Las 20 mejores películas feministas del milenio (2ª parte)
Con el año recién estrenado, seguimos con la segunda parte del listado de las mejores películas feministas de lo que llevamos de milenio. Si te perdiste la primera parte de este listado, te invito a echarle un vistazo y ponerte al día en unos minutos, antes de hincarle el diente a la selección de películas que forman esta segunda parte.
Lo de que segundas partes nunca fueron buenas, ya te adelanto, que no se cumple en esta lista. Y, por cierto, todas estas películas han pasado el test de Bechdel, una ‘broma’ de la dibujante de cómics Alison Bechdel que se ha convertido en ‘la prueba del algodón’ para determinar si una película está libre de machismo.
El test consiste en cumplir con cuatro puntos: que en la película aparezcan (al menos) dos mujeres; que hablen entre ellas; que el motivo del diálogo no sea un hombre, y, por último, que los personajes femeninos tengan nombre o alias. Las siguientes cintas han pasado la prueba. ¡Ah! Y si no has visto alguna de ellas, cuidado, porque este artículo puede contener spoilers.
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Comenzamos con la segunda parte del listado de las películas feministas claves del siglo XXI. Descubre otras diez joyitas feministas del cine de las últimas décadas.
Roma (2018), de Alfonso Cuarón
La película Roma parte de una historia real, la de la infancia del propio director. A través de Roma, Alfonso Cuarón rinde homenaje a Libo Rodríguez, quien fuera su niñera durante su niñez. Y es que el caso de Cuarón no es aislado en América Latina, donde muchas han sido y son las mujeres indígenas que se han convertido en ‘segundas madres’ de los hijos e hijas de familias más pudientes. Esta película reconoce la importancia de estas mujeres en la sociedad mexicana.
Se centra en ellas, en sus vidas abnegadas, en sus frustraciones y sufrimientos y en los conflictos sociales a los que tuvieron que hacer frente. De hecho, uno de los momentos históricos claves que vemos en la cinta es el 10 de junio de 1971, fecha que toma el nombre de la Matanza del Jueves Santo.
Roma es el espejo de una época y un lugar; pero también de los conflictos más cotidianos. Una muestra de cómo las relaciones que tenemos a lo largo de una vida conforman quiénes somos y la forma en la que nos comportamos.
La Colonia Roma fue la comunidad de clase alta en la que Cuarón pasó su infancia en Ciudad de México, y que da nombre a esta película. En esta comunidad cohabitaban dos mundos muy distintos: el de las familias de clase acomodada y las nanas, quienes se encargaban de la limpieza y del cuidado de los hijos de estas familias. En Roma vemos la contraposición entre las vidas, preocupaciones y aspiraciones de las mujeres de ambos mundos y, al mismo tiempo, la complicidad y sororidad entre algunas de ellas.
Fuera de la ficción, esta película también ha supuesto la entrada por la puerta grande al mundo del cine de la actriz Yalitza Aparicio, un perfil de actriz que no solemos ver en la gran pantalla. Una mujer fuerte y talentosa que rompe techos de cristal en la vida real allanando el camino a otras actrices indígenas.
Lady Bird (2017), de Greta Gerwing
Quizá algo sobrevalorada, tanto por la crítica como por el público, Lady Bird debe ocupar un lugar en esta lista, al menos, porque ha logrado colarse en el imaginario de varias generaciones. Un talento que no le podemos negar, aunque esta cinta no me haya apasionado nunca, reconozco que consigue llegar con acierto al público al que se dirige. El personaje protagonista logra ser un reflejo de los anhelos e inquietudes de una generación bastante desencantada con sus vidas y que no encuentra un camino fácil a su futuro.
Una película que hace que regresemos a la adolescencia. Esa época de sueños, de incomodidad corporal y de autodescubrimiento que en Lady Bird se trata con naturalidad y sencillez. El despertar hacia la vida adulta tratado desde la personalísima óptica de la cineasta Greta Gerwig.
Kill Bill-Vol. 1 y Vol. 2- (2003-2004), de Quentin Tarantino
Me resistí a poner estas maravillas del cine en el primer listado sobre películas feministas porque necesitaba volver a verlas. Lo hice esta misma semana. Un lunes es un día excelente para revisitar esta joya de Tarantino. Una historia de venganza con mayúsculas en la que ellas son las protagonistas. Una película hecha por y para Uma Thurman.
