‘Lizzie McGuire’: la he vuelto a ver a los veintimuchos
Queridos amigos, yo que llevo días, semanas, quejándome de la falta de originalidad, del hartazgo de refritos, yo que soy tan cansina con cómo están hechas las series: el guion, la actuación, el subtexto, pues yo misma no he podido evitar, por culpa de esa herramienta del infierno que es Disney+, volver a ver Lizzie McGuire (entera) a los veintimuchos años.
Lizzie McGuire: Mi historia
No pude resistirme a ver otra vez Lizzie McGuire porque fue una serie que me acompañó en el paso de la infancia a la adolescencia. Quería ver qué me parecía la serie más de 10 años después, si tenía sentido o no y si realmente era buena o no. La conclusión os sorprenderá.
El caso es que la he visto en poco tiempo, pero es que tras acabar la serie (de solo dos temporadas, pero con tropecientos capítulos por cada una) me vi, cómo no, la secuela de la ficción seriada, que es una película que continúa un poco la historia, y que me pareció bastante mierda.
Sin embargo, la serie no me pareció una mierda para nada. Y sí, lo digo porque es así. Empecemos por el principio para que pueda explicar el hilo de pensamiento que me ha llevado, irremediablemente, a esta conclusión.
Lizzie es la loser del instituto
Lizzie es una chica de 13 años que está en los últimos años de colegio, pero creo que hace los cursos que para nosotros serían primero y segundo de la ESO. Bien, como adolescente que es, sus preocupaciones no son otras que la ropa, la imagen y los chicos.
Tiene dos mejores amigos: Gordo y Miranda. Los tres van juntos a todas partes y se pelean, pero nada grave. Además, Lizzie tiene una enemig: Kate, una antigua amiga de la infancia que le hace la vida imposible. Y también tiene un crush: Ethan, un guaperas con pelazo, pero más tonto que un cepo.
Pero a pesar de su guapura, porque es guapa, Lizzie es torpe, es tímida y no sabe enfrentarse a los demás. Es una loser, una pringada, que nos representa a muchos en nuestra época más feroz de granos y hormonas.
Lo genial de Lizzie McGuire
Las tramas que se plantean en la serie pues son lo que tienen que ser, supongo yo, infantiles, poco trabajadas y todo muy naif, pero téngase en cuenta que es contenido para niños prepúber.
Lo genial, lo fantástico, lo apoteósico de esta serie es que cuentan las cosas tal y como son. Los problemas que tienen Lizzie y su familia (en su mayoría, porque alguna ida de olla hay) son mundanos, normales, del montón, exactamente iguales a los problemas por los que verdaderamente pasamos los humanos, más aún a esas edades.
Las lecciones de Lizzie
Así, hay un capítulo en el que Lizzie intenta reciclar, ser vegana, donar ropa, donar comida y arreglar los problemas del mundo todos a la vez. Sus padres le explican que lo mejor, para que no le de un patatús, es que elija una cosa y vaya con ello hasta el final. Un consejo que no le dan a Lizzie, te lo dan a ti como espectador.
También se hace mucho hincapié en la imagen y en la poca importancia que debe de tener. En otro capítulo deben hacerse una foto para el anuario, Lizzie se compra ropa muy cara con ayuda de sus amigos, pero se le mancha y debe ponerse ropa de rebajas que le ha comprado su madre. El resultado es que todo el mundo se fija en su ropa de rebajas, pero no se habían fijado en la nueva.
Me parecen lecciones muy valiosas para las mentes más blanditas y en formación y, desde luego, una representación de la adolescencia mucho más realista que todas esas que han venido después (veáse Física o química, Euphoria, Élite).