Entrevista a Olivia Baglivi: Pura intuición al servicio de la verdad
Cuidado con Olivia Baglivi. Algunas veces, uno ve una película y siente que algo se ha roto. Eso me pasó a mí después de ver Libélulas, una cinta explosiva, triste y con uno de esos finales que cuestan olvidar. Sin duda, todo el equipo que trabajó en esa película se dejó la piel para conseguir que nos rompiéramos al verla, pero hay alguien que supo dar en el lugar adecuado para dejarte pegado al asiento sin ganas de mirar el móvil, comer o cualquier otra actividad que te obligue quitar la mirada de la pantalla.
¿La culpable? Olivia Baglivi, una actriz que se adentra en el mundo del cine cerrando la puerta tras su paso con más de cien candados. De ahí nadie la podrá echar. Su interpretación en Libélulas lo garantiza.
Olivia Baglivi nos sorprendió a todos en la película Rosalinda junto a Elena Furiase, pero es ahora con Libélulas cuando nos deja sin ningún tipo de dudas sobre su talento. Su nombre va a dar mucho que hablar, estáis avisadaxs.
Hablamos con Olivia Baglivi
– ¿Dónde estudiaste?
Estudié interpretación en William Layton y en el Estudio de Corazza. Dos lugares maravillosos. La verdad es que los disfruté mogollón.
También estudié ballet en la Escuela de Víctor Ullate, pero no acabé la carrera porque, además de que ya me decidí por la interpretación, me tuvieron que operar de escoliosis, de la espalda. A nivel profesional ya no podía seguir bailando. No habría podido dedicarme a la danza.
Puedo bailar, pero con alguna que otra limitación. Hoy en día bailo y sigo formándome en distintos estudios de danza. Actualmente es uno de mis grandes hobbies.
– ¿Conocías a Milena Smit y a Luc Knowles, director de Libélulas?
Sí, a Luc le conocía previamente, rodamos un videoclip y de ahí surgió nuestra relación laboral y nuestra amistad.
Luc pensó en mí cuando escribió el personaje de Álex. Estoy súper agradecida.
A Milena la conocí hace muchos años en una publi, pero intimamos y nos conocimos como nos conocemos a raíz del rodaje de Libélulas.
– ¿Qué fue lo que te gustó de tu personaje?
Muchas cosas, la primera es que, a nivel de circunstancias vitales, es completamente opuesta a mí. Poderme meter en la piel de alguien con un entorno tan hostil, con una adicción tan fuerte y con algo así, tan extremo, me parecía un reto. Empaticé mucho con el dolor que ella arrastra y con la herida que tiene.
El guion me conquistó desde el primer momento por su frescura y honestidad. Además, conociendo algunos de los trabajos de Luc, me apetecía mucho ponerme bajo sus órdenes. El proceso creativo previo al rodaje ha sido súper gratificante.
La verdad y la honestidad también se consiguen trabajando.
Olivia Baglivi.
– ¿El diálogo estaba abierto a la improvisación?
En el rodaje íbamos con un guion absolutamente cerrado, pero sí que es cierto que en los ensayos se trabajó mucho para mantener esa naturalidad que tienen los diálogos y su frescura. Luc tiene un ojo crítico con esto y a la mínima le canta, así que todo el rato busca la verdad. También nos dio mucha libertad para que nosotras encontráramos esa verdad en sus propios diálogos.
Hubo un proceso de ensayos muy intenso para luego llegar al rodaje con todo cerrado y no depender de la improvisación. Si de repente había algo que nos chirriaba, que no nos acababa de funcionar o no encontrábamos cómo decirlo con esa verdad tan aplastante que quería Luc, nos dejaba cambiar cositas. Se adaptaba a lo que nosotras aportábamos creativamente.
Tanto a Milena como a mí, el guion nos llegó muchísimo. La historia de Cata y Álex nos llegó a las entrañas y estábamos muy estimuladas. Nos apetecía mucho proponer, descifrar y encontrar la forma. Luc, pese a tener las ideas muy claras, siempre ha estado muy abierto.
En los ensayos se limaron mucho las escenas. No solo trabajábamos con el texto, también escuchábamos canciones y trabajábamos con el vínculo que ya había surgido entre Milena y yo. Surgió una conexión aplastante, pero también hay un trabajo. Con ella y con el resto de los actores.
Ha sido una suerte y una bendición poder contar con la oportunidad de ahondar tanto en un guion. En rodaje no solo trabajábamos cuando se daba la acción, siempre tratamos de estar todo el rato concentradas y dándole vueltas al asunto. Además, dormíamos juntas todas las noches y estábamos todo el día con el guion en las manos.
Ha sido intenso, pero muy, muy gratificante.
– ¿Conocías al resto del reparto?
A algunos sí y a otros no. Se hizo por proceso de casting, pero a Marina Esteve, por ejemplo, que hace de Vera, mi hermana en la película, nos conocíamos por amigas en común y por la profesión en sí. Con ella también trabajamos mucho la relación de hermanas.
Una secuencia que hay en una casa de juerga con la pandilla de chavales, también la preparamos mucho. Estaba todo medido. Luc tiene muy claro las atmósferas que quiere conseguir. La verdad y la honestidad también se consiguen trabajando.
– ¿Cómo trabajaste tu personaje?
