Irene Escolar: “He descubierto el cine trabajando con Jonás Trueba y Los ilusos”
Algunas personas se ven agraciadas por el toque de Melpómene, musa del teatro. Irene Escolar es una de ellas. Una actriz que posee innumerables máscaras. Una muñeca rusa de personajes que parecen no tener fin.
Su carrera comenzó cuando era muy joven. Debutó junto a Antonio Banderas en la genial Imagining Argentina. Desde entonces no ha dejado de trabajar en cine con directores de apellidos que han hecho historia en nuestro país: Saura, Cuerda, Aranda, Trueba o Cavestany.
Ganó un Premio Goya bajo las órdenes de la directora Lara Izagirre en Un Otoño sin Berlín y para la televisión ha trabajado con los Javis en Paquita Salas o en la genial Dime quién soy, de Eduard Cortés.
Hace poco la vimos en el cine junto a Antonio Banderas, Penélope Cruz y Óscar Martínez en Competencia Oficial y en Tenéis que venir a verla, la nueva delicatessen de Jonás Trueba.
Acaba de rodar con Itsaso Arana Las chicas están bien, una cinta que promete ser de lo mejor del año, pero donde encontramos a la Irene Escolar más camaleónica es en el teatro. Obras como Vania, Hermanas, Mammón, La Gaviota, La casa de hielo, Capitalismo, Agosto, El mal de la juventud o la obra de próximo estreno Finlandia, a manos de Pascal Rambert, son buen ejemplo de que las tablas del teatro le son tan cómodas como un nórdico en invierno. Son el lugar ideal para descubrir que el talento interpretativo de Irene Escolar parece no encontrar techo.
Hablamos con Irene Escolar
– ¿Dónde estudiaste?
En muchos sitios. Estudié en Londres en la Royal Academy of Dramatic Art; en la escuela de Cristina Rota cuando era muy jovencita, entre los 11 y 15 años; en el Teatro de La Abadía, en la Bienal de Teatro de Venecia durante cinco veranos, y luego me he ido formando por mi cuenta haciendo talleres y cursos que me van interesando. El último taller que he hecho ha sido con Will Keen.
Siempre he tenido mucha curiosidad por ir aprendiendo cosas nuevas. He sido un poco culo inquieto.
– ¿Cómo se hace para comenzar a trabajar a las órdenes de Carlos Saura en El 7º día y con Christofer Hampton en Imagining Argentina?
Pues imagino que teniendo suerte, mucha suerte (risas). A veces son cosas incontrolables.
Era muy joven en ese momento, tendría entre 13 y 15 años. A mí solo me dejaban trabajar en verano, y dio la casualidad de que ambas películas se rodaron en dos veranos consecutivos. Hice las pruebas, me cogieron y fueron dos experiencias cinematográficas muy potentes. Eran dos grandes directores, muy diferentes, pero muy grandes, con equipos enormes. Fue una manera de entrar en el universo cinematográfico muy poderosa.
En aquel momento yo no tenía la conciencia que puedo tener ahora sobre lo que realmente representaban estas dos figuras. Era muy joven. En mi casa había visto películas de Saura, y creo que por aquel entonces ya había visto Las Amistades Peligrosas. Sabía que eran dos directores muy buenos, pero no conocía la dimensión que implicaba eso.
Mi tío había trabajado con Saura, tenía muchas referencias, pero cuando eres más joven, una va más a la experiencia. A lo que ocurre en el rodaje. A lo que aprendes y te estimula.
Recuerdo que los observaba mucho. A Carlos Saura lo recuerdo siempre con su cámara de fotos, su mirada… En aquel reparto había actores increíbles. Ver trabajar a Victoria Abril, Ana Wagener, José Luis Gómez, a Juan Diego… todos me impactaron muchísimo. Una escena en concreto con Victoria Abril, que en aquel momento para mí era un súper referente, me marcó muchísimo. Son cosas que se te quedan y que acaban formando parte de tu imaginario. De lo que anhelas o aspiras hacer.
En el rodaje con Christopher Hampton recuerdo más, que luego me lo he ido encontrando otras veces, a Antonio Banderas. Fue siempre tan generoso, tan entusiasta… Una persona que es un lujo tener en un rodaje. Tengo el recuerdo de Antonio como un grandísimo compañero. En Competencia Oficial volví a coincidir con él y de nuevo me lo volvió a confirmar.
Siempre me ha gustado mucho ver a la gente que admiro en un set o en los ensayos, ver cómo se comporta. De nuevo, para tener referentes que te marquen un patrón de comportamiento, o que tú digas, “Ah, vale, así es como hay que comportarse. Así es como hay que estar.”
Cada uno pone el ojo donde le late y en ese sentido he sido muy afortunada. He estado muy bien rodeada y me siento muy agradecida por ello.
