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Françoise Hardy: la icono de la cultura popular francesa implora una muerte digna

El derecho a la eutanasia genera altas dosis de controversia dentro y fuera de nuestras fronteras. La polémica más reciente se producía en tierras francesas, teniendo como protagonista a Françoise Hardy, uno de los más grandes iconos de la cultura popular francesa del siglo XX. ¿Por qué Hardy suplica una muerte diga en el ocaso de su vida?

Françoise Hardy
Françoise Hardy.

A sus 80 años recién cumplidos y en una carta abierta al presidente de la República, Emmanuel Macron, publicada en La Tribune, la cantante y actriz Françoise Hardy (París, 1944) declaraba a principios de año que “quiere partir lo más rápido y sin dolor posible”. La eterna chica yeyé gala quiere tener la potestad de acabar con su vida, con una vida que se ha convertido en un infierno debido al cáncer linfático y de laringe que sufre desde hace 20 años.

Hardy suplica tener derecho a decidir cómo acabar con su vida mediante un proceso de muerte digna. Sus crudas palabras han reabierto el debate en el país vecino. “He estado ingresada en una clínica oncológica, en el piso donde solo había pacientes con cáncer, muchos de los cuales estaban en su segunda o tercera recurrencia y no podían soportarlo más. Todos lamentaban que no se legalizara la eutanasia, porque eran conscientes de que estaban sufriendo innecesariamente”.

La artista octogenaria solicita a Macron agilizar los plazos de la ley de la eutanasia, proyecto ya previsto para tramitación durante este próximo mes de febrero.

Françoise Hardy

Françoise Hardy quiere irse con dignidad

Tras más de 50 tratamientos de radioterapia, Thomas Dutronc, hijo único de Hardy, ha declarado que su madre ha perdido movilidad, memoria y vista. Que se siente “prisionera y condenada en un cuerpo que se ha convertido en su peor enemigo”. Dutronc asegura que uno de sus principales temores es morir ahogada sin que nadie pueda auxiliarla.

A Hardy le diagnosticaron un cáncer linfático en 2004, y desde entonces no ha dudado en alzar la voz a favor del derecho a la eutanasia. Esta campaña, sin embargo, se ha intensificado tras las graves secuelas físicas y psicológicas que le han provocado la enfermedad y los agresivos tratamientos, ya que hasta la fecha ha pasado por 55 sesiones de radioterapia.

Françoise Hardy: la voz inolvidable de una generación

Françoise Hardy es una figura imprescindible en el panorama cultural francés, pero también en el resto del mundo. ¿Quién no recuerda su deliciosa Tous les garçons et les filles?Enamoró a una generación entera y vendió millones de discos sin despeinarse.

Nacida el 17 de enero de 1944 en París, su carrera despegó en la década de 1960, convirtiéndola en un símbolo de elegancia, melancolía y belleza. Su irrupción en el panorama musical francés supuso una auténtica revolución y reveló a una nueva mujer francesa, fuerte, independiente y segura de sí misma. Sus letras introspectivas lograron capturar el espíritu de una generación interesada no solo en los amores de juventud, sino (y sobre todo) en el mundo cambiante que se abría ante ellos.

Hardy irrumpió en la escena musical con su primer éxito, Tous les garçons et les filles, en 1962. Esta canción, con su melodía pegadiza y una letra que habla de la soledad juvenil, conectó irremediablemente con los jóvenes de la época. Desde aquel momento, su carrera solo ascendió, marcando un antes y un después en la música popular francesa.

La evolución artística de Françoise Hardy

A lo largo de los años 60 y 70, Françoise Hardy se consolidó como una artista innovadora y siempre en evolución. Con su álbum Le Premier Bonheur du jour,mostró una mayor profundidad en las letras y comenzó a experimentar con nuevos sonidos. Esta evolución continuó con álbumes como Mon amie la rose o La Question.

Pero Françoise Hardy no solo era conocida por su música; también se convirtió en un icono de moda. Con su estilo distintivo y su presencia en pasarelas y revistas, influyó en la moda de la época, llevando su elegancia innata más allá de la escena musical. Todas queremos ser un poco (o mucho) Françoise Hardy.

Françoise Hardy joven
Françoise Hardy en la década de los 60.

Françoise Hardy, símbolo de una nueva feminidad

En una época aún dominada por paradigmas tradicionales, Françoise Hardy emergió no solo como una voz musical única, sino también como un emblema de una nueva feminidad. Su presencia en la cultura popular francesa marcó un cambio significativo en la percepción de la mujer en la sociedad y, sobre todo, en la industria de la música.

Hardy representaba una feminidad que era a la vez delicada y fuerte, introspectiva y expresiva. Su estilo, apenas sin pretenderlo, rompía con las normas establecidas y desafiaba las tendencias más ostentosas de la época. Su manera de vestir se convirtió en un modelo a seguir para muchas mujeres jóvenes que buscaban una alternativa a los estereotipos de feminidad imperantes en la época.

Françoise Hardy

En su música de juventud, Hardy exploraba temas como el amor, la soledad y la búsqueda de identidad desde una perspectiva profundamente personal y emocional. Sus letras ofrecían una visión de la experiencia femenina. Se ponía el foco en lo que ellas tenían que decir con su música.  

Además, Françoise Hardy ha destacado por mantener un control significativo sobre su carrera en una industria dominada por hombres. Desde la composición de sus canciones hasta las decisiones sobre su imagen y presentaciones, Hardy ha mostrado siempre independencia e integridad artística. Su autonomía y fortaleza contribuyeron a generar una imagen acertada de artista seria y respetada.

Pero Hardy es mucho más que una cantante para adolescentes. Su carrera continuó con éxito a lo largo de los años. Sus últimos trabajos discográficos fueron: L’Amour Fou (2012) y Personne D’autre (2018).

La última batalla de Hardy

La petición, casi imploración, de Hardy por legalizar la eutanasia, promete agilizar la tramitación de esta normativa en Francia. No sabemos si llegará a tiempo para aliviar los últimos días de la artista, pero desde luego supone un acicate para reabrir un debate necesario.

Lejos del ruido de la corrección, la virtud o las bondades de la vida longeva, parémonos a escuchar las voces de quienes sufren. Quizá lo más humano sea que puedan decidir si quieren seguir respirando o no, si su corazón debe seguir latiendo o debe dejar de hacerlo aquí y ahora.