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Entrevista a María Ptqk: ‘La pandemia ha hecho tangible nuestra interdependencia’

Visitar la exposición ‘Ciencia Fricción. Vida entre especies compañeras’ en el CCCB de Barcelona debería ser obligatorio. Hala, ya lo he dicho. ¿Por qué? Pues porque es una auténtica ventana abierta al futuro por la que asomarse a descubrir de qué se está hablando y qué rumbo probable tomarán algunos acontecimientos actuales. Un espacio expositivo en el que reflexionar sobre nuestra realidad y hacia donde nos dirigimos. La investigadora cultural María Ptqk es la comisaria de esta exposición.

Hace algunas semanas hablamos con Jordi Costa, jefe del departamento de exposiciones del CCCB, en esta interesante entrevista. Costa destacaba el excelente trabajo realizado por María Ptqk en esta muestra que nos invita a reflexionar sobre la convivencia entre especies humanas y no humanas.

¿Veremos el fin de la supremacía humana sobre otras especies? ¿Dejará el ser humano de sentirse una especie superior? ¿Veremos el final de la aniquilación y el sometimiento de otras formas de vida a manos humanas? Todas estas preguntas y muchas más encuentran un espacio para el diálogo y la reflexión en el CCCB.

La exposición ‘Ciencia Fricción. Vida entre especies compañeras’, comisariada por María Ptqk, se inauguró el pasado 12 de junio y estará disponible hasta el 28 de noviembre. Un mes después de su inauguración, hablamos con María para conocer más detalles sobre el proceso de creación del espacio expositivo y para saber cuál está siendo la acogida del público en Barcelona.

Una visitante en la exposición 'Ciencia Fricción. Vida entre especies compañeras' en el CCCB. Foto: Martí Berenguer.
Una visitante en la exposición ‘Ciencia Fricción. Vida entre especies compañeras’ en el CCCB. Foto: Martí Berenguer.

Hablamos con María Ptqk

– ¿Cuándo comenzaste a interesarte por la relación entre las especies humanas y no humanas? ¿Qué leíste o viste para empezar a explorar este tema?

La mayor influencia es la obra de Donna Haraway que, junto con Lynn Margulis, es una de las referencias principales de la exposición. También otras filósofas feministas de la ciencia como Isabelle Stegers y Vinciane Despret.

También me inspiran mucho los libros de ciencias naturales: pueden leerse como si fueran novelas de ciencia ficción porque realmente el mundo no humano es tan alucinante que parece fruto de la imaginación.

– ¿De qué forma lograste transformar la exposición del Espace Virtuel du Jeu de Paume en París en la exposición que ahora podemos ver en el CCCB? ¿Qué mantiene del germen inicial?

El trabajo en Jeu de Paume fue básico para hacer una primera selección de artistas, pero sobre todo para encontrar el tono y el relato: saber qué quería contar y a través de qué tipo de prácticas, qué lenguajes. Después, con la escritura y edición del libro de Especies del Chthuluceno seguí indagando en el mismo campo con otro formato. Y la exposición en el CCCB supuso pasar a un tercer formato, el del espacio físico, que tiene sus condicionantes y su potencial, pero la parte más difícil que es la construcción del relato curatorial ya estaba muy avanzada.

– ¿De qué forma te han impactado los discursos de Lynn Margulis y Donna Haraway?

Lynn Margulis reivindica el papel de la simbiosis en la evolución: todos los terrestres venimos de la simbiosis de bacterias y al mismo tiempo somos colonias de bacterias, son ellas las que aseguran el funcionamiento básico de todos los organismos, ya sean plantas, animales u hongos. Tomar conciencia de esto es fundamental para empezar a deconstruir la supremacía humana, la idea de que los humanos somos una especie superior y que tenemos más derecho al planeta que los demás; que tenemos derecho a aniquilar todas las demás formas de vida y ponerlas a trabajar a nuestro servicio.

Haraway, aunque como Margulis también es bióloga, piensa en las relaciones entre especies desde otro lugar que es el de la filosofía. Su idea de las ‘especies compañeras’ nos habla de cómo, nos guste o no, estamos unidas en relaciones de interdependencia: dependemos unas de otras y somos el resultado de procesos de co-evolución. Haraway nos dice que esta es una historia de co-evolución biológica pero también técnica y cultural.

– ¿Cuánto de los discursos de Margulis y Haraway vemos en la exposición? ¿Hasta qué punto sus voces han sido una inspiración?

Ambas son una inspiración fundamental, pero la exposición no es una ilustración de su pensamiento. Es un relato sobre las relaciones entre especies que plantea preguntas que, sin duda, están en la obra de ambas, pero creo que también están en la cabeza de muchísimas personas, aunque de manera no explícita. Es una invitación a una conversación.

