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‘La reina del crimen’: Megan Abbott y el neo-noir

La reina del crimen de Megan Abbott, suena a jazz, sabe a bourbon, y huele a una mezcla de humo de tabaco, pólvora y sangre seca.

Como tal, hace las delicias de los nostálgicos del género negro de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado; aun siendo una novela de su tiempo.

Con ella, Megan Abbott también se ganó la consideración de reina, pero no del hampa, sino del denominado neo-noir. Y, como tal, nos disponemos a rendirle pleitesía.

Portada de la novela de Megan Abbott, La reina del crimen.
Portada de la novela de Megan Abbott, La reina del crimen.

Tras los pasos de La reina del crimen

La innombrada protagonista de esta historia ejerce también de narradora. Se trata de una joven de clase trabajadora, que vive con su padre y sus dos hermanas en los suburbios de una ciudad que bien podría ser las Vegas, en un momento indeterminado de los años 40 o 50.

Pese a sus modestos orígenes, se trata de una chica ambiciosa, que no siente reparos en utilizar su agudo intelecto para actividades moralmente dudosas. Nada más finalizar sus estudios de contabilidad, entra a trabajar en una casa de apuestas regentada por dos criminales de poca monta. Ya desde muy pronto, destaca por su discreción y eficacia a la hora de falsear los libros de cuentas del establecimiento. Pero las aguas en las que apenas acaba de meterse están surcadas por tiburones. Y uno de los más temibles es, sin duda, Gloria Denton, uno de los miembros más activos del sindicato local del crimen.

La mayoría de las mujeres del negocio son las más bien ingenuas parejas de los hombres que lo dirigen. Este, sin embargo, no es el caso de Gloria, a la que precede una leyenda tan larga como sus piernas. Su historia está teñida de sangre e inspira en sus subalternos un temor casi místico.

Pero los años no pasan el balde, tampoco para la reina del crimen. Gloria busca una ayudante, y quién sabe si sustituta, alguien a quien moldear a su imagen y semejanza. Y la protagonista de la novela se postula como la candidata perfecta.

Megan Abbott. Foto de Drew Reilly.
Megan Abbott. Foto de Drew Reilly.

En la ruleta de Vic

La reina del crimen se centra en estas dos mujeres, y su dinámica de mentora y alumna aventajada. La joven admira a la mayor por su sofisticación y saber hacer, y desea ser igual de próspera y respetada. A medida que la conoce más, sin embargo, este sentimiento se alterna con un temor reverencial.

Y es que Gloria, aun embutida en sus vestidos caros y sus zapatos de tacón alto, es un auténtico depredador. Calculadora e inmisericorde, es capaz de las mayores atrocidades sin pestañear, y no parece sentir afecto hacia nadie, salvo quizá su protegida.

La narradora aprende rápido, y pronto pasa de ser la recadera de su dueña a establecerse un nombre propio en los círculos donde más importa. Nadie se atreve a meterse con la chica de Gloria Denton, cuyo ascenso en el sindicato resulta meteórico.

La trama se complica, sin embargo, cuando esta conoce a Vic Riordan, un ludópata con ínfulas. En contra de todo pronóstico, la chica cae presa de sus encantos: su aliento con sabor a whisky, rostro juvenil, y actitud imperturbable. Desde el principio, la relación entre ambos resulta completamente incendiaria, una vorágine de pasión y sexo. Pero Vic ha contraído deudas con las personas equivocadas, y no tiene forma honesta de saldarlas.

¿Podrá la protagonista del libro vadear entre dos aguas? ¿Será capaz de mantener el favor de Gloria y su infatuación con Vic? La respuesta mantiene en vilo en todo momento, y deja tras de sí una buena ristra de cadáveres.

Portada de la edición inglesa de La reina del crimen.
Portada de la edición inglesa de La reina del crimen.

La reina del crimen: Sexo, cigarros y big band jazz

La reina del crimen es un regalo envuelto en terciopelo negro, un auténtico disfrute para los aficionados a las historias clásicas de gabardinas y sombreros de fieltro, pero con un toque diferente. Megan Abbott se las ingenia para escribir una novela puramente noir, al estilo de la llamada hard-boiled fiction, con dos mujeres como protagonistas absolutas.

Ambas resultan igualmente carismáticas, aunque por motivos distintos. La protagonista despierta simpatías por la falta de tapujos con que se arroja a un mundo que, en teoría, debería venirle grande, y la velocidad con la que marca terreno en un contexto completamente carnívoro. Gloria Denton, por su parte, posee el halo de los grandes villanos de la ficción policiaca. Inalcanzable, casi inhumana, y provista de una violencia silenciosa que asoma en cada página, amenazando con desatarse.

La reina del crimen es una lectura ágil, violenta y, en ocasiones, sexualmente explícita. También una carta de amor a la vertiente más tradicional del género, en el que destacan nombres como el de Raymond Chandler, Dashiel Hammett o Jim Thompson.

Megan Abbott: la perpetradora del crimen

Megan Abbott nació en el área metropolitana de Detroit, en agosto de 1971. Posteriormente, se graduó en la Universidad de Michigan y recibió su doctorado en Filología y Literatura Norteamericana por la Universidad de Nueva York. En esta época realizó el ensayo académico The Street Was Mine, una reflexión acerca del papel de los personajes masculinos y de raza blanca en el cine y la literatura noir.

Posteriormente, ha escrito varias novelas y ha ejercido como editora de A hell of a woman, una antología de escritoras contemporáneas de género negro y suspense. La reina del crimen es la única de sus obras que ha sido traducida actualmente al castellano. En 2008, esta le valió los premios Edgar Allan Poe y Barry al mejor libro original de tapa blanda, así como una nominación al Anthony (que terminaría ganando en 2016 y 2017 por sendas historias cortas).

La reina del crimen fue editada en castellano por Es Pop Ediciones, en colaboración con Valdemar, en marzo de 2011, y todavía puede encontrarse fácilmente en librerías.