De hecho, el germen de Kill Bill nació durante el rodaje de Pulp Fiction, donde Tarantino ya empezó a maquinar una película de acción que bebiera de muchos de sus tantos referentes: el cómic y el manga; el cine de artes marciales (con muchas katanas samuráis de por medio); los spaghetti western (que el director ha devorado) o la cultura pop de los setenta. Pero si hay una referencia clara de Tarantino en Kill Bill es la película Lady Snowblood (Toshiya Fujita, 1973), presente a lo largo de los dos volúmenes.
¿El cine de Tarantino es feminista o no? Hay respuestas para todos los gustos. Con su última película estrenada, Érase una vez en… Hollywood, parte del Movimiento Me Too ha cargado sus dardos contra el director, acusándole de misoginia en sus guiones y de violencia extrema hacia los personajes femeninos de sus películas. Este es el artículo de Roy Chacko publicado en The Guardian en el que se animaba a ‘cancelar’ a Tarantino en Hollywood. No me corresponde a mi juzgar al director de Knoxville. Supongo que su estrecha relación con el productor Harvey Weinstein no le ha beneficiado en todo este asunto…
Estoy de acuerdo con que en el cine de Tarantino las mujeres son divinas. No se asoma ni un michelín, son delgadas y esbeltas, y visten un poco ceñidas demás para dar tantos porrazos. Hasta ahí, de acuerdo. Pero, creo que no se puede negar que Tarantino ha hecho mucho por crear personajes femeninos fuertes, inteligentes e independientes, con las cosas muy claritas.
Es cierto que recurren a la violencia al igual que sus personajes masculinos (pero es que estamos viendo cine de Tarantino, señoras). Aún y con eso, el de Tennessee siempre incorpora un sentido de justicia y dignidad a sus personajes femeninos que no encontramos en la mayoría de sus personajes masculinos de Kill Bill, más básicos, chuscos y crueles.
Podríamos decir que en Kill Bill Tarantino toma la venganza de Beatrix Kiddo, Mamba Negra, como una especie de vendetta contra el patriarcado. También en la figura de O-Ren Ishii, interpretada por Lucy Liu, que se convierte en jefa suprema de los Yakuza. El director da así un golpe en la mesa contra la idea de mantener a la mujer sumisa, tan arraigada en la cultura japonesa. En cine de Tarantino está repleto de heroínas y Kill Bill es un buen ejemplo de ello.
Black Swan (2010), de Darren Aronofsky
Alguna vez habrás pensado que tu peor enemigo eres tú mismo. Pero, no hablamos de que en un momento dado te traicionen los nervios y la cagues en una entrevista de trabajo o algo así. La autoexigencia extrema, muy habitual en los entornos profesionales del ballet, puede llevar a la destrucción física y psicológica. Todo ese camino de martirio es el que vemos en la película Black Swan (Cisne negro).
Protagonizada por Natalie Portman, acompañada de Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey y Winona Ryder, es una de esas películas que consigue recrear un ambiente opresor para reflejar los laberintos emocionales en los que se pierde el personaje de Nina Sayers, interpretado por Natalie Portman y por el que obtuvo el Oscar en 2010. La cinta es un reflejo de cómo esa obsesión por la perfección, que tanto se ha inculcado al género femenino, termina, en este caso, en un desequilibrio total.
Esta historia de suspense con toques de terror psicológico, también es una historia de mujeres fuertes, de personajes femeninos perseverantes y luchadores que hacen valer su talento. También es una crítica a la ‘fecha de caducidad’ que se impone a las bailarinas, en la mayoría de los casos, bastante anterior a la de sus compañeros hombres. Lo vemos en el papel de bailarina senior interpretado por Winona Ryder.
La habitación (2015), de Lenny Abrahamson
Una película sobrecogedora que refleja un drama que ocurre lejos de nuestra mirada: el de miles de mujeres que son secuestradas cada año en el mundo y mantenidas en cautividad durante años e incluso décadas. Mujeres contra las que, en la inmensa mayoría de los casos, suele ejercerse violencia sexual a diario.
La película La habitación de Lenny Abrahamson está basada en la novela homónima de Emma Donoghue, que también es guionista del filme. Y aunque no relata un caso real, Donoghue ha reconocido que se inspiró en el caso de Elisabeth Fritzl, quien fue secuestrada por su propio padre y estuvo encerrada durante 24 años en una habitación. Durante ese tiempo fue violada en repetidas ocasiones y tuvo hijos de su captor.