– ¿Cómo te ha influido la ciencia ficción?

La ciencia ficción es un ejemplo de la capacidad del arte para crear imaginarios. Nos proporciona escenarios, posibilidades, horizontes, visiones del futuro. Por lo tanto, si queremos cambiar nuestra mirada hacia los no humanos e iniciar otras formas de convivencia, vamos a necesitar otras ficciones, es decir, otros imaginarios y sensibilidades. Aquí el trabajo desde la ficción es fundamental. La ficción nos construye.

Creo que estamos en un proceso de transición hacia otras sensibilidades, a ser más conscientes de nuestra vulnerabilidad y a empezar mirar a nuestros compañeros terrestres con mayor respeto.

María Ptqk, investigadora cultural y comisaria de ‘Ciencia Fricción. Vida entre especies compañeras’.

– Se escuchan cada vez más discursos en favor del paso del antropocentrismo al biocentrismo. ¿En qué momento nos encontramos?

Pensaba que la propuesta biocéntrica de esta exposición, que es la parte más radical, iba a interesar a gente ya familiarizada con el tema. Pero me estoy encontrando con que no es así. Parece que estamos en un momento propicio para abrir estos debates. Sin duda la pandemia ha contribuido a hacer muy tangible nuestra interdependencia: una entidad biológica como un virus (ni siquiera se considera un organismo) ha puesto en jaque el proyecto humano a escala mundial en unos pocos meses.

Los cambios de mentalidad son muy lentos, pero sí creo que estamos en un proceso de transición hacia otras sensibilidades, a ser más conscientes de nuestra vulnerabilidad y a empezar mirar a nuestros compañeros terrestres con mayor respeto.

Museo del Hongo. Micorriza arbuscular. Collage digital de microscopias de micorriza arbuscular capturadas por Patricia Silva-Flores. Raíces de Vitis vinifera con hongos Glomus sp. y Gigaspora sp. Juan Ferrer.
Museo del Hongo. Micorriza arbuscular. Collage digital de microscopias de micorriza arbuscular capturadas por Patricia Silva-Flores. Raíces de Vitis vinifera con hongos Glomus sp. y Gigaspora sp. Juan Ferrer.

– ¿Crees que la crisis climática en la que nos encontramos acelerará este movimiento?

Sí, pero también el movimiento contrario, el de un refuerzo de las posturas anti-ecológicas y extractivistas. Lo estamos viendo ya. Cada vez más conflictos políticos son conflictos ambientales, y hay más agresiones y asesinatos a líderes ecologistas.

Todo nuestro modelo de desarrollo y nuestros sistemas de valores están basados en la explotación de otras formas de vida y la destrucción de ecosistemas. Transicionar hacia otro paradigma es un cambio de civilización.

– ¿Qué lecturas nos recomiendas para ahondar en este tema?

Además de las autoras que ya he citado, los libros de Stefano Mancuso o Francis Hallé, por ejemplo. Son botánicos que defienden que las plantas son seres sensibles e inteligentes, con unas capacidades extraordinarias que no tienen nada que envidiar a las de los humanos. O la novela El clamor de los bosques de Richard Powers.

Simplemente, aprender a mirar a las plantas que hay a nuestro alrededor, en casa, en la calle, con otros ojos es absolutamente transformador. Y luego también toda la nueva literatura de naturaleza, especialmente la que nos habla de los desafíos medioambientales de nuestros territorios en el sur de Europa: Un cambio de verdad de Gabi Martínez o la obra de María Sánchez.

No sabemos cómo siente un hongo, pero podemos al menos empezar a concebir esa forma de existencia tan radicalmente distinta, que opera en red, que se fusiona con prácticamente todo lo que encuentra a su paso.

María Ptqk

– ¿Cómo has seleccionado a los más de 60 artistas, filósofos, científicos y pensadores que forman esta exposición?

Me interesaba que incorporaran esa perspectiva multiespecies, una mirada no exclusivamente humana o de asombro, de admiración, ante los otros terrestres. Y por otro lado que tuvieran también una dimensión especulativa, de forzar los límites de lo que podemos imaginar, de ayudarnos a abrir ese campo de lo posible.

Por ejemplo, no sabemos cómo siente un hongo, pero podemos al menos empezar a concebir esa forma de existencia tan radicalmente distinta, que opera en red, que se fusiona con prácticamente todo lo que encuentra a su paso, que saca nutrientes de los lugares más insospechados… Me interesan propuestas que busquen en esa dirección, con un pie en la ciencia y otro en la imaginación.

Dada la diversidad de sus obras, ¿ha sido complicado conseguir que ‘coexistan’ en un mismo espacio expositivo?

