Entrevista a Iván Palomares: El niño que descifraba música
Fue en los Goya 2019 cuando Iván Palomares recibió su primera nominación a mejor música original por En las Estrellas (2018), la película más especial del certamen. Una fantasía sobre el amor al cine y la relación de un padre con su hijo, que enamora a cinéfilos y amantes del séptimo arte. La música que compuso Palomares es una joya automáticamente reconocible, que, al igual que la película, nos hace viajar por nuestras emociones de forma única.
En esa gala fue conocido por todo el público, pero Iván ya llevaba tiempo trabajando en series, cortos y documentales.
A falta de estrenar diferentes proyectos, sus últimos tres trabajos son La Gala de Música del Cine Español en RTVE, la banda sonora de la película Ron Hopper’s Miss Fortune y la música del prestigioso documental Palabras para un fin del mundo de Manuel Menchón.
Este año 2020 va a ser recordado por muchos motivos, pero además de los obvios, uno de ellos es la calidad de sus documentales. El año del descubrimiento o Palabras para un fin del mundo son un buen ejemplo. La música de este último, en un primer momento nos recuerda a lo mejor de Phillip Glass y Alexandre Desplat, pero no pasa mucho tiempo hasta que nos olvidamos de ellos y escuchamos al mejor Iván Palomares en una composición tan atrevida como el pasaje final de Unamuno al que hace referencia la película.
Recomendamos leer la entrevista escuchando su música.
Hablamos con Iván Palomares
– Hola Iván, el 25 de diciembre podremos ver en televisión La Gala de Música del Cine Español que interpretasteis el pasado viernes en el Teatro Monumental. ¿Cómo fue la experiencia?
Fue una experiencia emocionante y mágica. Abrí yo interpretando a piano uno de los temas de En las Estrellas y también participaron compositores como: Alberto Iglesias, Amenábar o Pascal Gaigne. Ha sido uno logro en los tiempos que corren poder hacer este concierto. Lo sentí cercano y seguro. Tenía muchas ganas de hacerlo.
Suelo participar como director, pero en este caso participé como pianista. Ya había trabajado con la orquesta de RTVE en otras ocasiones y me hacía mucha ilusión tocar con ellos. Un compositor normalmente está en su estudio componiendo o dirigiendo a la orquesta, pero es un gran placer poder tocar con una orquesta de este calibre en el teatro Monumental. Fue una propuesta irrechazable.
– ¿Qué prefieres, tocar o dirigir?
Me gusta más dirigir. Dirigir me permite seguir siendo músico. Evidentemente, tocar también, pero hay un momento en el que hay que elegir. La carrera de dirección y la carrera de composición absorben muchísimo, no hay más horas en el día y tienes que elegir.
Tuve una época de intérprete, pero desde que comencé a dirigir y componer, la tengo algo más olvidada por falta de tiempo. Para seguir en activo tienes que tocar como mínimo cinco o seis horas diarias. Después de componer y estudiar partituras, me queda el tiempo justo para ‘mantener los dedos’ y disfrutar tocando uno mismo.
– ¿Dónde estudiaste?
Estudié con varios maestros, pero principalmente en el Real Conservatorio Superior de Madrid. Estudié dirección y composición. Luego, me he ido formando en otros lugares, en jornadas y con encuentros, pero en particular en el Conservatorio Superior de Bélgica donde estudié dirección de orquesta.
También estudié comunicación audiovisual y arte dramático, eso me ha servido para entender cómo es una producción audiovisual y cuál es el rol de cada uno. La parte actoral me ha servido para conocer el camino emocional del actor y poder jugar la música entendiendo cuál va a ser su recorrido.
– ¿Cuáles son tus referentes?
Tengo muchas referencias. Me fijo sobre todo en el pensamiento compositivo. En qué se apoya un compositor para escribir. Para mí, un referente fundamental es Beethoven. Siempre me ha atraído su música y su figura. Noto mucho esfuerzo en la música de Beethoven y al hacer ese esfuerzo lo veo humano. Me permite verlo desde un punto de vista terrenal y a partir de ahí, me puedo introducir mucho mejor en su universo artístico.
