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Sitges 2022: ‘Fumar provoca tos’, De Quentin Dupieux, la grieta entre su cine y su propio personaje

Hoy nos toca hablar de Fumar provoca tos, la segunda película que pudimos ver de l’enfant terrible francés en el Festival de Sitges de este año. Si Increíble pero cierto acusaba cierto desgaste en el humor de su director, Fumar provoca tos nos confirma que algo está cambiando en la traviesa y surrealista mente de Quentin Dupieux.

Póster de Fumar provoca tos.
Póster de Fumar provoca tos.

Quentin Dupieux: angustias y carcajadas en Sitges

Diez años han pasado de una película extraña. Wrong (2012) abre con una grieta en la carretera donde un bombero se pone a defecar mientras lee el periódico. A un lado, un grupo de compañeros descansando. Al otro, una furgoneta en llamas. Y en medio, la esencia de un film que reveló en Quentin Dupieux un personaje a seguir en el Festival de Sitges cuando se quiere aderezar la habitual ración de angustias con la siempre saludable carcajada limpia.

Desde luego, la espléndida Wrong también es la prueba de que (para muchos fans) el neumático telequinético de Rubber (2010) sólo fue la primera toma de contacto con un director, guionista, DOP y compositor galo que acabaría repitiendo no una, ni dos, sino hasta ocho veces en la ciudad costera. Con una serie de comedias en miniatura que remezclan géneros, códigos y hasta gestos del imaginario contemporáneo con el mismo flow con el que Dupieux pincha temas de electro gamberro para hacer bailar a las marionetas bajo el pseudónimo de Mr. Oizo.

Wrong, de Quentin Dupieux.
Wrong, de Quentin Dupieux.

Por último, Wrong es la promesa de un absurdo elegante. Como si el humor estúpido saliera a la calle vestido con traje y corbata. No para buscar la seriedad, no nos confundamos, sino como un acto despreocupado de minuciosa puesta en escena y tono preciso. Una vía de escape donde el surrealismo, por cierto, apunta a la grieta que se abre entre dos mundos. El de una causa y su efecto. El de un acto y su repercusión. El de una acción y una reacción.

Resumiendo, lo que podría definir el cine de Dupieux es el estrecho espacio entre una furgoneta que arde y un grupo de funcionarios que descansa. O mejor aún, entre la calada de un cigarro y la tos que provoca.

Fumar provoca tos: un juguete en miniatura

Quizá el problema de esa lógica absurda, que transforma los mecanismos de lo imposible en algo verosímil, llega con la gestión de sus brillantes ideas. Como si éstas, ahora, se vieran encerradas en un escaparate de juguetes posmodernos.

Fumar provoca tos.
Fumar provoca tos (Fummer fait tousser).

La mayoría de las veces, su mirada lisérgica ha sido tan impredecible en los dominios de lo insólito, según afirma, para que “no puedas saber qué viene después” (como encontrar una cinta de vídeo en el vientre de un jabalí). Pero si hay algo que salta a la vista en su nueva película Fumar provoca tos, estrenada en Sitges a modo de díptico junto a la buñueliana Increíble pero cierto, es su particular estructura narrativa.

El grupo de superhéroes TABAC FORCE integrado por Nicotine, Mercure, Methanol, Ammoniaque y Benzène que corresponden a Anaïs Demoustier, Jean-Pascal Zadi, Vincent Lacoste, Oulaya Amamra y Gilles Lellouche, interrumpen su combate contra amenazas mundiales para tomarse un descanso y reparar su cohesión laboral.

Su líder, una paradoja de roedor baboso que no para de seducir a las mujeres, reubica al equipo en una instalación hipertecnológica en medio del bosque, en la mejor tradición pop, y les envía un nuevo acompañante. Norbert 500, un robotito defectuoso como perfecto sidekick de la función. Una vez acomodados, será en el calor de una hoguera nocturna donde el nervio fabulador empiece a tomar altura introduciendo nuevos personajes en esta suerte de punto de encuentro del star-system francés.

Con todo, Dupieux opta por activar el dispositivo del cuentacuentos como si fuera la versión descerebrada de Boccaccio. De este modo, lo que empieza como la reescritura gozosa de una película nipona de serie B –con los TABAC FORCE enfrentándose a una tortuga punk capaz de invocar a las man-in-a-suit movies– adopta rápidamente la forma de un vehículo expeditivo para narrar enumerando.

Fumar provoca tos.

Fumar provoca tos: ¿una sátira superheroica?

A veces, el astuto director rompe con la dinámica de hoguera y se saca más narradores de la patilla. En el mejor de los casos, estos nuevos invitados ofrecen una variante deliciosa respecto al esquema propuesto. Desde una niña excursionista que remata su relato con apenas dos frases (¿quizá una discípula aventajada de Augusto Monterroso?) hasta un pescado que habla mientras se abrasa en la parrilla.

Ahora bien, si hay algo que realmente concede un valor a la última fiesta de risas de Quentin Dupieux (¡que este año ha sido doble por acumulación pandémica!) es su capacidad para fomentar una interpretación pertinente. Esto significa desmontar no tanto la comedia como el cine sobreexplotado de mitos y franquicias superheroicas.

De nuevo, el bombero cagón aparece en medio de la carretera como herramienta de lectura. Todavía por confirmar si el peculiar espacio que ocupa se acerca a la desmitificación del héroe de viñeta que proponen títulos tan jugosos Jay y Bob el Silencioso contraatacan (2001), donde Mark Hill hacía un cameo disfrazado de “pateador de testículos”, o la irreverente Super (2010), protagonizada por Rainn Wilson en la piel de Crimson Bolt, un violento justiciero urbanita “con las mejores intenciones”.

¿Hasta qué punto la propuesta de Dupieux no dialoga con éstas? ¿Hasta qué punto no es una parodia superheroica?

En el fondo, da igual. Con su imagen de colores pastel y altísima exposición, tan característica del estilo Dupieux, Fumar provoca tos no tiene como objetivo principal lanzar ningún dardo contra súper productoras del tamaño de Marvel o DC. Pero si alguna vez ha sido conveniente rebajar la solemnidad afectada de Batman y los multi-dramas de la saga Avengers saqueados por la cultura meme… ¡Aquí llegan las vacaciones de TABAC FORCE para quitarle toneladas de hierro al asunto!