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Entrevista a Juan Cavestany, la mirada única del cine español

Tengo la suerte de entrevistar a Juan Cavestany, uno de mis directores favoritos. Un director con la capacidad de atraparte en sus mundos llenos de extrañezas, imperfecciones, miedos y vergüenzas. A veces como espectador te sientes desorientado, sin rumbo, pero siempre consigue dejarte con ganas de más.

Sus comienzos en el cine fueron codirigiendo junto al prestigioso productor Enrique López Lavigne una película que, bajo su capa de cine comercial palomitero y lleno de grueso humor, escondía una sarcástica crítica a un determinado sector de la sociedad.

Después vendría la incómoda y divertida Gente de mala calidad, película que nos puede recordar a su serie Vergüenza o Vota a Juan.

Inesperadamente, en su siguiente proyecto hizo tabula rasa y sorprendió al mundo con Dispongo de barcos, una película de guerrilla, perturbadora y surrealista que significó el pistoletazo de salida a su particular y fascinante mundo audiovisual.

El Señor, Gente en Sitios o Esa Sensación, confirmaron que ese cambio no se trataba de un pequeño antojo.

No debemos olvidar que Juan Cavestany es el interesantísimo dramaturgo detrás de obras como la multipremiada y experiencia imprescindible, Urtain o la más comercial Moby Dick.

Este viernes día 26 de marzo se estrena en cines de la mano de Filmin su última película, Un efecto óptico, una vuelta de tuerca a los viajes en busca de la felicidad, llena del surrealismo y de las sorpresas a las que nos tiene acostumbrados su cine:

Hablamos con Juan Cavestany

¿De dónde surge la historia de Un efecto óptico?

Es una historia que viene de lejos, la escribí en 2015. Era un relato que yo tenía en algún sitio sobre dos parejas de turistas españoles en Nueva York. Lo empecé a gestar cuando vivía allí, en mi etapa de periodista.

El turista español en Nueva York era un personaje que me atraía mucho, me daba mucha curiosidad y morbo. Tiene mucho de personaje arquetípico, en el sentido de que es uno que emprende un viaje a lo desconocido, aunque en una escala poco mitológica y muy pedestre. Pronto volverá a ser mitológico volver a hacer viajes de este tipo (risas).

Esa cosa del viaje de evasión, de la aventura, de lo desconocido, de la renovación, pero que se acaba planteando de forma muy vulgar, de ir a ver lo que se supone que hay que ver.

Así contado es un concepto muy claro pero esa historia se fue llenando de extrañezas y de surrealismos varios.

No me gusta observar otra cosa que lo real. La película habla de cosas muy reales y de emociones que creo que son bastante compartidas. Es una película de dos que buscan la evasión y el disfrute y tienen problemas para encontrarlo.

Una cosa muy humana, muy de nuestro tiempo y un denominador común de mis películas: la dificultad del disfrute.

Pepón Nieto y Carmen Machi en Un efecto óptico.
Pepón Nieto y Carmen Machi en Un efecto óptico de Juan Cavestany.

A ellos les cuesta porque están en esa extraña edad que está en tierra de nadie en el cine y en la vida también. Los 50 o 50 y tantos es una tierra de invisibilidad. No eres el treintañero que está moviendo las cosas. Puedes sufrir el complejo de Peter Pan todavía, pero estás allí, en la punta. Con 50 y tantos tampoco estás jubilado por lo que no eres exactamente un viejo, pero estás en un absoluto terreno extraño en el que el futuro es lo que avanzas y el pasado es inquietante.

Estos personajes, además, tienen el miedo de haber dejado a su hija recién emancipada y eso no les deja disfrutar del viaje. Así que pensé, ya que no pueden culminar el viaje, les voy a condenar a que lo tengan que hacer varias veces, hasta que les salga bien, hasta que se quiten el miedo de poder pasarlo bien.

Nunca me invento estructuras muy guapas y guays para descifrar las claves. Todo es bastante sencillo en realidad y esta película es una fábula.

