La muerte del guion procedural
¿Alguna vez te has enganchado a una serie tipo El mentalista, cualquier CSI, Bones o Mentes criminales? Pues estabas enganchado a algo que, no tan lentamente, está muriendo: el guion procedural.
Antes de iniciar cualquier exposición de motivos es conveniente explicar qué es un procedural exactamente. El término procedural hace referencia a la estructura de la serie. Se trata de ficciones que siguen un esquema común y reconocible en todos los capítulos. Normalmente tratan sobre asesinatos y crímenes que los protagonistas deben resolver en cada capítulo.
Entre tanto hay pequeñas tramas sobre los personajes, que muchas veces no se resuelven o lo hacen de manera bastante cuestionable, porque lo importante no es el desarrollo del personaje, sino el caso que hay que resolver en cada episodio.
Otra de sus características es que los capítulos son, por ende, autoconclusivos. Hay un crimen al principio del capítulo y, al final, por norma general, se resuelve. A esto último se suma, además, que los episodios pueden verse desordenados o de manera aislada, ya que la trama de los protagonistas avanza tan lento (si es que existe si quiera esa trama) que el orden de los factores no afecta el producto.
¿Por qué ya no se lleva el procedurales?
Es cierto que quedan rescoldos de lo que fue esta suerte de, lo que quizá podríamos llamar, subgénero. Hay personas que no se resignan a dejar de ver CSI o El mentalista, pero es un hecho también que el procedural ha perdido mucho tirón.
Los motivos son muy claros. Pese a la ausencia casi total, de forma generalizada, de cultura audiovisual que tiene el groso de la población, esta ha crecido someramente en los últimos años gracias al desembarco de las grandes plataformas audiovisuales del streaming y, en consecuencia, al aumento de la producción de series de ficción.
Ahora los espectadores requieren productos mucho más complejos que un simple procedural que, seguramente, nunca acabes de ver porque te cansarás antes de algo tan repetitivo. Ahora lo que queremos ver son emociones complejas, tramas intrincadas que dejen en alto cada capítulo, personajes complicados, con vidas y sentimientos complicados. Esto también les viene muy bien a las grandes productoras como Netflix.
Cuando acabas de ver un capítulo de un procedural, que ya hemos dicho que suelen ser autoconclusivos y en ellos se resuelve el caso, el episodio acaba en bajo, no te genera mucha intriga por ver el siguiente. Sin embargo, si es una serie que no es procedimental los capítulos pueden acabar con un cliffhanger que incite a seguir viendo.
Cuanto antes acabes una serie mejor, porque así se seguirán produciendo contenidos en masa hasta el infinito (mejor para los grandes monstruos de la industria, por supuesto, en detrimento la mayoría de las veces de la calidad).
Reinventarse o morir
El procedural ya no genera el mismo interés porque la gente no se conforma, quieren entretenerse, sí, pero no que les tomen por tontos y el procedural se queda corto en muchos aspectos comparado con lo que se viene haciendo en los últimos años.
¿Significa esto que el procedural va a morir? Solo hay dos opciones, que muera o que se reinvente. Ya en El mentalista se da un poco más de importancia a la trama del personaje principal, ligándola incluso a los casos que debe resolver y haciéndola más interesante. Aún así, habrá que ver, tampoco creo que el sector audiovisual pierda mucho con la muerte de esta estructura de la narrativa audiovisual.