– ¿Qué quieres decir?
He estado rodeada de mucho arte. Mi vida ha estado rodeada de arte, de personas increíbles. Los compañeros que me he ido encontrando han sido grandes y talentosos artistas muy bien colocados. He estado rodeada de gente que me ha acompañado bien. Han sabido tenderme la mano y abrirme caminos y puertas.
A nivel familiar también. De ellos he aprendido a entender la profesión desde un lugar humilde. Para mí eso ha sido lo más importante, y cada día lo es más. Siempre pienso que mis tíos o mis abuelos son gente muy querida, eran gente querida. La gente quería tenerles cerca como compañeros y para mí eso siempre ha sido muy importante. Que los directores quieran repetir conmigo, que mis compañeros quisieran volver a trabajar conmigo. Era lo que yo había visto de mi familia.
– Si continuamos con tu carrera, vemos que trabajas con directores tan dispares como José Luis Cuerda o Juan Cavestany, ¿Qué línea de trabajo te interesa más?
Son formas diferentes de afrontar el trabajo, pero supongo que depende de los momentos vitales, de la experiencia previa que hayas tenido. Depende de muchas cosas, pero, en realidad, ambas maneras de ver el mundo me parecen muy interesantes y me gusta poder transitarlas. Eso es lo que me parece más apasionante.
Recuerdo ambas experiencias muy divertidas y placenteras. No me puedo casar con ninguna de las dos.
– Sigues trabajando y consigues el Goya a mejor Actriz Revelación por Un Otoño sin Berlín, ¿cómo fue esa experiencia?
Recibir el Goya fue muy emocionante, inesperado y muy poco planeado. Era una película que habíamos rodado en un pueblo en el País Vasco, con Lara Izagirre, una directora novel en aquel momento. Era lo último que me esperaba. Lo viví con mucha alegría. Para mí es relevante que ese premio te lo otorgue gente con la que has trabajado, o que no has trabajado, pero se dedica a lo mismo que tú. Son tus compañeros.
En una profesión como esta, con tanta inestabilidad y peleas internas, que te reconozcan y pases una noche de celebración con la gente querida, me parece un regalo, la verdad.
– ¿Cómo fue trabajar con Eduard Cortés en la genial serie Dime quién soy?
Fue maravilloso. Estuvimos rodando durante ocho meses. Y yo fui a rodar todos los días menos tres o cuatro. Para mí fue un entrenamiento bestial. Me lo pasé muy bien con Eduard y congeniamos mucho.
Eduard es un director súper inteligente, de las personas más cultas con las que me he encontrado. Que mejor escucha. Con una sensibilidad muy particular y además, es un tipo muy divertido. Él dirigió todos los capítulos y nos lo pasamos muy bien trabajando juntos.
No era una historia fácil, no fue fácil adaptar esa novela. Tuvimos tres meses de estar sentados en una mesa pensando en cómo hacer eso, cómo dialogarlo y encontrar la manera de contemporizar aquello.
Además, viajamos a multitud de países. Estuve viviendo tres meses en Budapest, hablé un montón de idiomas, tuve que aprender ruso, alemán… Trabajé con actores italianos, franceses, ingleses, rusos, alemanes… me encontré con tanta gente, era tan bonito recibir y compartir con ellos su trabajo, ver tantas formas diferentes de abordarlo… Aprendí muchísimo. Hice muchísimos amigos que han sido muy importantes estos últimos años.
También Julia Navarro, que fue la autora del libro, me cuidó muchísimo, apostó y creyó en mí… Me regaló un personaje que no es nada fácil de encontrar. Estoy muy agradecida, la verdad.
– Ahora saltamos a la producción, ¿cómo te metes a producir con Bárbara Lennie, Escenario 0? ¿De dónde surge esa maravillosa locura?
Pues mira, esto surge durante el confinamiento. Nosotras íbamos a hacer una función con Pablo Remón, y lo que ocurrió es que cerró el Teatro Kamikaze. No sabíamos cuándo íbamos a volver a subirnos a un escenario ni si los espectadores podrían volver a ir al teatro. Ahora parece una locura, pero en aquel momento fue así.
Hacia mucho tiempo que queríamos rodar Hermanas. Pensamos que, aun teniendo en cuenta los protocolos del momento, sería fácil, porque éramos tan solo nosotras dos. Empezamos a rondar esta idea. Pensar cómo se podía hacer.
Cuando pensamos cómo poner en marcha Hermanas, se nos ocurrió no quedarnos solo ahí, hacer seis adaptaciones de teatro contemporáneo que nos interese y llevarlo a la pantalla. Pero no como teatro gravado, sino como otra cosa. Algo a lo que no sabemos poner nombre.