Hubo varias cosas que necesitaba conseguir. Primero, que se empatice con su mal hacer. Que pese a hacerlo mal, tiene que ver con el entorno con el que vive, la falta de referentes que tiene, la herida que lleva a sus espaldas, ese pasado que tanto le pesa. Quise conseguir que la gente empatizase con ese dolor y que entendiese que ella todo lo obra desde un lugar bastante corrompido. Que al final, lo único que quiere es salvarse. Llevar una vida más decente y acorde con su deseo: poder tener más oportunidades.
Siempre intento trabajar desde mi verdad y confiar mucho en mi intuición. La primera opción al final siempre es la más buena, hay veces que si le das demasiada vuelta, no sale.
También traté de hacer un trabajo con el cuerpo. Darle un peso. Ella va como arrastrándose por la vida. Álex vive de resaca en resaca. Tiene menos energía para todo, así que, colocando el cuerpo de cierta manera y con el tipo de texto que tiene Luc, fue surgiendo el personaje. Álex ha nacido de una parte de mí que no conocía de primeras, pero ahí está.
He trabajado desde el cuerpo y confiando mucho en mis compañeros. Cuando tienes la suerte de rodearte de gente con talento, también hay que apostar y dejarse en sus manos. Con Marina, con Gonzalo, con Milena… traté de absorber todo lo que ellos me daban en escena, que era muchísimo, y al final, si miras al otro, sale.
– ¿Conocías esa Sierra de Madrid que nos muestra Libélulas?
No, no la conocía. Conocía el contexto en el que se quería ubicar esta historia y demás, pero no la conocía personalmente. Luc quería colocar la historia en Madrid, que exista, pero que recuerde a esos suburbios estadounidenses que te pueden venir a la mente al ver la película.
– ¿Qué nos puedes contar de Las niñas de cristal?
Las niñas de cristal es una historia que sucede en la Compañía Nacional de Danza y habla un poco del miedo de los artistas, en este caso de los bailarines. Retrata el mundo de la danza. El momento en que tu carrera laboral te exige tanto que necesitas encontrar los lugares en los que evadirte. Sentirte un poco a salvo de esas cosas a las que se suele enfrentar un artista: estar a la altura, el síndrome del impostor, la competitividad que hay en la danza…
Mi personaje es completamente opuesto al de Libélulas. Es una mujer con un entorno completamente distinto. Una mujer que cuenta con una formación aplastante. Una ganadora, una tía acostumbrada al éxito como bailarina y como persona.
Es muy exitosa, pero en la película suceden algunas cosas que la corrompen y aprende algo tan vital, como que la vida es más importante que el escenario. Eso para un bailarín es casi como que se te desmonte todo, ¿no? Porque en la danza se suele vivir por y para la danza.
Ella encuentra que quizá no le está haciendo bien vivir así. Es un personaje que de primeras parece una cosa que luego no es. Conseguir crear una chica que por fuera parece algo que no tiene nada que ver con lo que es por dentro, también ha sido un proceso muy interesante. Mi personaje es una chica con unos principios muy fuertes. En la descripción del casting la definían así: “Ruth cuando entra a una habitación todo el mundo se da cuenta de que ha entrado”. Es una tía muy poderosa.
– Tu carrera ha dado un gran salto en estos últimos años, ¿cómo lo estás viviendo?
Siento que tengo mucha suerte. Poder estar en Málaga presentado dos películas, ¡y qué dos películas! Es una puta gozada venir a defender algo en lo que crees tanto. No me ha tocado estar defendiendo algo que a mí no me haya conmovido previamente al rodarlo.
Estoy muy contenta, ya sabes que esta carrera es muy complicada y hay momentos en los que no terminas de confiar. Ahora parece que está arrancando de una manera más de cara a los demás. Con trabajos que tienen repercusión y que se ven. Que están para todos.
Estoy súper ilusionada, agradecida y con todavía más ganas de rodar. Estoy “venadísima” y con muchísima ilusión, pero también con los pies en el suelo y sabiendo que esto es complicado.
Ahora estoy volviendo al mundo del teatro que es donde empecé y que me estimula muchísimo. Volver al mundo de las tablas es otro regalo para un actor, y yo me he criado allí. Estoy muy ilusionada con un proyecto teatral que tengo entre manos.
– ¿Qué sueños te quedan por cumplir?
Suena un poco a tópico, pero quiero seguir estando en películas auténticas y con alma. En proyectos que me conmuevan tanto en lo personal y que me exijan un compromiso real. Que me ilusionen como todos los proyectos en los que he estado hasta la fecha. Me encanta que me llamen para personajes que ni yo misma pienso que me vayan a cuadrar. La verdad es que he tenido mucha suerte.
Cuestionario Furioso a Olivia Baglivi
Película favorita: Cabaret, con Liza Minelli.
Serie favorita: I love Dick, de Amazon Prime Vídeo.
Libro favorito: Frankenstein, de Mary Shelley.
Cómic favorito: Tintín, de Hergé.
Cantante, grupo o músico favorito: Édith Piaf.
Artista plástico favorito: Toulouse-Lautrec.
Miedo tecnológico: TikTok, una red social que, aunque lo haya intentado, me es imposible de manejar. Ya tengo suficiente con Instagram.