El diseñador del espacio Álex Papalini ha hecho un trabajo excelente. No era fácil trasladar mi relato a las tres dimensiones. Hay una enorme diversidad de lenguajes y soportes, obras de diferentes épocas y corrientes artísticas, hay obras de arte conviviendo con objetos científicos y con materiales de documentación, sin jerarquías entre ellos. Pero él ha conseguido que todos estos elementos tan dispares coexistan de una manera fluida, que cada una de ellas respire y despliegue su sentido propio y a la vez se inscriba de una manera orgánica en el relato general.

– ¿Cuáles están siendo las instalaciones y obras que más están sorprendiendo al público que visita la exposición en Barcelona?

La pieza de realidad virtual Treehuger del colectivo Marshmallow Laser Feast es espectacular, realmente tienes la sensación de estar al interior de una secuoya gigante, puedes intuir la experiencia de vivir en esa escala. También sorprende Myconnect de la artista eslovena Saša Spačal que es una máquina de traducción entre humanos y hongos: el visitante se coloca unos sensores que captan su ritmo cardiaco y éste se traslada, mediante señales eléctricas, a un cultivo de micelios que responde a ese estímulo mediante luz, sonido y vibración, lo que a su vez altera el ritmo cardiaco del humano. Se establece así una especie de sistema de comunicación entre ambos.

Marshmallow Laser Feast. Treehugger: Wawona, 2016.
Marshmallow Laser Feast. Treehugger: Wawona, 2016.

El Museo de la Historia del Ganado de las finlandesas Gustafsson & Haapoja y la zona documental sobre La vida secreta de las plantas, con los experimentos del agente de la CIA Cleve Backster, también despiertan mucho interés. O las criaturas imaginarias de Pinar Yoldas, basadas en los microplásticos de los océanos. Y por supuesto el mediometraje Camille & Ulysse realizado por Diana Toucedo en el que Donna Haraway y Vinciane Despret leen sus fábulas filosóficas sobre simbiontes de humanos con pulpos y mariposas. Es una pieza coproducida con el Centro Pompidou de París, una auténtica joya.

– Por último, ¿en qué nuevos proyectos estas trabajando?

Es pronto para saberlo porque acabo de inaugurar la exposición, pero hay varias líneas de trabajo con las que me gustaría seguir profundizando. Una es la de los saberes amazónicos sobre las plantas, con conocimientos científicos y cosmovisiones totalmente distintas a la occidental, donde la mirada multiespecies nunca ha dejado de estar presente. Y seguir explorando la dimensión especulativa en todas sus facetas: ese trabajo de la imaginación que es tan necesario.

Cuestionario Furioso de María Ptqk

Película recomendada: La chaqueta de piel de ciervo de Quentin Dupieux que es un realizador totalmente atípico, mezcla de humor negro y absurdo. Y Paradise Hills de Alice Waddington que hace ciencia ficción feminista desde Estados Unidos, aunque ella es de Bilbao. De las clásicas, L’enfance nue de Maurice Pialat; no entiendo que no sea más conocida porque es pura magia.

Serie recomendada: National Treasure, una miniserie británica que cuenta muy bien de qué manera tan sutil funciona el abuso sexual. Se ha hablado muy poco de ella y es buenísima. Y El colapso, que además es muy interesante a nivel narrativo.

Libro recomendado: otro libro fabuloso pero no muy conocido: La guerra de la salamandras de Karel Čapek. Es una especie de sátira política súper original, escrita en los años 30 pero totalmente contemporánea. En literatura actual, la trilogía Maddadam de Margaret Atwood: aparte del interés literario, es una verdadera caja de herramientas para pensar el futuro.

Cómic recomendado: soy muy fan de súper clásicos como Moebius y Tardi pero siempre que puedo reivindico la obra de Claire Brétecher que es una autora de cómic de humor que hace un análisis muy fino de la sociedad contemporánea. En otro registro, Catherine Meurisse: es una de las autoras de Charlie Hebdo que cuenta su proceso de duelo en La levedad, una pequeña obra maestra.

Cantante, grupo o músico recomendado: Lous and The Yakuza: una nueva generación de compositoras y cantantes francófonas de ascendencia africana que están haciendo cosas interesantísimas. De otra época, pero también mezclando tradiciones, Yma Sumac, una soprano peruana de los años 50 totalmente diva queer.

Artista plástico: para mí una de las mejores obras que se ha hecho en España en los últimos años es Las muertes chiquitas de Mireia Sallarés. Luego me interesa mucho el trabajo de creadoras un poco extrañas como Jo Spence, que era una fotógrafa que reflexionaba sobre la fotografía en campos como la medicina, por ejemplo.

Miedo tecnológico: me preocupa mucho el gobierno algorítmico, pero lo que de verdad me da pesadillas son los drones.