Fundación Kirira: la lucha contra la mutilación genital femenina desde un lugar de La Mancha
Todavía hay esperanza. En un contexto de guerra como el actual, con las ansias belicistas en sus cotas máximas, nos queda la esperanza de conocer a personas como Estrella Giménez y su equipo de colaboradoras y colaboradores. Maestra en Lenguas Extranjeras y presidenta de la Fundación Kirira, ha dedicado y dedica gran parte de su vida a ayudar a los demás. Conocemos con más detalle cómo nació esta ONG y cuál es su labor.
Fundación Kirira: el comienzo de una aventura que salva vidas
Hace más de 20 años Estrella se embarcó en una de esas aventuras que te cambian la vida sin ser consciente de ello. Después de años de apadrinamiento y colaboración con Ayuda en Acción y tras una serie de viajes personales a Kenia en el año 2000, nacía, casi sin pretenderlo, Fundación Kirira. Al menos en el pensamiento, para pasar después a ser una realidad palpable.
Después de varios viajes al país africano, Estrella y su marido pudieron conocer de cerca la realidad que sufrían muchas de las mujeres en algunas zonas del país, especialmente en Tharaka. “Viajamos al país en pleno mes de agosto que es la época del año en la que se realizan las mutilaciones genitales. Las mujeres con las que pude hablar se sorprendían muchísimo de que yo no estuviera mutilada ni tampoco mis hijas; ellas entendían que de alguna manera estábamos malditas”, recuerda Estrella durante una entrevista que mantenemos con ella en la sede de la Fundación.
Tras conocer la realizad de esta zona en mayor profundidad, en 2007 se fundó Fundación Kirira, una ONG contra la mutilación genital femenina con sede en Tomelloso (Ciudad Real) que trabaja desde España en busca de sponsors y ayudas, pero también lo hacen a pie de terreno gracias a un equipo permanente (Kirira Child Welfare Organisation NGo) que está en contacto directo con las comunidades de las zonas en las que prestan ayuda. Zonas en las que hoy por hoy la mutilación genital femenina todavía existe por motivos de tradición y control de la mujer.
Ser protagonistas de su propio desarrollo
El principal objetivo de los trabajadores y voluntarios que forman Kirira es erradicar por completo la mutilación genital femenina en todas sus variantes. Aunque su trabajo no termina con el apoyo a las niñas que pueden padecerla, también se extiende a sus familias y a las poblaciones en las que viven.
La idea es que la comunidad entera se beneficie de alguna manera del trabajo que realiza la ONG; únicamente así, a través de un trabajo global que repercuta en todos los miembros de la comunidad, podrán lograr la erradicación de esta salvaje práctica. Estas comunidades son, poco a poco, más protagonistas de su propio desarrollo.
Según los últimos datos disponibles y auditados, Fundación Kirira ha prestado ayuda directa a 94.638 personas en Kenia desde 2007.
La realidad de Kenia
Kenia es un país muy dividido, con grandes diferencias sociales basadas en el poder adquisitivo de sus habitantes. Por un lado, nos encontramos con un país rico en el que el turismo y los safaris de lujo pueden deslumbrarnos y cegarnos para no ver otra realidad también muy presente en el país. En zonas remotas de amplias extensiones y prácticamente incomunicadas, nos encontramos con una realidad muy diferente donde la pobreza campa a sus anchas. “Estamos hablando de lugares en los que nunca han visto un vehículo ni a un blanco. Ni siquiera son conscientes de que ellos pertenecen a un país que se llama Kenia. Se dividen en tribus y hay comunidades que están prácticamente abandonadas como la de los Taraka”.
La alimentación se basa en judías y maíz, y la comunicación es muy complicada entre las distintas comunidades. Tomando como ejemplo a la tribu Tharaka, hablan su propia lengua, y aunque en algunos casos aprenden suajili (una lengua de unión) o inglés en el caso de poder acceder a la educación secundaria, la situación de las mujeres pobres que no han ido a la escuela es de incomunicación total.