La crudeza, el realismo y la delicadeza con la que se trata el tema en esta película logró poner esta realidad sobre la mesa y meter este tema en la agenda mediática. Este es el primer punto que merece atención desde la visión de una feminista (la que escribe). Pero no es el único.
Me parece también interesante que, al personaje de Old Nick, el raptor, no se le presenta como a un ‘monstruo’, apelativo con el que los medios de comunicación solemos referirnos a estos sujetos. La película refleja como Nick es un tipo aparentemente normal, un hombre malvado que considera que la mujer puede ser sometida y ‘usada’ a su antojo. Y por eso, hace lo que hace. Los monstruos solo están en los cuentos, Nick es un hombre de carne y hueso.
Otro punto clave es el viaje emocional que realizan los dos personajes protagonistas (la madre y el niño). El personaje de Ma, interpretado de forma magistral por Brie Larson, pasa por diferentes estados durante la primera parte, cuando se encuentran atrapados en la habitación-cárcel, pero también en la segunda, cuando ya han alcanzado la libertad y se reencuentran con las miradas desconcertadas e hirientes de sus familiares.
En la película vemos una especie de paralelismo entre la claustrofobia, el miedo y el sentimiento de inferioridad que siente la protagonista con estos mismos sentimientos, tan habituales en las mujeres que han sufrido maltrato físico y/o psicológico. También se muestra ese sentimiento de culpa que una parte de la sociedad pretende hacer sentir a las mujeres que han sido violadas. Ellas son las víctimas, en ningún caso pueden ser culpables por ninguna de las acciones alrededor del suceso (es que estaba bebida, es que llevaba una falda muy corta, ¿Por qué viajaba sola?, ¿Qué hacía allí a esas horas de la noche?, etc.).
Carol (2015) de Todd Haynes
Nueva York, años 50. Una sociedad conservadora en la que la mujer juega un papel completamente secundario. En este ambiente, la película Carol nos sumerge en una historia de amor tan sutil y delicada, que es difícil olvidar. Es una excelente historia de amor entre dos mujeres.
Una película emotiva, repleta de momentos cómplices entre las protagonistas y los espectadores, quienes somos, precisamente, los voayeurs, los testigos de excepción de la historia de amor y pasión entre Therese y Carol. Un amor en una época de medias verdades y pasiones a puerta cerrada. La película estuvo nominada con cinco Globos de Oro, obtuvo seis nominaciones a los Oscar 2015 y Rooney Mara (en el papel de Therese) recibió el premio a mejor actriz en Cannes. Siempre es una maravilla volver a verla.
Wind River (2017), de Taylor Sheridan
Se cuentan por miles las mujeres nativo-americanas desparecidas y asesinadas cada año en Estados Unidos. Por aportar un dato, en el año en el que se estrenó la película Wind River (2017) del director Taylor Sheridan, desaparecieron 5.700 mujeres. Una tasa diez veces superior a la media nacional y que dista mucho de la cifra de mujeres blancas. La mayoría de estos casos nunca llegan a resolverse y, por tanto, los asesinos de estas mujeres no son juzgados. Una injusticia más cometida sobre el pueblo de los nativos americanos que sobreviven en reservas deprimidas y devastadas por la miseria.
La película de Sheridan se adentra en una de ellas: la reserva india Wind River en Wyoming, una de las más extensas del país. En la película se trata de resolver qué circunstancias se esconden tras, la aparentemente fortuita, muerte de Natalie, una joven nativo-americana que aparece muerta en medio de la nieve.
Natalie es una chica perteneciente a los Arapaho. Mantiene una relación con Matt, un chico blanco de la zona. En un comienzo tendemos a pensar que Matt es el autor de la muerte, pero a medida que avanza la película iremos descubriendo quién se encuentra realmente detrás del asesinato y por qué las autoridades y la policía han dejado de lado durante décadas a los habitantes de estas reservas, en las que los asesinatos son el pan de cada día.
