‘Le navire night’: Marguerite Duras representa la ausencia
Le navire night de Marguerite Duras
Le navire night (El buque nocturno) es una película de Marguerite Duras del año 1979, que incluye en su reparto a Dominique Sanda, Bulle Ogier y Mathieu Carrière. Antes de meternos de lleno en la película, creo que es conveniente tener algo de contexto sobre quién es la autora y explicar los campos en los que se desarrolló su obra.
Una mirada a Marguerite Duras
Marguerite Donnadieu nació en 1914 en la Conchinchina, cerca de Saigón, en la Indochina francesa de la época. Su madre era institutriz y su padre profesor de matemáticas. Nació el año que en que se inició la Primera Guerra Mundial, en una colonia francesa, y su vida ya estaría para siempre marcada por esta y otras guerras, haciéndola parte de la Resistencia y activa partícipe de las revueltas de mayo del 68 impulsadas por estudiantes franceses.
En 1932 se instaló en París y publicó su primera novela, Les Impudents (La impudicia) en 1943, con el pseudónimo que la haría mundialmente conocida y venerada, Marguerite Duras. No solo fue una autora de éxito en literatura, con obras como El amante o Un dique contra el pacífico, sino que también se desarrolló en los campos del ensayo, el teatro, el periodismo y el cine.
Hiroshima mon amour es una película que se ha convertido en todo un clásico y cuyo guion, también se considera una obra notable. Fue escrito por Duras y nominado a Mejor guion original en los Oscar de 1961.
Su obra en conjunto tiene un carácter bastante experimental, que recorre desde sus escritos hasta su cine y la película de la que venimos a hablar hoy forma parte de esto.
El buque nocturno
Le navire night trata sobre una historia sencilla. Una historia de amor imposible entre dos personas que no se conocen físicamente. Un hombre y una mujer, de los que nunca se nos dan nombres, mantienen durante años un idilio telefónico. Aunque él intenta verla, quedar en algún sitio y conocerse, ella es esquiva, no se deja y lo planta en más de una ocasión.
La vida de ella parece más fascinante, por dramática, que la de él. Quizá por eso es hermética, no se deja. No le ha dado al hombre su número de teléfono, sino que es ella quien decide cuándo llamar. Quizá también por eso él duda de las cosas que le cuenta, de su enfermedad, de la historia de su familia y hasta de que su cabello sea rubio.
Le navire night era una película que parecía no estar destinada a hacerse. En un encuentro celebrado el 10 de abril de 1981, tras la proyección de una de las cintas de Duras, Le Camion (El camión), la artista tuvo un coloquio con el público en el que habló de esta película de 1979.
Alguien preguntó a la directora y guionista por qué Le navire night había sido una de sus películas más complicadas de hacer y ella respondió elocuentemente: “Porque no podía representar a la gente en cuestión de la película, esa gente, es decir, esos dos personajes, esa pareja, estaba en el negro del teléfono, en el abismo telefónico; no era representable. Y pensé: voy a hacer que se escuche lo que dicen, con actores.” Dijo Duras.
“Sólo en el cine se ensayan las cosas por la técnica. Y después de dos escuchas, los actores ya no escuchaban, estaban en… estaban extremadamente preocupados por su apariencia cuando se rodaba. Así que lo que quería hacer era absolutamente inoperante. Me di cuenta cuando pasaron dos días. Tiramos a la basura dos días de rodaje, lo cual no es enorme. Entonces filmé lo que debía haber funcionado como el decorado de Le navire night, si se hubiera podido rodar. Es una historia muy simple, sólo hubo que tomar la decisión de rodar”.
Le navire night: la importancia de la ausencia
Y es que los decorados de Le navire night son los verdaderos protagonistas del filme. Es cierto que aparecen tres actores, que representan, entiendo, a los protagonistas de esta historia de amor, pero la verdadera relevancia y el peso visual de la película recae en los decorados, los espacios y la atmósfera.
La propia Marguerite Duras presta su voz para narrar la historia, ya que los intérpretes están en mutis en todo momento. Así que, sí, Duras quería conseguir la soledad, el silencio solo roto por el cable de teléfono que conecta dos vidas hundidas en la desidia.
Por eso no podía contar la historia de otro modo, era necesario representar el vacío y la angustia de no saberse acompañado. Pese a ser una historia de amor, de encontrar una luciérnaga en la oscuridad total, lo más crucial de Le navire night es la ausencia, lo que no es, lo que no está, la nada.
Duras no era solo una narradora, era una persona que buscaba significado en lo que hacía y que necesitaba que las piezas encajasen.
En el citado encuentro la autora explica por qué se lanzó a dirigir películas, poniendo de manifiesto que solo ella sabía cómo contar sus historias: “Empecé a hacer películas yo porque las películas que se hacían a partir de mis libros eran un desastre. Entonces me dije: «No puedo hacer cosas tan malas como ésas». Y fue por eso por lo que hice cine. Bueno, el Estado Francés siempre me ayudó a hacer películas. No he ganado dinero con mi cine, para nada. Vivo por mis libros, por lo que gano con las traducciones, en particular. Me he puesto de moda. Y el hecho de no ganar nada con mis películas me ha permitido hacer películas que han ido bien”.