Quisimos darle una vuelta. Encontrar lo bueno del cine y lo bueno del teatro y ver qué pasa. Como un experimento. Pensamos en hacer colaborar a creadores teatrales y cinematográficos, que tanto para Bárbara como para mí son nuestras grandes pasiones.
Se lo presentamos a HBO y creyeron en el proyecto desde el principio. Se aprobó todo en menos de un mes. Lo sacamos adelante confinadas y lo produjimos, rodamos y posprodujimos en tres meses.
En junio tuvimos la idea y en septiembre ya se estaba estrenando. Fue una pasada para nosotras. Para ambas, una de las mejores experiencias que hemos tenido.
– En Escenario 0 estás con Bárbara Lennie en Hermanas, de Pascal Rambert, pero también te podemos ver en Mammón, de Nao Albet y Marcel Borràs o Vania, dirigida por Carla Simón.
Hermanas la íbamos a hacer seguro, pero es que luego Mammón había sido un éxito esa temporada y nos apetecía mucho, como Vania.
Insistí mucho en que lo hiciera otra actriz y no lo hiciera yo porque me daba vergüenza (risas), pero al final lo acabé haciendo y yo feliz y encantada. Para mí eran tres piezas fundamentales de los últimos años. Para mí las más importantes.
– Volvemos al cine, ahora con Competencia Oficial. Interpretas a un personaje pequeñito pero que en todo momento queremos saber más de él, además, tienes una secuencia con Penélope Cruz bailando que es una genialidad. ¿Cómo trabajaste esa secuencia?
Trabajar con Gastón y Mariano es que ellos pongan un marco absolutamente genial a lo que tienes que hacer, y en realidad tú solo tienes que ir allí a pasártelo bien. Todo lo que tiene esa película son ellos. Y Arnau Valls que es un director de fotografía maravilloso.
Ellos los tienen todo tan claro, son tan divertidos, tienen ese imaginario absolutamente loco y kafkiano que es una pasada.
En realidad, fueron ellos los que me dijeron “queremos un baile”. Así que yo, que en aquel momento (era antes de la pandemia) estaba viajando y me encontraba por Sri Lanka, les iba mandando propuestas de bailes y de canciones. Ellos me dijeron que probara y ya ni sé cuantos vídeos les mandé (risas).
Al final nos quedamos en una cosa rollo Tik Tok pero sin ser Tik Tok del todo. Es una repetición de movimientos mezclados con diferentes vídeos que yo me hice y que a ellos les parecía muy bien. Luego hicieron una canción que combinara con eso, pusieron la cámara y ahí estuve un rato bailando.
El reencuentro con Antonio Banderas fue maravilloso y trabajar con Penélope Cruz es un lujo. Ella tiene un aura, algo energético, que no es normal. Es así. Es una tía súper generosa, normal, cercana y que te da todo lo que necesitas para hacerte sentir bien.
– Tenéis que venir a verla, primera película con Jonás Trueba, ¿qué tal?
Muy bien. Yo diría que he descubierto el cine trabajando con Jonás Trueba y los ilusos. El cine que yo he admirado siempre. La manera de rodar, la manera de entender… Yo no había tenido la oportunidad de encontrar un proceso creativo tan gratificante en el cine como sí me había encontrado en el teatro. Un encuentro artístico tan poderoso. No había ocurrido esa magia. Jonás y los Ilusos, su equipo y sus actores, han generado eso.
Para mí fue algo muy divertido, cercano, mágico y libre. Es cine libre. Además, Jonás es un tío muy inteligente. Mucho. Te da muchas herramientas para trabajar.
Los cuatro actores congeniamos muy bien. Entendimos el lenguaje bien. Fueron nueve días de rodaje, dos en invierno y siete en primavera y ya está. Salió esta pequeña joya. Una película que yo valoro y que me alegra muchísimo, por todo lo que ha significado, que haya ido tan bien.
– ¿Qué nos puedes contar de Las chicas están bien, de Itsaso Arana?
Acabamos de terminar de rodarla y ha sido taaan bonito… Hemos estado conviviendo durante tres semanas en el molino donde se ha rodado la película íntegramente y esa película va a ser una preciosidad.
Las chicas están bien van sobre un grupo de mujeres, actrices, que van a un molino a ensayar una obra de teatro. Todo lo que ocurre entre ellas esos días, en cuanto a las reflexiones sobre la vida, la muerte, la interpretación, la feminidad o la sororidad es hermoso. Además, la dramaturgia de Itsaso, que viene de haber trabajado mucho con la compañía de teatro La Tristura, conforma una película que no he visto. No he visto esta película. Tiene muchas cosas “meta” y es muy interesante la narrativa. Es muy interesante como lo ha contado y es una grandísima directora. Pocas veces me han dirigido así de bien.