Juan Cavestany

 – En Un efecto óptico hay metaficción, pesadillas, thriller, cuento y viajes espacio temporales ¿Dónde nos quieres llevar?

Yo solo quiero que paséis un buen rato, la verdad. La intención de la peli es pasar un rato entretenido y curioso.

Pretendo que haya una sensación de sorpresa. Acompañar a una gente que te parece simpática, pero te empiezan a dar pena, pero luego quieres que les empiecen a ir las cosas bien. Les entiendes, te ríes, pasas un poco de miedo, sufres un poco. Te cuestionas comportamientos adocenados o bajoneros. Mas allá de eso sería muy presuntuoso por mi parte. Es una peli disfrutable y nueva. Nueva o poco vista.

– ¿Podemos decir que hay una búsqueda de lo original en tu cine?

No sé qué decirte, la verdad. Supongo que sí, supongo que en cierta medida sí. Uno hace lo que puede, quiero decir, veo películas en plataformas, lejanas, antiguas, de amigos o cine que se está haciendo ahora y envidio mucho lo que hacen los demás.

Parecerá una tontería, pero veo Antidisturbios, y pienso, “pero qué barbaridad, ¿pero esto? Qué maravilla, es nuevo, me conecta totalmente”, entonces, en mi caso, no necesariamente hago el cine que admiro o que percibo claramente, porque no lo tengo claro. Es una combinación de lo que te surge en ese momento, de lo que puedes hacer.

Esta era una historia más ambiciosa, con más personajes, era una historia de dos parejas que se encontraban en Nueva York. Tenía como otras dinámicas, la verdad. Al ser más abierta respiraba un poco más. Tenía más recorrido. Curiosamente, no era un bucle temporal, eso vino más adelante.

Esta película que me ha salido, es una especie de embudo por el que sale lo que se ha podido hacer. Un poco por el proceso que has tenido tú escribiendo y por el dinero que has tenido. En mi caso, en esta peli, no he tenido, pero no quería hacer Dispongo de Barcos otra vez, con mi cámara y asaltando a la gente.

He pagado, me he gastado un dinero, me he endeudado (risas), y me ha salido a lo que han llegado las circunstancias. He tenido la suerte de cruzarme con Carmen y Pepón y que les apeteciera hacerla.

Pensar que esta película es distinta a lo habitual, me gusta. Me parece bien. Pero tampoco es algo de lo que alardee mucho, porque constantemente estoy viendo cosas alucinantes. El otro día vi Palm Springs y me dejó claro cómo se hace una película de bucles temporales (risas), o una de Antonioni, pensaba, ¿por qué no la he hecho más Antonioni, que era una de mis referencias?

En Un efecto óptico, como también me pasó en Gente en sitios, hay algo de querer hacerlo todo. Es un impulso muy peligroso y en Gente en sitios me dejé llevar totalmente. Hacía todo lo que se me ocurría. En Un efecto óptico no tanto, pero sí que hay esa ansiedad de querer abarcar muchas cosas, no en un sentido como de ambición artística, pero sí de disfrute. De cosas que me apetece rodar.

– Es la primera vez que trabajas con Pepón Nieto y Carmen Machi en cine ¿Cómo fue trabajar con ellos?

Ha sido muy guay, la verdad. Ves a dos personas en una película como esta y sabes que esto solo puede suceder si son dos personas de puta madre. Si son dos tipos curiosos, generosos, atrevidos…

Los conocía poco, me había cruzado con los dos en varias ocasiones por cuestiones de trabajo o amigos comunes y en un momento dado, pensé que en una película tan pequeña, tan independiente o autoral como iba a ser lo que al fina ha sido, le iría bien el contraste de tener estas dos caras. Así se lo expliqué a ellos.

Carmen Machi, Pepón Nieto y Juan Cavestany en Un efecto óptico.

Ellos se lanzaron con fe total. Quizá, Pepón más asustado y preocupado por hacerlo bien y Carmen más despreocupada en el buen sentido, confiaba en que yo sabía cómo lo iba a llevar. Les decía que no se preocuparan que el paquete final tendría sentido.

