La Trilogía de la Depresión de Lars von Trier: dureza, tristeza y sexo
Lars von Trier es uno de los directores de cine más polémicos del panorama actual. Su filmografía es bastante prolífica y las películas suelen estar agrupadas en ciclos o trilogías. Este artículo se va a centrar en su última trilogía terminada, la de la depresión.
Este singular título recoge bajo su ala tres largometrajes: Anticristo (2009), Melancolía (2011) y Nymphomaniac (2013). Todas tienen varias cosas en común. Como es obvio, las tres están escritas y dirigidas por von Trier, en todas aparece Charlotte Gainsbourg y todas están divididas en capítulos.
Anticristo: la más críptica y dura
La primera entrega de la Trilogía de la Depresión es, sin duda alguna, la más difícil de ver y de descifrar. El principio de la película es lo que se podría denominar arte, bajo mi punto de vista. Comienza en blanco y negro, a cámara lenta, en una ducha donde Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg hacen el amor. Mientras ellos están a lo suyo su bebé se tira por la ventana y muere.
Este es el prólogo que da inicio a la acción del filme, que va a estar gobernada por el dolor, la desesperación y la tristeza o los tres mendigos, tal y como se nombran, y que están representados por un zorro, una cierva y un cuervo.
Para superar el trauma del bebé, Dafoe, que interpreta al padre y pareja de Gainsbourg y que es terapeuta, lleva al personaje femenino a una cabaña llamada Edén. Aquí la protagonista pasó un tiempo con el bebé mientras escribía su tesis sobre feminicidio.
En un punto determinado el largometraje da un giro y la acción se precipita hacia la locura. Tanto que ella ataca a él y él acaba matándola a ella y quemándola en una pira, como si fuera una bruja.
Desvarío bizarro de Lars von Trier
Lo cierto es que, visto desde un punto de vista concreto, puede parecer bastante misógina. Básicamente parece que ella ha interiorizado que las mujeres son malas por naturaleza al haberse documentado para escribir su tesis. Es eso o que ¿realmente ella es una bruja?
Para responder a esto, más que ver la obra, es necesario leer lo que se ha escrito sobre ella. Al parecer von Trier salía de una depresión cuando inició la trilogía que lleva este mismo nombre, con lo que no es de extrañar encontrar algunas escenas.
Habría que hacer también una advertencia, ya que la película es tremendamente explícita. Tanto en el plano sexual (que tiene mucha importancia dentro del relato) como en lo más desagradable que una persona se pueda imaginar, como pueden ser mutilaciones.
De igual forma, estamos hablando de Lars von Trier, se le conoce precisamente por provocar y por crear imágenes y composiciones de enorme belleza, dicho sea de paso. Tiene esa dualidad que hace que su cine te dé asco en una escena, pero te obnubile con la belleza de los fotogramas en la siguiente.
Anticristo asusta por la crudeza con la que se habla de sexo, muerte o tristeza. Dentro de lo desagradable, lo cierto es que aprecio bastante esta cinta porque, ante todo, te hace sentir. Eso sí, sobre todo cosas chungas.
Melancolía: la más bella estéticamente
Esta segunda parte es mucho más accesible y menos desagradable que su predecesora. También empieza con un prólogo, menos literal que el de Anticristo. Son imágenes, algunas que imitan cuadros y pinturas, como si fueran un preludio en el que los personajes te cuenta crípticamente lo que va a pasar.
Y lo que va a pasar es Melancolía. Un planeta que va a orbitar muy cerca de la tierra y va a poder ser observado a simple vista. En esta ocasión, los protagonistas son Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg (que interpreta a la hermana de la primera), Kiefer Shutterland (como marido de Gainsbourg) y Cameron Supurr (como hijo de los dos últimos).
El personaje de Dunst, Justine, se casa y así es cómo empieza la acción. Todo parece aparentemente normal, pero con el paso de los minutos Justine va actuando de una forma más y más extraña cada vez. El clímax de esto es Justine dejando a su marido el mismo día de su boda.
Está claro que tiene una enfermedad mental que, probablemente, se corresponda con la depresión. Aunque esto lo sabremos con mayor certeza en el segundo capítulo de la película. Está dividida en dos partes, la primera sobre Justine y su boda y la segunda sobre su hermana, Claire.
La melancolía de Trier que arrasa con todo
En esta segunda parte es donde el espectador sabe de la existencia de Melancolía. Hay que decir que el marido de Claire, John, es algo así como astrónomo o científico. No queda claro durante el metraje, pero el caso es que sabe de estrellas. Claire está realmente asustada por la llegada del extraño planeta.
