‘Libertad’: el simbolismo tras el retrato realista de un verano irrepetible
El debut de Clara Roquet rompe moldes y supera cualquier expectativa. Con su filme Libertad (2021) obtiene seis merecidas nominaciones a los Goya 2022. Entre ellas a Mejor película y Mejor guion original. Se lleva, finalmente, dos premios a: Mejor dirección novel y Mejor actriz de reparto para Nora Navas.
Sin embargo, el largometraje Libertad tiene un gran valor en sí mismo, más allá de los galardones. La dirección de fotografía de Gris Jordana (también nominada), es una joya sutil y excelente. Así como la sorprendente interpretación de la nominada a Mejor Actriz Revelación Nicolle García. Junto a otras actuaciones como la de Nora Navas, nominada a Mejor Actriz de Reparto.
La película narra la historia de una familia de clase alta española. Nora (María Morera) y su madre Teresa (Nora Navas) van en verano a visitar a la madre de esta última, Ángela (Vicky Peña). Una mujer que padece Alzhéimer. Allí en la casa, Rosana (Carol Hurtado) es la persona que la cuida. El detonante del avance de la trama es la aparición de Libertad, la hija de Rosana. Una exquisita Nicolle García encarna su papel a la perfección. Con este juego de palabras, la libertad va buscando progresivamente su hueco en la familia.
El tiempo que tarda un helado en derretirse en verano
Cuando llega el estío el tiempo parece detenerse. Del mismo modo que lo hace el reloj de cuco en la casa de la abuela Ángela. Nora y su hermana pequeña observan el cuco salir y entrar hasta que de repente queda atascado. Y es que la época de verano es aquella en la que el tiempo transcurre de otra forma.
El sudor que recorre la sien queda recogido por el agua salada del mar. Mientras que los rayos de sol traspasan la piel, dejando secar cada gota de agua. El peso del calor sobre los hombros parece ser más ligero cuando no hay obligaciones. Cuando la única preocupación reside en la crema que hay que ponerse. Porque las pieles muy blancas, suelen quemarse fácilmente bajo el sol. Porque la exposición al mismo es temporal, solo en verano. El resto del año la piel se cuida y protege del hastío del sol.
Del mismo modo, es esencial ir a comprar manguitos para la niña. Las pequeñas cosas que componen la temporada de verano son liberadoras. Esta época del año es la que permite que la familia pueda gozar de su libertad. Sin mirar el reloj. Pero ¿cuánto tarda en derretirse un helado en verano?
Hay diversos factores que pueden afectar en este hecho. En el suelo del porche de la piscina, esparciéndose por cada hierba del césped. Las hormigas irán recogiendo el azúcar de cada gota derretida hasta que termine por desaparecer. Porque en ese caso, el tiempo es imperceptible, casi inexistente. Pero en otros casos, el inexorable paso del tiempo pesa sobre cada acción llevada a cabo. Incluso en el disfrutar de un helado que, quizás, nunca pueda llegar a los labios de la persona que lo desea.
Y ahora, ¿quién recoge el helado derretido?
Mientras alguien saborea un helado, o deja que se derrita sin probarlo, otra persona dedica su tiempo a recoger las gotas que se han caído al suelo. Porque, alguien tiene que hacerlo. En eso consiste la cadena de cuidados que Libertad esboza de forma excelsa. Mientras Rosana cuida de la madre con Alzhéimer, sus hijos e hija dedican su tiempo a pasear en barco. ¿Y qué ocurre con la responsabilidad de Rosana como madre? Su hija Libertad ha vivido sin su madre durante largo tiempo porque tuvo que emigrar de Colombia para poder sobrevivir.
Un hombre blanco de clase alta deja que su helado se derrita bajo el sol mientras se da un chapuzón. Una mujer blanca de clase alta saborea su helado. Mientras tanto, una mujer de etnia negra y clase baja se agacha a limpiar las gotas que caen al suelo. De este modo funciona la interseccionalidad. Ese lugar donde varias categorías oprimidas se entrecruzan. Generando así una mayor situación de desigualdad y opresión. Algo que ya esbozó de forma sobresaliente Alfonso Cuarón con su aclamado filme Roma (2018).
La jerarquía de poderes y privilegios. La cual es encubierta con un halo de confianza e intimidad. “Porque Rosana es como de la familia”. Clara Roquet tiene la gran habilidad de esbozar un retrato íntimo y hermoso. Una atmósfera realista con un subtexto simbólico y crítico mordaz. Simbolismo que incluso termina por arraigarse en las mechas de Libertad. El pelo de Adèle en La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013) ha sido uno de los más famosos en la historia del cine. En el filme español, la tonalidad azul y transgresora en el pelo de Libertad quedan también arraigadas en la mente de la audiencia de forma inevitable.
Los rayos de sol que van templando la temperatura
Gris Jordana, directora de fotografía, ha acompañado a Clara Roquet en su evolución como cineasta. Junto ella, trabajó en sus primeros cortometrajes El Adiós (2015) y Les bones nenes (2016). Además, la directora de fotografía trabaja también en una de las producciones nominadas a Mejor Película Iberoamericana en los Goya 2022, La mala noche (Gabriela Calvache, 2019).
La dirección de fotografía de Gris Jordana es sencilla e inconmensurable. En la simplicidad encuentra su mayor virtud. Cada rayo de sol que entra por la ventana de forma precisa da forma y textura al plano en pantalla. No hay artificio en su fotografía. El realismo y calidez de la luz natural es la protagonista de la narrativa visual. Una atmósfera íntima y emotiva construida a través de las imágenes. Imágenes que atraviesan la retina de la audiencia y llegan hasta lo más hondo. Una experiencia sinestésica que transmite una afectividad y empatía inmensa hacia las mujeres que conforman la historia.
Como resultado, un relato sencillo y redondo que aborda diversas temáticas sin recargar el argumento. De forma sutil se dan varias pinceladas sociales imprescindibles. En la misma línea que la sobresaliente Verano 1993 (Carla Simón, 2017), se construye una obra excelsa a través de una simple historia. Recurriendo al reflejo del agua de la piscina. Al verde del césped. O a la luz que atraviesa las cortinas de la casa. Con la familia y la adolescencia en el punto de mira. En convergencia con el abordaje de asuntos sociales acuciantes.
La forma de narrar remueve conciencias, sin necesidad de elevar la voz hacia la crítica explícita. El propio fluir del relato hace que la audiencia se remueva en su asiento y frunza le ceño ante ciertas situaciones. Consiguiendo incluso, que un simple helado derretido y devorado por las hormigas, se convierta en un símbolo brillante y revelador.