Me gustó mucho que, a los dos, cuando la vieron, les gustó mucho la peli. Han estado muy comprometidos con Un efecto óptico y lo siguen estando porque se ven muy bien en la película.

– ¿Cómo consigues que los actores estén tan naturales y enfocados en tus películas?

Creo que solo hay una cosa para conseguirlo, entenderse con alguien. Entenderse de forma muy transparente, hablar de todo y no esconder nada. Generar confianza. Generar una relación de participación. De que todo se puede hablar y que todo se puede cuestionar. Lo que no se dice se enquista.

Cuando estableces un buen diálogo, aparece la relajación. Sin esa relajación es imposible.

Eso me ha pasado con todo el mundo. A las personas con las que trabajo me gusta mirarlos y preguntarles “¿Qué tal?”

Como me gusta mucho trabajar con gente sin experiencia, que me gustan como personajes, como caras o como perfiles, intento exactamente lo mismo. Desde ahí se comienza a trabajar.

– ¿Cuanta improvisación cabe en el guion de tu película?

Nada, ninguna. En este caso hay muy poco texto y el poco que hay se repite. Tuvimos tres semanas para rodar todo y no había tiempo.

– Con tu filmografía has creado un mundo propio en el que podrían cohabitar todos los personajes de las diferentes pelis. ¿Tienes algún personaje preferido?

Imagínate, la famosa respuesta de a qué hijo prefieres… Tengo una especial relación y predilección por Luis Bermejo y El Señor. Lo que hicimos con El Señor fue una cosa muy especial, por el momento vital y la forma de hacerlo.

Luis Bermejo en, El Señor, de Juan Cavestany
Luis Bermejo en, El Señor, de Juan Cavestany

Dispongo de barcos es una película en la que estaba perdido y tirando por la borda el haber podido labrarme una cierta carrera convencional después de Gente de mala calidad. Dispongo de barcos es muy desabrida, es muy amarga.

En El Señor, empecé a medir pequeñas cositas que luego me han ido sirviendo y Luis es un amigo del alma.

– Nos encantan Vergüenza y Vota a Juan, pero ¿para cuando una serie con la oscuridad de tu cine?

No lo sé, la verdad. Ahora voy a empezar a rodar una serie en junio que no es más oscura, pero trata sobre la vejez. Es una comedia que trata sobre la vejez y creo que va a ser muy diferente a Vergüenza y a lo que he hecho. El mirar a la generación de los 70 y tantos nos va a poner de otra manera.

– ¿Cuáles son tus referentes?

En el salón de mi casa estoy mirando un libro de los hermanos Marx, un póster de la película de Pinocho, y encima hay un cuadro en el que salen unos perros jugando al billar, ¿sabes cuáles son? Pues esos son mis referentes (risas). En la estantería de DVDs tengo las películas de Douglas Sirk, esto no es que sea un referente, es que ahora estoy obsesionado con su cine, lo he descubierto como muy tarde y estoy obsesionado con él.

– ¿Qué sueños te quedan por realizar?

No sé… Seguro que los hay… Mira, esto es un sueño de verdad, uno que se repite, muchas veces sueño que encuentro un libro de Tintín que no sabía que existía hasta ahora, un título nuevo. Un libro de Tintín que no estaba entre sus veintitantos libros. Veo la portada, pero luego no me acuerdo bien de ella. Esto se enmarca en que descubro una librería de libros de segunda mano antiguos e interesantes. También sueño constantemente que vuelvo a vivir a mi casa de Nueva York, como si estos 20 años no tuvieran importancia.

Cuestionario Furioso de Juan Cavestany

Película favorita: Imitación a la vida de Douglas Sirk

Serie favorita: The Muppet Show

Libro favorito: Misericordia, de Benito Pérez Galdós

Cómic favorito: Sabrina de Nick Drnaso

Cantante, grupo o músico favorito: Goldmund

Artista plástico favorito: Jackson Pollock

Miedo tecnológico: El bluetooth y el efecto 2000