Otros referentes, serían Bach, Mozart y como contemporáneo, Stravinsky. Dentro del mundo del cine, Morricone y Williams. También he tenido grandes maestros como Teresa Catalán. Ella me ha permitido comprender la música contemporánea y de concierto actual. Salir un poco del mundo cinematográfico que no deja de ser un poco música programática. Me ha hecho poder abrir un poco la mente y querer seguir investigando. Hacer música que no tenga que estar sujeta a un programa o a un audiovisual.
Entiendo la música de cine de una forma muy orgánica. De niño, cuando llegaba a casa después de ver una película lo que hacía era sentarme al piano y descifrar musicalmente lo que había oído. Muchas veces tenía que volver a ver la película porque solo me había fijado en la música. Para mí era fundamental ver si la música me contaba una historia. La música puede sacar el subtexto de las interpretaciones de los actores.
– ¿Qué opinas del cambio que han tenido las bandas sonoras de hoy en día en comparación con las de los años, 70, 80 o 90? Esas bandas sonoras con temas tan reconocibles como las de Morricone, Williams, Jones, Mancini o los comienzos de Zimmer. Hoy en día se busca algo mucho más ambiental. Sin un tema reconocible.
Creo que son tendencias. En los años 70 había instrumentos anacrónicos como el clave y recursos que prácticamente estaban en todas las bandas sonoras. A finales de los 70 y durante los años 80 y 90 sí que es verdad que las melodías y los temas cobraron mucha vida. Parecía que una película que no tuviera un tema reconocible no valía. Creo que eso creó cierto agotamiento.
Como bien dices, Hans Zimmer hacía temas tan reconocibles como los de Williams o Morricone, pero ha sido uno de los primeros en dar el cambio y provocar que desaparezca la melodía.
Creo que tiene que ver también con los cambios en la manera de ver, en la manera de consumir. En los 90 una escena de una peli de acción podía estar llena de música de Jerry Goldsmith y la misma escena en los 2000 podría tener solo efectos sonoros. Son estéticas que van cambiado, pero también dónde y cómo usas la música.
Antes una melodía podía definir a un héroe o personaje y ahora se busca más definir una acción, una dinámica o simplemente una tensión.
Yo, sí que creo en la melodía. Creo que hay que utilizarla con inteligencia y con mucho cuidado, pero es compatible con la estética actual de diseño sonoro. Al final se trata de contar una historia.
Jerry Goldsmith para El planeta de los simios (1968) fue a la contra de lo que se hacía en esa época. Utilizó música tribal, recurrió a sonidos de piedras, hizo una música casi vanguardista para aquel entonces. Al final se trata de contar una historia y los medios que tienes para contarla.
De niño, cuando llegaba a casa después de ver una película lo que hacía era sentarme al piano y descifrar musicalmente lo que yo había oído.
Iván Palomares
– ¿Crees que los compositores no sois tan libres como antes?
Creo que es una cuestión de desconocimiento del poder que tiene la música. Los directores, a veces por desconocimiento, no saben o tienen miedo a comunicarse con el compositor porque parece que solo nos podemos comunicar por sonidos musicales. Somos esos bichos raros que estamos incomunicados en un estudio bajo tierra (risas). En las escuelas de cine no se suele enseñar cómo plantear una banda sonora, cómo plantear un guion musical. Este puede ir con el guion literario o no ir con él, puede ir en paralelo y puede contar otra historia.
John Powell, nos contó una vez que para Cómo entrenar a tu Dragon (2010) se tiraron 30 o 40 min hablando sobre una sola escena que aparentemente no tenía importancia, pero en el guion sí la tenía. Aunque fuera una escena de transición, esa escena era clave para contar una historia. Yo intento hacer lo mismo con los directores, intento que ellos me expliquen de qué quieren hablar. A partir de ahí, aunque ellos no sepan qué música poner o tengan ideas preconcebidas, es ahí donde nos podemos comunicar. No en términos musicales, sino en términos de historia.
Cuando vienen con las ideas muy preconcebidas, en tu mano está aceptar ese trabajo o no. Sí que es verdad que todos hemos pasado al principio por ahí y no es lo más agradable para un compositor. Hay que tomárselo como cuando uno hace yoga y piensas que una posición es imposible, que tienes muy poco espacio para respirar. Aun así, no te mueres, respiras y se estira el cuerpo. Aquí pasa un poco lo mismo.