John intenta tranquilizarla diciéndole que los científicos han hecho estudios y que no va a pasar nada, no va a impactar con la Tierra. Aun así, Claire está bastante desquiciada con el tema. Por su parte, Justine está en un pico alto de su depresión, pero en cuanto al planeta se muestra mucho más entera que su hermana.
Son tres formas de aproximarse a un conflicto, que ya se mantendrán hasta la resolución del mismo. Claire se deja llevar por el miedo, la angustia y la consciencia de que va a morir, mientras que Justine lo asume y simplemente deja que pase (tampoco es que se pueda hacer mucho por evitarlo). Por su parte, John resulta ser el más cobarde de todos y, cuando se confirma que Melancolía va a chocar con la Tierra, se suicida.
Estéticamente es una pasada, también son muy interesantes las diferentes visiones del fin del mundo que tienen los protagonistas. Eso sí, para mí la primera parte de la película, que se corresponde con la boda de Justine, no tiene mucho sentido. Si la eliminásemos, en esencia no cambiaría nada, ya que te presentan a personajes que en la segunda parte no están y tramas que no se van a desarrollar.
Por otro lado, está la metáfora que supone que un planeta llamado Melancolía arrase con la Tierra. Es una bola gigante de melancolía que acaba con todo. Al margen de eso, bueno, es una película de ciencia ficción original con relación a lo que se suele ver y, eso sí, con una fotografía impecable.
Nymphomaniac: la más literal
Llegamos a la última parte de la Trilogía de la Depresión, tras mucho penar y después de cuatro años desde el estreno de Anticristo.
La protagonista vuelve a ser Charlotte Gainsbourg y Willem Dafoe aparece en la segunda parte de la película. Porque sí, amigos, Nymphomaniac son unas cuatro horas de metraje divida, por suerte, en dos mitades de menos de dos horas (aunque en el montaje del director son unas dos horas y media cada una).
La historia es la de una mujer ninfómana (oh, sorpresa) que relata su relación con el sexo desde que era niña hasta la actualidad, hasta llegar a la situación en la que se encuentra ahora, huyendo de Willem Dafoe.
Alexander Skarsgård, otro de los actores fetiche del Lars von Trier, se encuentra a una mujer (Charlotte Gainsbourg) tirada en un callejón cerca de su casa, malherida. Ella siente que puede confesarle a él toda su historia porque, a pesar de ser un hombre adulto, tirando a mayor, él es virgen.
Como sus predecesoras, está dividida en capítulos y, a pesar de ser la más literal de las tres y, por tanto, la más accesible, es muy poética. Me parece que está hecha con un gusto y una elegancia exquisitas, aunque no deja ser muy explícita la mayor parte del tiempo.
La mejor para acercarse al cine de Lars von Trier
Es un filme al que guardo especial cariño porque fue la primera de von Trier que me atreví a ver y una de mis primeras incursiones en el cine de autor. De hecho, la he visto varias veces porque me parece que es un ejemplo perfecto de cómo contar una historia de manera cinematográfica, pero sirviéndose de todos los recursos que el género cinematográfico ofrece. Es en la que más diálogos vamos a encontrar y la trama es mucho más dinámica que en las dos anteriores.
Por ello, creo que es una buena opción para aproximarse al director danés por primera vez. El tema principal es el sexo, pero hay otros como la depresión, la bondad, el amor o la vileza del ser humano.
Esto último es lo que cierra la película. Ella ha pasado horas narrando al personaje de Skarsgård su vida, al final de su relato incluso le dice que le considera su primer amigo real. Sin embargo, una noche él intenta acostarse con ella diciéndole que qué más le da si se ha acostado con miles de hombres.
Un final redondo
Y así, de una forma bastante redonda, se cierra la Trilogía de la Depresión. Un análisis contundente de estas tres películas daría para una tesis doctoral, ya que son miles las referencias, los temas, la estética, la manera de rodar (en gran medida con cámara en mano) y, ni qué decir tiene, que las actuaciones son perfectas y que Gainsbourg es una monstrua de la interpretación, quizá no tan reconocida como debiera.
Mi consejo a aquel que quiera acercarse al cine de Lars von Trier, concretamente a esta serie de películas, es que empiece por el final, ya que Anticristo es una película que divide a los espectadores y en la que solo hay dos extremos: o te gusta o la odias. No obstante, yo soy de la opinión de que siempre merece la pena ver el cine de una persona como el danés, aunque tan solo sea para tener otra visión de la realidad, sin duda, diferente a lo común.