Itsaso Arana contará historias en el medio que ella quiera, pero creo que será una gran directora de cine. Tiene un imaginario muy especial y suyo. Tiene mucha fuerza y mucho conocimiento del trabajo actoral y humano.
El rodaje ha sido tan placentero, tan fácil y gustoso… La calidad humana era enorme y eso no es tan habitual. Nos ha llevado, nos ha afinado y ha sido muy generosa. Nos ha juntado allí a todas y ha escrito una película para sus chicas. Para su gente. Para lo que está por venir.
Es una película muy personal donde hay mucha generosidad por su parte.
– ¿Utilizas alguna técnica concreta a la hora de interpretar?
La verdad es que no tengo ningún tipo de técnica. Depende del proyecto que sea se requieren unas cosas u otras. He hecho cosas, muy, muy diferentes. En realidad, cada proyecto en que me meto viene de un lugar muy intuitivo. No te puedo decir nada concreto. Es imposible.
Finlandia, la función que estoy preparando para Pascal Rambert, no tiene nada que ver con cómo me he preparado la película de Itsaso Arana. Nada que ver. Son como dos Irenes diferentes.
Es como un trazo. Como el primer trazo de un cuadro que lo va marcando todo. De esa primera intuición surge todo.
Luego depende, la función de Pascal requiere de una técnica muy concreta, donde me tengo que preparar físicamente para poder llegar a hacer todas esas acciones, a esa velocidad. Vocalmente también necesitas una técnica que no necesitas para hacer una película.
Depende de tantas cosas… Pero lo que sí te digo es que no tengo un plan fijo. Me gusta probar, me gusta descubrir, me gusta jugar.
Creo que, cuando trabajas, la clave es buscar la manera de ser libre. No tener prejuicios y ver que está pidiendo el proyecto, qué está pidiendo ese texto y las personas que quieren contar esa historia.
– ¿Eres de las que trae el personaje de casa o dejas que en ensayos el director te marque exactamente qué es lo que quiere de tu personaje?
Ambas cosas. Me gusta proponer, dependiendo de lo que quiere el director o no, pero me gusta ver si encaja en la sala de ensayo. Creo que la sala de ensayo es muy importante para eso. A lo mejor uno en su casa se ha planteado una serie de cosas, pero luego allí no funcionan cuando lo pones en pie, cuando estás con tu compañero, cuando escuchas al otro.
Lo que sí que es importante, es no estar fijo en una idea. Hay que poder moldear lo que vaya pidiendo el proceso.
– Tu carrera es fascinante, ¿hasta qué punto eres libre de seleccionar los trabajos que quieres o son los que te llegan? ¿Tienes la suerte de escoger los trabajos que te gustan?
He tenido esa suerte, sí. Soy una gran privilegiada. También he trabajado en algunas cosas porque hay que vivir, pero, sí, he podido escoger muchas cosas, sin duda.
– ¿Qué te gustaría hacer que no hayas hecho en el mundo de la interpretación?
Así como me siento muy satisfecha de muchas de las cosas que he hecho en el teatro, siento que todavía hay algo en el mundo del cine, del audiovisual en general, que todavía me gustaría hacer.
A mí me gusta mucho transformarme y eso se puede hacer mucho más en el teatro que en el audiovisual. Me apetece hacer algo un poco más loco, un poco más fuera de mí. Sí, hay algo que me falta todavía en el mundo del cine.
– ¿Cómo ves la figura de la mujer en el cine?
Vengo de hacer Las chicas están bien, que hemos sido todo mujeres. Todo el equipo técnico eran mujeres, todas nosotras éramos mujeres y la energía era muy poderosa. El equipo técnico era increíble. Nunca había trabajado con una directora de fotografía, nunca había trabajado con una gaffer, una foquista, una jefa de sonido… todas eran mujeres.
La energía, el respeto, el poder, lo listas que eran todas… Yo pensaba, “esto es una gran revolución, este es el momento de que se empiece a normalizar.” Va a ser normal ver a directoras de fotografía, que es lo que debe ser, no una excepción, debe ocurrir.
Entonces, yo creo que estamos viviendo un momento de cambio y transformación muy poderoso y potente. Todavía quedan muchas cosas por hacer, pero es un momento luminoso y me encanta poder vivirlo.
Cuestionario Furioso de Irene Escolar
Película favorita: Opening Night, de John Cassavetes.
Serie favorita: Mad Men, de Matthew Weiner y Normal People, de Lenny Abrahamson y Hettie Macdonald.
Libro favorito: Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan.
Cómic favorito: Tintín, de Hergé.
Cantante, grupo o músico favoritx: Florence and the Machine.
Artista plástico favoritx: Ariadna Chez.
Miedo tecnológico: Todo lo tecnológico me da terror.
Foto de portada de Javier Salas.