Los asquerosos de Santiago Lorenzo toman las tablas del Teatro Español
Hoy, 17 de diciembre, se estrena en el Teatro Español la adaptación teatral de la novela de Santiago Lorenzo: Los asquerosos. Ayer pudimos acudir a un ensayo general de la obra y verla para contaros qué se cuece. Pero antes, se hace necesario hacer un pequeño repaso por la historia de Manuel y su tío a través de la pluma de Lorenzo.
Los asquerosos: la historia original
Para contar esta historia quizá no haya que irse a la novela, sino a la vida real de Santiago Lorenzo. Desencantado del mundo del cine y de la ciudad, se convirtió en escritor (Los asquerosos es su cuarta novela) y se fue a vivir a una pequeña aldea de entre 15 y 20 habitantes. Lorenzo se dedica a la vida apacible y tranquila del campo, al igual que termina pasando con su protagonista Manuel.
Porque en Los asquerosos Manuel, un chico un poco raro, que siempre se ha dedicado a montar y desmontar objetos y que tiene un destornillador de la suerte, se mete en un marrón. Tan solo lleva tres semanas independizado en su piso/zulo de Madrid cuando tiene un altercado con un antidisturbios. Manuel acaba clavándole el destornillador y huyendo sin conocer el alcance de su acción.
Llega hasta la casa de su tío y, juntos, urden un plan de escape para Manuel que debe salir de la ciudad lo antes posible. Por azares del destino el joven llega a un pueblo deshabitado en el que escoge una casa, ni muy nueva ni muy derruida, y se asienta allí. Estamos en Zarzahuriel.
Lejos de sentirse mal, abatido o solo por la precipitada huida, Manuel cada día se siente mejor y mejor en Zarzahuriel. Trabaja dando conversación a extranjeros para que aprendan español (tan solo unos días a la semana) y eso ya le da suficiente como para que su tío le mande una buena compra al mes. No obstante, la paz y tranquilidad de Manuel se ve alterada con la llegada de la Mochufa. Han llegado con mandos a distancia, botones, ambientador y “disfrutando” del campo, llenándolo todo de gritos y de artificialidad: son los asquerosos.
Los asquerosos: adaptación teatral
La obra de teatro, que puede verse entre el 17 de diciembre y el 24 de enero en el Teatro Español de Madrid, está dirigida por David Serrano, con texto de Jordi Galceran y Jaume Buixó, adaptando lógicamente la novela de Santiago Lorenzo. Los únicos dos actores que se verán sobre las tablas serán Secun de la Rosa, interpretando a Manuel, y Miguel Rellán, encarnando al tío que le salva el culo al primero.
La verdad es que adaptar Los asquerosos, por una parte es algo fácil, ya que no hay muchos escenarios, de hecho, solo dos principales, ni tampoco muchos personajes, solo el narrador que es el tío y el protagonista principal que es Manuel y que son los que se verán en el escenario. No obstante, también lo veo complicado porque en el libro no hay apenas diálogos. Es el tío, o Manuel a través de su tío, el que nos cuenta sus peripecias y penurias.
Ante esta falta de diálogos de la novela, la obra de teatro lo que hace es interpelar continuamente al público. Todo conducido por Miguel Rellán, que va introduciendo las partes en las que debe hablar el personaje de Manuel.
Dos espacios para la misma historia
Algo que me impresionó fue la escenografía. Solo se recrean dos espacios, el piso del tío en Madrid y la casa a la que se acoge Manuel en Zarzahuriel. Lo que se puede ver sobre el escenario son dos grandes bloques separados que, por un lado, recrean el piso del tío y si se giran al completo se estará en el pueblo deshabitado de Manuel. También se abría cada bloque, uno enseñando por dentro la amada casa del protagonista y el otro enseñando la de la Mochufa.
No falta ni un detalle en el escenario, aunque, al tiempo, todo es sencillo, fácil, y hasta ágil. Una solución muy buena para la puesta en escena que separa a los personajes, pero al mismo tiempo los mantiene unidos. Estos, además, se comunican por teléfono, hablan el uno con el otro y es a través de sus conversaciones que vamos conociendo los detalles de las peripecias de Manuel.
Los asquerosos: ¿Novela o teatro?
Elegir entre una y otra cosa es absurdo. Me repatea cuando la gente dice eso de: es mejor el libro que la película. No. El libro es un libro con su formato y su modo de hacer y la película es la película (en este caso la obra de teatro) que adapta la novela a sus códigos personales para que pueda funcionar también.
Teniendo en cuenta el estilo personalísimo y la historia tan sencilla, pero hermosa, que cuenta Santiago Lorenzo, la obra Los asquerosos cumple con las expectativas sobradamente. Además de la idea tan efectiva de la puesta en escena, los dos actores son profesionales consagrados que no decepcionan, especialmente Rellán que creo que encaja muy bien en el personaje del tío.
Aunque en la novela hay momentos cómicos, no la considero personalmente una novela cómica, sino terriblemente irónica, hasta satírica, porque va con sarna hablándote de la Mochufa en ese vocabulario tan particular y enrevesado, a veces, de Santiago Lorenzo. Sin embargo, la obra de teatro sí se va mucho a la comedia con grandes resultados entre el público, por cierto.
“Todos somos candidatos a asquerosos”
Hay cosas que, por puro sentido común, no pueden estar en la obra de teatro. En la novela de Los asquerosos hay mucho más contexto. La obra empieza cuando ya Manuel está en la casa de su tío, mientras que en la novela se nos dan datos acerca de cómo fue la infancia del protagonista y cómo acaba viviendo en Madrid con su sueldo de teleoperador. También hay algunas conclusiones que, aunque se pueden extraer de la obra, en el libro están más presentes.
El asco que da la Mochufa con sus coches, sus quad, sus botones para subir las persianas y sus cintas de correr en la casa de campo, la libertad que siente Manuel y el amor que acaba teniendo por Zarzahuriel, es sencillamente genial cómo Santiago Lorenzo escribe esta historia y cómo se ha adaptado a teatro sin dejarse nada importante atrás.
Ver la obra de teatro tras haber leído el libro sirve para poner cara y voz a los personajes, para ver la historia viva fuera de tu cabeza. Si es al contrario, creo que la obra puede incitar al público a leer la novela, algo que recomiendo encarecidamente porque, como bien nos recuerda en sus páginas el autor: no hay que olvidar que “todos somos candidatos a asquerosos”.