‘Karmen’ y el gato de Schrödinger
Además de hierro, aceite de oliva y productos de huerta, España es un país exportador de dibujantes de cómic. Desde que Carlos Pacheco y Salva Larroca abriesen camino en los años 90, multitud de otros dibujantes han aportado su saber hacer con el lápiz al género de superhéroes.
A bote pronto, se me ocurren nombres como el de Carmen Carnero (excelente en Supergirl), Jorge Fornés (Batman), Rafa Sandoval (Flash), o Mikel Janín (Wonder Woman).
Uno de mis favoritos es, sin duda, Gillem March. Nacido en Palma de Mallorca en 1979, es uno de los dibujantes más prolíficos de DC Comics, tratando a muchos de sus personajes más populares. Pero como no solo de máscaras y capas vive el dibujante, en septiembre de 2020, Norma Editorial publicó su última obra de autor: Karmen.
Karmen: Un cuento mallorquín
Cata y Xisco son amigos de la infancia. Ahora tienen veintitantos años, y comparten piso con Joana, una tercera amiga. Paralelamente, Xisco sale con Angelina, una actriz.
Cata se ha vuelto cada vez más reservada, entrando en una espiral negativa que la aleja de sus familiares y amigos. Igualmente, sospecha que Xisco le pone los cuernos a Angelina con Joana, y se muere de celos (por partida doble). Y es que le lleva ocultando a su amigo la índole romántica de sus sentimientos desde hace mucho tiempo.
Todo este jaleo de emociones, unido a su derrotismo vital, la empujan a tomar una decisión drástica: dada de vuelta del amor y las relaciones humanas, decide desnudarse, cortarse las venas, y meterse en la bañera con el secador enchufado. Y es entonces cuando Karmen entra en escena.
Una charla con la muerte
La rueda del karma funciona bien, generalmente, pero carece de un sistema de amnistía. Cuando el cuerpo muere, el alma que lo habita pasa al siguiente. Para acompañarla en este tránsito están los agentes del karma. Su labor es un mero trámite de registro. No están autorizados a juzgar a las almas con las que tratan, ni a intentar redimirlas. Pero en todas partes hay algún rebelde.
Karmen recoge el alma de Cata mientras su cuerpo yace en una balsa de sangre. Así, como en un sueño, la protagonista del cómic recorre la ciudad de Palma de Mallorca flotando por el aire. En su recorrido, pasa por aquellos lugares significativos para ella, y espía a sus seres queridos. Con la ayuda de Karmen, Cata va juntando las piezas de su vida hasta entonces, y reflexionando sobre ella.
La muerte, sin embargo, no espera a nadie. El paso a la siguiente vida la persigue en forma de bola luminiscente que no se la tardará en tragar. ¿Habrá logrado reconciliarse con el mundo para entonces? ¿Pasará a una forma de vida superior, o tendrá que pagar por su actitud?
Karmen: La rueda del cómic
Karmen es un cuento moderno que bebe de muchas fuentes: la paradoja del gato de Schrödinger, la filosofía budista, el Cuento de Navidad de Dickens, etc. Tampoco he podido evitar encontrar ciertas similitudes con las películas del Studio Ghibli, tanto en el tono de la historia como en el diseño de algunos de los personajes (pero a lo mejor es cosa mía).
El lector empatiza con Cata, pese a las asperezas de su carácter. Karmen derrocha carisma. Perspicaz y divertida (con un sentido del humor un tanto retorcido), resulta un personaje sumamente interesante y visualmente atractivo.
Y es que es en el aspecto visual donde el cómic excede. Guillem March realiza un trabajo increíble. Su dibujo de la anatomía femenina es impecable. En esto recuerda al legendario Milo Manara, aun aportando su propio sello. Y su representación de la ciudad de Palma es insuperable. Uno se encuentra mirando las páginas en admiración de árboles, calles y edificios, y no se cansa.
En Estados Unidos deben de estar flipando con esta obra. Europe Comics lo tradujo al inglés hace meses, en formato digital. Image Comics, por su parte, se está encargando de la edición impresa en varios números. El primero de ellos fue editado el pasado día 10 de marzo, y se espera un tomo recopilatorio para el próximo mes de octubre.