de su naturalidad, si bien los viejos hábitos no morían con facilidad y no resultó infrecuente verle amenazar a los nuevos miembros del staff de guionistas con no matar a su personaje.
Así nació Paulie Gualtieri, el veterano músculo de la familia Soprano. Con pocos personajes saltarían mejores chispas que su relación con la nueva generación que representaba Christopher Moltisanti. Cuando ambos coinciden en escena, es difícil apartar la mirada, algo que alcanza su máximo exponente en esta nevada aventura que es prácticamente una road movie dirigida con mano maestra por Steve Buscemi. Incluso a día de hoy Lorraine Baracco sigue considerando este capítulo escrito por Terence Winter, Timothy Van Patten y el propio Chase como el más divertido de todo el show.
Y es que puede que estemos ante el más tarantiniano de todos los enfoques, con varios resabios de los hermanos Coen, incluyendo el frío. El sencillo cobro de una deuda a favor de Silvio por parte de un misterioso ruso se convertirá en una odisea para la extraña pareja.
Los Soprano: Olas blancas (Temporada 4, episodio 13)
Si Lorraine Bracco sentía que ya podía aportar poco a la figura de la mujer del capo mafioso, Eddie Falco se encontraba en una situación diametralmente distinta. Después de haber llamado poderosamente la atención en Oz, había tenido un primer coqueteo con el género del cine negro en Balas sobre Broadway (1994), consiguió a Carmela en un duro casting. Rara vez una elección resultó más acertada.
Lejos de ser una ingenua cónyuge que no sabe nada de la procedencia del abundante dinero de su marido, Carmela conoce a Tony y su linaje desde el principio. A diferencia de su amiga Charmaine Bucco, ella tomó la decisión de atravesar las llamas con altos riesgos para ella y sus hijos a cambio de estabilidad económica. En este capítulo de la cuarta temporada cristalizarán, tras un primer tramo idílico, los muchos fantasmas que atraviesa un matrimonio de esta índole.
En una frase maravillosa que escenificaba su grado de acercamiento al personaje, Carmela afirmó que Gandolfini podía sorprenderla, pero Tony Soprano no. Incluso por encima de Melfi, es ella quien mejor conoce la vida del líder criminal de New Jersey. Cansada de que una goomar tras otra vayan pasando por la cama de su esposo, en esta ocasión le confesará que ha estado a punto de serle infiel con Furio. Entre ambos había surgido una conexión muy especial que, si bien no se materializa en el plano físico, lleva incluso a las dudas del napolitano sobre si asesinar a su jefe.
No es el primer coqueteo de Carmela, quien además tiene una tradición católica que choca con el precio real que paga por sus lujos, aunque sí el más intenso. Robin Green, Mitchell Burgess y el propio Chase afinan sus diálogos para una pareja actoral en estado de gracia.
Los Soprano: Dos Tonys (Temporada 5, episodio 1)
Las grandes series se caracterizan por marcar tendencia. Probablemente, sin Los Soprano nunca hubiéramos tenido otra joya como Boardwalk Empire. De hecho, nombres como Tim Van Patten o Terence Winter aprendieron mucho en la factoría de David Chase para hacer metáforas elocuentes del dinero sucio de Tony (no olvidemos su control del reparto de los camiones de basura) y se trasladaría a Nucky Thompson con sus impolutos zapatos en una playa infectadas de licor y botellas de contrabando.
Es rara la nueva campaña del show de New Jersey donde no se presente un nuevo personaje con una interpretación carismática. Y la quinta entrega trajo a uno de los actores fetiche de los hermanos Coen, nada menos que Steve Buscemi, quien ya se había dado el lujo de ponerse detrás de las cámaras para filmar a la joya de la cadena HBO. Aquí prestaría todo su talento a Tony Blundetto, un primo de Tony que al fin ha cumplido una antigua condena. Para el jefe del clan Soprano es una gran alegría y trama una fiesta, además de intuirse que hay un secreto que lo atormenta sobre su papel en el encarcelamiento del mismo.
Por si fuera poca su relación disfuncional con Paulie, este nuevo primo coloca en una situación de celos a Christopher, quien ve que su patrón tiene más cosas en común con este colega generacional, si bien Blundetto intentará mantenerse en los márgenes de la ley al principio. Paulatinamente, distintos episodios mostrarán que llevar una vida honrada en los Estados Unidos siendo ex convicto es mucho más complejo de lo que parece e irá arrojando al personaje de Buscemi a recuperar viejos hábitos.
Bajo una aparente sencillez, el capítulo marca también una creciente guerra fría contra el clan mafioso de New York, merced a Johny Sacks (Vincent Curatola).
Los Soprano: Aparcamiento prolongado (Temporada 5, episodio 12)
Drea de Matteo es una actriz neoyorquina con una fuerza expresiva muy característica. Sorprende poco que su fugaz aparición atendiendo en la mesa de un restaurante en el piloto bastase a la dirección del programa para decidir que se convertiría en la pareja regular de Christopher Moltisanti, además de la sobrina del siempre peligroso Richie Aprile (David Proval).