Como ritos de paso a la edad adulta, a las niñas se les practica la mutilación genital femenina y a los niños el ritual de la circuncisión; todo ello en condiciones higiénicas más que cuestionables. “Cuando llegamos a Kenia en el año 2000 nadie hablaba de la mutilación genital. Ahora se sabe que hay millones de mujeres en el mundo que la han padecido, pero debemos tener en cuenta que esto es violencia de género extrema e intrafamiliar con lo que estamos seguras de que hay una inmensa cantidad de casos que no están contabilizados”.
El control total de la mujer en Tharaka
“En Taraka nos encontramos con que las mujeres no era más que un animal para reproducción y trabajo. Eran vendidas por el padre, quien las poseía, era su dueño. Cuando la niña tenía entre 12-16 años la vendía una vez realizada la mutilación genital entre los 8 y los 12 años. El padre, cuanto más joven era la niña y si además estaba mutilada, más dote cobraba”, nos explica Estrella.
En esta ecuación las madres eran el vehículo. Se aseguraban de que las niñas pudieran ser casadas. “En unas circunstancias de vida tan duras, una niña sin saber leer ni escribir y sin recursos no puede sobrevivir más allá de ser prostituida. Para ellas era prácticamente la única salida para ser miembros de pleno derecho en la comunidad”.
Y añade: “No hay que criminalizar a las madres, ellas quieren a sus hijas igual que las queremos nosotras; pero hay que entender el contexto. Las mujeres son las víctimas, madres e hijas. La cuestión es que se realiza esta práctica para que el hombre reciba una mujer joven y virgen y asegurarse que no ha tenido relaciones sexuales. Necesitan tener la certeza de que su descendencia es suya ya que pasan largas temporadas fuera del poblado. Después de más de 20 años en contacto con la zona, es la conclusión a la que he llegado”.
Un futuro esperanzador
Fundación Kirira continúa su camino de ayuda y lucha para abolir definitivamente la mutilación genital femenina realizando una actuación integral que beneficie a toda la comunidad. Kirira tiene en Taraka 47 Clubs Antiablación en escuelas de educación primaria y dos en centros de secundaria. Desde estos clubs se consigue evitar que las niñas sufran la ablación y puedan seguir estudiando. Para lograr que las escuelas trabajen a favor de la campaña de Kirira, la ONG apoya al centro educativo económicamente para que pueda mejorar sus condiciones en cuanto a la incorporación de paneles solares, material escolar, letrinas, huertos escolares, tanques de agua potable o nuevas aulas que benefician a todos los alumnos y alumnas estén a favor o en contra de la mutilación, no se hacen distinciones.
Para los casos más extremos, cuentan con dormitorios de rescate en los que aquellas niñas en situaciones familiares más complicadas pueden permanecer para salir de su entorno. También están las casas de acogida, en colaboración con Ayuda en Acción, en las que viven niños y niñas tutelados en situación de extrema vulnerabilidad.
Además de esta ayuda directa a la infancia, el apoyo de Kirira se extiende más allá de la escuela con microcréditos para que las mujeres en Tharaka puedan poner en marcha negocios propios y ayudar en la educación de sus hijos.
“Gracias a estas campañas hemos visto cómo las matriculaciones de niñas han aumentado de forma importante. Además, ofrecemos becas de estudio para que las niñas puedan continuar con educaciones superiores. Cuando damos esa oportunidad a una de ellas, esa ayuda se multiplica y se nota en sus familias y en la comunidad entera”.
Si quieres conocer mejor a Fundación Kirira, puedes acceder a más información a través de este enlace, animarte a hacer voluntariado o colaborar con sus campañas. Nos hace falta esperanza, nos hacen falta más Kiriras y más Estrellas. Gracias por vuestro trabajo.
¿Quieres seguir informándote sobre la situación de muchas mujeres vulnerables en el mundo que necesitan nuestra ayuda? Te recomendamos leer el artículo “Explotación reproductiva low cost: las ‘granjas de bebés’ en Ucrania”.