‘La cinta Duncan’, de Todd Keisling: bajo la mirada del hombre muerto

La cinta Duncan es la nueva novela corta de la colección Deméter de La biblioteca de Carfax. Una novela casi autobiográfica que se lee de una tacada y que deja un poso escalofriante y perturbador que perdura durante mucho tiempo. Avisadas estáis.

¿Os acordáis de los 90? Sí, mujer, esa década en la que los quioscos vendían colecciones doradas de las novelas de Stephen King; conocimos a Tarantino y el cine de terror japonés; descubrimos quién asesinó a Laura Palmer, y comenzamos a piratear música y vídeos en un internet en pañales que no se parecía en nada al actual.

Los protagonistas de La cinta Duncan, Robbie, Daniel y su hermano Jordan eran tres frikis que vivieron esa década como muchos otros jóvenes, soñando con su futuro, sufriendo el primer amor, jugando a la consola y descargando porno. O al menos intentándolo. En los 90, muchas veces, lo que pensabas que te habías descargado no tenía nada que ver con lo que era realmente. Buscabas el último videoclip de Depeche Mode y en un archivo llamado “Enjoy the silence – Depeche Mode”, te encontrabas una felación doblada en portugués.

Algo así les paso a nuestros protagonistas, buscaban un vídeo de una popular actriz porno de la época y encontraron algo que nunca podrían haber imaginado. Algo que les cambiaría la vida en el peor de los sentidos.

Portada de La cinta Duncan.
Portada de La cinta Duncan.

La cinta Duncan y el hombre muerto

Robbie y sus amigos vieron la grabación en vídeo del suicidio en directo de un periodista en la televisión. Se disparó en la boca con una enorme Magnum 357. Ese suceso les traumó, la sanguinolenta imagen de la cabeza reventando no se les borraba de la mente. No podían dormir y comenzaron a ver la cara del hombre muerto en otras personas, en sus padres, profesoras, amigos, etc.

Era una auténtica tortura. Ese suplicio les pasó factura y su salud comenzó a resentirse. Caminaban por el instituto como auténticos zombies. Con las imágenes de la cara del hombre muerto sangrando por la boca un oscuro líquido con olor a pólvora, superpuesta a las caras de la gente que les rodeaba, y junto a sus horribles pesadillas que les robaban el sueño, aparecieron unas extrañas ganas por repetir ese suicidio. Comenzaron a sufrir impulsos suicidas.

Robbie y sus amigos necesitaban poner fin a lo que les ocurría. Necesitaban saber el origen de esa grabación maldita. No lo habían hablado con nadie, ni con su familia. Pero un día, buscando ayuda, lo hablaron con Nelle, una compañera con muchas ganas de resolver misterios. Nelle, una mujer valiente que una vez vio el horrible vídeo no descansaría hasta conocer todo lo que escondía tras él. ¿Se encontraban Robbie y sus amigos al final del camino que resolvería el misterio del hombre muerto?, ¿o, en cambio, tan solo era el principio?…

La cinta Duncan y el efecto Werther

La novela de Todd Keisling, escrita de una forma directa, clara y sin contemplaciones, nos puede recordar a algunas películas en las que las cintas vhs tenían una importancia capital. Véase, Carretera perdida, de David Lynch, Caché de Michael Haneke, o The Ring, de Hideo Nakata. Pero quizá esta última del maestro del terror japonés es la que tenga más en común con la novela.

En The Ring, una cinta maldita con imágenes de una chica que sale de un pozo, hace que los que la ven mueran de forma horrible. En La cinta Duncan no es tan así. Los que ven las imágenes del suicido que contiene la cinta, terminan teniendo unas ganas horribles de suicidarse. Sufren lo que se conoce como efecto Werther:

“El efecto Werther es un fenómeno sociológico en el cual la cobertura mediática de un suicidio puede influir en un aumento de suicidios posteriores, especialmente en personas que se identifican con el caso reportado. Este efecto lleva su nombre por la novela Las desventuras del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe, publicada en 1774. En la obra, el protagonista, Werther, se suicida tras un amor no correspondido, lo que supuestamente generó una ola de suicidios en Europa por parte de jóvenes que se identificaban con el personaje.

Este fenómeno ha sido estudiado ampliamente en psicología y sociología, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado guías para los medios sobre cómo informar de suicidio de manera responsable para minimizar el riesgo de un aumento de casos relacionados, promoviendo la precaución en la cobertura para evitar “contagios”.”

Todd Keisling.

La cinta Duncan, ¿autobiográfica?

Pero la terrorífica novela no se queda ahí, como nos cuenta el autor en su epílogo, La cinta Duncan también habla de la depresión. El autor, después de escribir una densa y oscura novela, necesitaba escribir algo más directo y pensó en una situación que vivió en primera persona cuando era adolescente y estaba sumido en una profunda depresión, de ahí nace La cinta Duncan.

Sea como fuera, si amas el terror y tienes ganas de sentir lo que vivieron sus protagonistas, La cinta Duncan es tu novela. Además de una escritura directa y sin cortapisas, su particular estructura, y la profundidad de lo que nos cuenta, la convierte en una de las lecturas cortas más interesantes y recomendables del año.

Saludos furiosos.

Ilustración de portada de Ana Galvañ.