Mad Max: Fury Road (2015), de George Miller
Esta es una historia que admite múltiples lecturas. Dejando a un lado las lecturas políticas, si es que la política puede desligarse de alguna u otra manera de todo, preferimos fijamos en el marcado acento feminista de la última entrega de la saga Mad Max. Esta es una película de pura acción con muy buenas coreografías. Los movimientos de todos los personajes no pierden el ritmo en esa frenética carrera de polvo y violencia en un mundo postapocalíptico.
No es habitual ver cine de acción feminista. Las que ya pasamos generosamente la treintena, nos hemos criado viendo los puñetazos de Stallone, Schwarzenegger o las patadas de aurresku de Van Damme, pero no ‘sabíamos’ que el cine de acción también podía tener a mujeres como protagonistas (o eso es lo que nos habían hecho creer).
El caso es que Mad Max: Fury Road, tiene una protagonista femenina que nos deja atónitos. La verdadera protagonista es su personaje, Imperator Furiosa, en la piel de la impresionante Charlize Theron, que se fuga en un camión a toda leche liberando a un grupo de mujeres esclavizadas por Immortan Joe: el gobernante de un ejército de deformes que mantiene esclavas a mujeres para procrear hijos sanos y disponer de su leche materna, otro recurso escaso en este árido nuevo mundo, junto al agua y la gasolina.
En la cinta, Furiosa es el personaje activo, quien ejecuta absolutamente todas las acciones mientras Max, interpretado por Tom Hardy, permanece amordazado y atado durante la mayor parte de la película. En Fury Road, Furiosa es la reina de la trama junto a las esclavas liberadas. Pero Max, lejos de ser un enemigo más a batir, se convierte en un auténtico aliado en su lucha. Juntos logran el objetivo de acabar con los malos. Max sirve de sincero soporte y, finalmente, Furiosa y Max derrocan, juntos, el patriarcado.
Quiero ser como Beckham (2002), de Gurinder Chadha
Esta es una película de sueños por cumplir, de esas que tanto nos gustan. Jess (Parminder Nagra) es una chica de dieciocho años, apasionada por el fútbol. Es admiradora de Beckham, de la época en la que jugaba en el Manchester United. Vive con su familia en Inglaterra. Proceden de la India, llevan años en Reino Unido, pero mantienen intactas sus costumbres. Su casa es un pedazo de la India en suelo inglés.
Jules (Keira Knightley) es una chica de su edad, también amante del deporte rey. Jules convence Jess para que se una a su equipo de fútbol después de admirar sus excelentes habilidades con el balón.
Los padres de Jess le prohíben jugar al fútbol; son muy tradicionales y consideran que no es una actividad adecuada para una mujer. A medida que avanza la película, y con la boda de la hermana mayor de Jess como telón de fondo, vemos como ambas adolescentes van sorteando obstáculos atribuidos a su origen y género, al mismo tiempo que crece su amistad y entienden que unidas pueden conseguir cualquier propósito por difícil que parezca.
Certain Women (2016), de Kelly Reichardt
En la primera parte de este listado de películas feministas, ya quedó claro que 2016 fue uno de los mejores años para las producciones de cine que daban un paso firme para lograr la ansiada igualdad de géneros. Uno de los títulos más sorprendentes del 16 fue Certain Women de la directora Kelly Reichardt. Una buena película con cuatro excelentes actrices protagonistas: Laura Dern, Kristen Stewart, Lily Gladstone y Michelle Williams. Una pena que esta cinta no se estrenase en salas españolas y pasase directamente a ser comercializada en DVD. Maravillas de esta España mía, esta España nuestra.
En esta película, Reichardt, una de las mejores cineastas indies de la actualidad, lleva al cine los relatos Both Ways is the Only Way I Want It, de la escritora Maile Meloy. Pero todo ello tratado desde una perspectiva muy particular. La directora vuelve a centrarse en lo pequeño, en lo aparentemente banal, en esas emociones que permanecen ocultas ante miradas indiscretas. La soledad, los temores cotidianos, las inseguridades, los fantasmas del pasado y la incomunicación son parte del puzle emocional que nos plantea Certain Women. Una historia de heroínas sin trajes de superhéroes.
Hasta aquí la segunda parte. Esperamos que te haya gustado. En breve os traeremos la tercera y definitiva parte de este listado de películas feministas. ¡Estad atentxs! ¡Ah! Y podéis hacer las sugerencias de películas que queráis en la parte de comentarios. Somos todo oídos. Y que siga el ¡Girl Power!