Expulsando el ‘Chorromoco 91’ de Pepe Colubi
En Las Furias Cultural Magazine seguimos recorriendo el camino trazado por Pepe Colubi desde la costa oeste norteamericana hacia la Dispersión. Su Chorromoco 91 sale propulsado y describe una parábola en el aire antes de caer sobre la página en forma de un pequeño charco.
Menuda has liado, Pipi…
Chorromoco 91: de vuelta de todo
Si uniera todas las pajas que me había hecho pensando en ella, podría sepultarla en lefa.
Chorromoco 91
La segunda novela de corte autobiográfico de Pepe Colubi retoma el relato de las vivencias del protagonista de California 83. Cinco años después de haber vuelto a España, cursa Filología Inglesa en una ciudad norteña.
Como todo buen proyecto de filólogo juerguista (y de esto doy fe), sueña con ser como Dean Moriarty: un bebedor y drogata intrépido, libre de responsabilidades e imán de mujeres. Pero la realidad es mucho más ordinaria.
Pepe comparte piso con el dueño de este y un estudiante alemán. Sus compañeros de juergas son Bosco y Urtubi, dos jóvenes con las mismas expectativas de futuro que él: más bien pocas. Juntos, trazan un mapa que incluye la universidad y un montón de bares donde jugar al Tetris, emborracharse, y ponerse alguna que otra raya.
Con las chicas, Pepe tiene el mismo éxito que las almorranas. Su vida amorosa dista mucho de la del protagonista de En el camino. Mientras va recogiendo migajas allá donde puede, vela los vientos por Janine, la amiga californiana con la que aún se cartea.
En lo académico, ha visto a multitud de personas empezar y acabar la carrera mientras él sigue arrastrando asignaturas pendientes. Esto alarga una vida estudiantil de la que le asusta desprenderse. Y es que más allá de ella no aguarda sino una tierra baldía que ríete de la de T. S. Eliot.
La docencia no le llama, y el trabajo que sus padres tienen pensado para él menos aún. Lo único que le motiva de veras es la música. Eso… y la liberación del chorromoco.
Chorromoco 91: subiendo el volumen
Pilló el rotulador y me preguntó con qué nombre me apuntaba.
—Pepe Sex —respondí sin titubear.
Chorromoco 91
Esta es una novela soez pero sin mala baba, que abarca desde noviembre de 1989 hasta agosto de dos años después. Trata, en esencia, acerca de la incertidumbre de la juventud con respecto al futuro, así como del sentimiento de no encajar en tu propio entorno, como un círculo de plástico en un hueco con forma de triángulo. Y todo ello con un gran sentido del humor e ironía.
Puede que Pepe haya vuelto a sus raíces, pero se siente tan extranjero o más que cuando se sentó por primera vez a cenar a las seis de la tarde en el número 1264 de Carpet Drive, en San José. Su mayor seña de identidad a lo largo de la novela es su gusto por la música (y gustarle le gusta un rato, casi al borde de la obsesión).
Cada uno de los capítulos tiene por título una fecha y una canción, que se suman a la larga lista de menciones musicales a lo largo de todo el libro. Entre mis favoritas, se encuentran California Über Alles de los Dead Kennedys, London Calling de The Clash, Love Will Tear Us Apart de Joy Division, This Charming Man de los Smiths, Fools Gold de los Stone Roses, cualquiera de los Ramones, o la práctica totalidad del disco Nevermind de Nirvana.
Entre tanta melomanía, Colubi nos habla de su concepto de la amistad, la familia, y el amor; y lo hace siendo tan amable de no tomarse a sí mismo demasiado en serio. Igualmente, no tiene pelos en la lengua, ni duda en ponerse explícito allá donde la historia lo requiera.
Al igual que la sustancia que le da nombre, la novela es rápida, pegajosa, y produce euforia (transitoria, sí, y no demasiado espiritual, pero tampoco es que prometa otra cosa). Por sacarle alguna falta, diría que, en ocasiones, uno tiene la sensación de estar leyendo una sucesión de anécdotas. Pero como estas siempre entretienen, pues no hay motivo por el que quejarse.
Buffalo Asturian, dreadlock rasta
Habiendo leído Chorromoco 91, nos sentimos preparados para acometer la lectura de Dispersión, el libro más reciente de su autor. Preparamos un bote de crema de manos y una caja de kleenex, por si acaso.
Entre tanto, os recomendamos escuchar The Bucket, el programa de reggae, presentado por el propio Colubi.