‘Last look’, una vida recompuesta
Para todo hay una última vez. Una última copa, una última pastilla, un último beso y un último vistazo a lo que ha sido la vida. Sin embargo, ¿se puede echar un vistazo último a lo que uno ha sido y no volver la vista atrás nunca más? Lo cierto es que no parece que esta vaya a ser la última vez que el protagonista de la historia vuelva la vista atrás.
Tan desorientado como Doug, el personaje principal de la historia, se encuentra el lector en un primer momento. Y no es para menos. Un tipo con pintas que recuerdan lejanamente a Tintín despierta en una habitación sin saber muy bien por qué está allí. Y, de manera inmediata, como si de la misma Alicia en el país de las maravillas se tratara, se mete por un agujero persiguiendo a un gato negro.
Pero el mundo en el que se mete Doug no es tan blanco como el conejo que persigue Alicia, y la fantasía que se encuentra al otro lado no es tan amable ni colorida. Más bien, lo que se encuentra allí dentro se parece más a un vertedero desagradable donde se amontonan desechos y monstruos deformes.
Last Look (Vista final en España) reúne en un único volumen la trilogía de Charles Burns en la que se incluyen Tóxico, La Colmena y Cráneo de Azúcar. Tres publicaciones diferentes y que pueden leerse de manera independiente, pero que engarzan perfectamente para contar toda la historia de Doug. Cosa que Charles Burns hace con una maestría absoluta, demostrando la capacidad narrativa y el manejo de los códigos del cómic.
Last Look: rompecabezas, beatniks y alucinaciones
El acertijo está planteado desde el principio: ¿Quién es Doug? ¿Y Nitnit? ¿Qué fue antes y qué después? ¿Qué es verdad y qué es mentira?
La historia juega al despiste desde el inicio y es que la narrativa es un auténtico rompecabezas que requiere estar pendiente de hasta el más mínimo detalle. La narración se sucede a trozos, un vistazo aquí y otro allá, con personajes que muestran poca relación al principio. Poco a poco se va recomponiendo la vida de Doug. La revisión de la culpa a través de los recuerdos fragmentados que llegan a cuentas gotas.
El relato está contado en tres líneas narrativas que se van entrelazando: el joven Doug, el Doug adulto y una realidad alternativa con tintes de alucinación, en la que divaga esa especie de alter ego de Doug con pintas de Tintín. La referencia queda más que clara con el nombre del personaje, Nitnit, es decir, un Tintín invertido, macarra, y perdido en sus propias aventuras.
Ahí, en ese mundo pesadillesco, Doug convertido en Nitnit se adentra en una aventura inquietante en la que va encontrado todo tipo de elementos con una especial carga simbólica vinculada directamente con su vida y que cobrará más sentido una vez lleguemos a las páginas finales.
Por otro lado, Charles Burns se sirve de todo tipo de influencias para construir el camino de Doug. La transición temporal; el juego con las viñetas y colores; las superposiciones de realidades; y las distintas influencias que, en otra obra, podría haber resultado agotador e incluso innecesario. Pero Burns se las apaña para hacer un homenaje a las aventuras de Tintín, y meter todo tipo de referencias sin que parezcan impostadas. Todo fluye con una naturalidad, puede que debido al ambiente que se genera en la historia, los caminos que sigue Doug en sus años de juventud y sus intereses personales.
Más allá de los cómics, la presencia de los beatnik es continua. Ambientes propios de sus historias, temas comunes y menciones directas. Se podría incluso ver esta influencia en el discurrir de viñetas en algunos paneles y la correspondiente relación entre la imagen y la palabra. Podrían funcionar como auténticos poemas que llevan ese ritmo de la poesía más beatnik.
Last Look: “¿Cómo he llegado aquí?”
¿Qué hemos querido ser y qué es lo que somos? ¿Nos hemos convertido en lo que pretendíamos? La frustración vital y la culpa están presentes en todo el relato. Somos lo que recordamos y lo que recordamos no siempre fue verdad, pero ES verdad. Así, Nitnit, el aventurero, merodea no solo por esas localizaciones infectas, sino también por lo que recuerda y lo que no. Indicios y símbolos que despiertan recuerdos enterrados empiezan a aparecer continuamente.
¿Hasta qué lugar nos han llevado los recuerdos? Recordar, del latín re-cordis, escribía como cita Eduardo Galeano en su Libro de los Abrazos. Es decir, volver a pasar por el corazón, por lo que nos perturba y lo que, por presencia o ausencia, nos da identidad.
De esta forma pasamos por todas las piezas del puzle haciendo zoom a momentos concretos y nos adentramos en el corazón de Doug: la depresión, las relaciones familiares, el intento por convertirse en un artista y la relación con Sarah, la que más influencia causó en él. Todo en un intento por llegar a comprender qué está pasando. Seguimos tan perdidos como Doug, tan perdidos como Nitnit mientras solo podemos acceder, como ellos, a fragmentos recortados que pueden resultar incomprensibles, pero que no por ello dejan de generar impacto.
Esto, unido a las múltiples referencias y recursos, se combina para formar una realidad compleja, con recuerdos en los que no dejan de verse imágenes impactantes y sombras más perturbadoras que los monstruos grotescos del mundo alucinado. Una vez que se ha pasado por todas las casillas, vuelve la pregunta inicial. ¿Cómo he llegado aquí?
Last Look: El bucle infinito
Ese principio en el que Nitnit se pregunta, y en el que el lector empieza a preguntarse también, de qué va el asunto, reverberará más de lo que parece a lo largo de la historia. Todo el relato, de principio a fin, está articulado en torno a esta pregunta y un intento por responderla. ¿Qué ha sucedido a lo largo de la vida que lo lleve a este lugar? ¿Cómo uno termina así?
Last look es el intento por responder a esa pregunta, y para eso se sirve de múltiples recursos que en otro medio no podrían haber funcionado tan bien. Como si de una adivinanza se tratara, Burns expone todas las piezas y va rellenando los huecos poco a poco. Lo hace sirviéndose de la literatura, el cómic, la música y un ingenio narrativo que muestra perfectamente a través de la disposición de las páginas y el juego entre las imágenes y las palabras. Sin duda, una de esas historias que no podría haber funcionado en otro medio ni con otro lenguaje diferente al del cómic.
Una vez llegados al final podemos ver desplegada toda la realidad de Doug, tenemos una visión del cuadro completo y la historia cierra con la misma escena que le dio inicio: un Nitnit perdido que se pregunta “¿Cómo he llegado aquí?” La estructura circular remarca la sensación de repetición, de pasar una y otra vez por los mismos dramas, la imposibilidad por escapar de la culpa. Todo esto se conjuga con el objetivo de recomponer una vida en la que se echa un último vistazo en busca de redención y puede que del propio entendimiento.