Pese a las sensatas objeciones de su madre, Adriana se embarca con todas las consecuencias con alguien tan inestable como Christopher, quien incluso la maltrata. A lo largo del show, la pareja del sobrino de Tony Soprano intenta animarle en sus frustradas intentonas como escritor y productor.
Tras la muerte de Bompensiero, el FBI estaba a la caza de otro caballo de Troya en casa de los Soprano. A diferencia de Roma criminal, el show no da ni un respiro en el departamento de policía, donde hay bastante corrupción y ningún agente parece moralmente aceptable. Deborah Ciccerone (Lola Glaudini) será la policía que bajo una falsa identidad se meta en el bolsillo como amiga a Adriana y luego la exponga al chantaje de cárcel o trabajar como espía contra el linaje de su novio.
Como Big Pussy antes que ella, Adriana sufrirá una fuerte crisis emocional durante varios meses que la llevarán a confesar a Christopher la situación. Tras una respuesta violenta, el sobrino de Tony volverá a tener una salida a su delictivo estilo de vida y poder empezar de cero. Con sutileza, el capítulo muestra que las comodidades materiales que reporta su organización son demasiado importantes para él.
Mediante una técnica Scorsese, una falsa sensación de seguridad precede un golpe duro y propio de los cuentos crueles en un bosque de la mano de Silvio Dante. El espectro de Adriana pesará sobre el resto.
Los Soprano: Hecho en América (Temporada 6, segunda parte, episodio 9)
Si pensábamos que iba a ser complaciente, no habíamos prestado atención. Una de las series más duras de la historia bajaba el telón y David Chase volvió a asumir los mandos. Don’t Stop Believin sonaba de fondo con muchos guiños a la madre de todas las sagas, El padrino, pero una fuerte sensación de vacío invadió un último acto planeado y polémico.
Pese a la humanidad de Gandolfini, Tony Soprano no debía ser visto como un héroe. Igual que la doctora Melfi, pasamos por distintas etapas con él, incluyendo el morbo de ver al mal actuar desde una distancia segura. Nos encantaban sus historias, plagadas de humor negro y violencia. Ahora un sector de la audiencia quería que se saliera con la suya tras la guerra contra New York y la otra mitad bramaba por un castigo a la altura. Nada de eso sucedió en un clima de últimas charlas con Paulie, el último hombre en pie, y un tono crepuscular que incluía la situación de Silvio.
Las pistas estaban esparcidas en la última cena con aros de cebolla, brindando con Carmela y Anthony Junior, esperando a una Meadow retrasada por problemas de aparcamiento. Todo tan terrenal que era un episodio antológico disfrazado de vulgaridad, la última provocación de aquellos juegos psicológicos de una hora semanal. No volvería a verse una familia así en la pequeña pantalla.
Puede que Chase sacrificase un clímax memorable en una sexta campaña de por sí con atmósfera sórdida y donde cualquiera podía caer con la violencia innata de cualquier cinta de Scorsese. A fin de cuentas, Tony no merecía otra cosa, aunque se haría en un halo de código y misterios que alimentarían la mitología de un futuro objeto de culto para la HBO, el unicornio de la televisión por cable.
Santos criminales
Supuso algo extraño y agridulce. Por un lado, un buen plato servido con oficio. Sin embargo, Santos criminales (2021), un retorno al guion de David Chase junto a Lawrence Konner, queda como el sabroso entremés de un plato final que nunca llega. Y eso que la precuela en formato largometraje tenía la dirección de otro antiguo miembro del club como Alan Taylor detrás de la cámara y un buen reparto. Incluso en alguna entrevista excelente recopilada en el monumental libro The Sopranos Sessions, obra de Matt Zoller Seitz y Alan Sepinwall, Chase se atrevió a insinuar cuál fue el verdadero cierre de la andadura del capo predilecto de la pequeña pantalla.
Hay algo indeleble en la mitología tan particular de este fenómeno que lleva incluso a antiguías como la de Los Soprano forever. El fallecimiento de Gandolfini supuso otra oleada de nostalgia hacia seis temporadas (la última de ellas dividida en dos partes) de culto. Ha sido duro hacer un top 10 donde han quedado fuera hoyas como El empleado del mes, el capítulo donde mejor se muestra la auténtica fuerza y los códigos de Melfi que impiden a la psiquiatra recurrir a su monstruo particular en aras de la venganza.
O la desventura de Vito Spatafore (Joseph R. Gannascoli), un integrante de la organización caído en desgracia por la homofobia atávica de la jungla donde vive. Por no hablar de Ralphie Cifaretto (Joe Pantoliano), un habilidoso capo de extravagante personalidad que cometerá algunos de los asesinatos más truculentos del programa hasta su igualmente escalofriante final.
Hay algo mágico y tenebroso en las imágenes que reflejan las pulgadas del televisor… hasta ese fundido en negro con el que cae el telón. Volveremos a por más aniversarios, recordando los días felices del clan.