La música de Takemitsu, la música contemporánea, te explica un poco esto. Se dedican a investigar a partir de una sola nota. Siempre hay un hueco, siempre hay un espacio para poder crear.
– ¿Qué te supuso la nominación a los Goya por tu trabajo de En las estrellas (2018)?
Me ha supuesto un cambio a nivel personal. Ahora estoy más seguro de qué historias quiero contar y cómo las quiero contar a nivel musical.
Las historias que son un poco inclasificables me encantan. En las estrellas era un drama fantástico difícil de clasificar, no era el típico drama. Lo mismo pasa con Palabras para un fin del mundo, no es el típico documental. Me atraen mucho este tipo de historias y la nominación al Goya me sirvió para saber dónde me quiero posicionar con la música de cine.
Quien gana el Goya dicen que se tira un año en blanco y lo llaman la maldición del Goya, quizá porque piensan que te vuelves intratable. En mi caso, la nominación me pilló trabajando, ya tenía unos cuantos proyectos en cadena.
No sé si la nominación ha influido en mis propuestas de trabajo, nunca se ha comentado. Me imagino que a la hora de buscar un compositor siempre da más seguridad el ver que ha estado nominado, pero no es algo que se haya comentado en algún momento con los productores con los que he trabajado y se han cruzado por mi camino desde la nominación. No me consta que la nominación haya sido algo decisivo a la hora de contratarme.
– ¿Cómo te llega una peli como Ron Hopper’s Miss Fortune? Una rara avis en el cine de nuestro país y con reparto internacional.
Al final uno va encontrando mentes afines. A Jaime Falero ya lo conocía de antes porque habíamos trabajado en una película que se llama Project 12: The Bunker (2016), que es un homenaje al cine de acción de los 80 y en la que también contó con actores extranjeros. Jaime y yo hicimos muy buenas migas, es alguien muy loco y con mucho talento y a mí me gusta mucho la locura y el talento.
Dentro de la pelea de sacar adelante proyectos tienes que pasar por películas como Project 12 más modestas y comerciales. Luego surgió Ron Hopper’s que consiguió sacarla adelante en tiempo récord. Ha sido nuestra segunda colaboración y espero que no sea la última.
Muchas veces me llegan los proyectos por colaboraciones anteriores o recomendación de otros directores que han podido trabajar conmigo.
– ¿Qué nos puedes contar de los proyectos que tienes pendientes de estreno?
Compuse la música de una serie para Amazon Prime, producida por Atresmedia y Boomerang que se llama La Templanza. Tiene un elenco espectacular: Leonor Watling, Emilio Gutiérrez Caba, Juana Acosta y una mezcla de actores internacionales. Es una superproducción basada en el libro homónimo de María Dueñas que se estrenará a principios del año que viene.
También estoy con otra serie para antena que se llama La cocinera de Castamar y he empezado a trabajar en una película sobre el mundo del ballet de la que aún no se puede dar más información. Va a ser muy interesante y vuelve a ser una de esas películas difícilmente clasificables con un reparto y equipo con muchísimo talento detrás.
– Sueños pendientes ¿Qué te gustaría hacer que aún no hayas hecho?
Me quedan muchos por cumplir, siento que acabo de empezar. Ahora me siento en el mejor momento a nivel de energía y conocimiento. Me encantan los proyectos que me ponen en la tesitura de sufrir terror por no saber cómo hacerlos, poder descubrirlo y pasar esos primeros momentos de pánico para luego sacarlo adelante. Mientras sigan apareciendo ese tipo de proyectos siempre habrá mucho que aprender. Ese tipo de historias siempre serán las que tenga pendientes de hacer. Hay que preocuparse cuando uno empieza a hacer lo mismo o los proyectos se comienzan a repetir.
Después, como compositor de música para concierto o como para director de orquesta, me gusta muchísimo el repertorio contemporáneo, el repertorio sinfónico. Mi sueño es poder continuar la carrera en estas tres vertientes.
También me encantaría trabajar con grandes como Pedro Almodóvar o, aunque parezca raro, Roman Polanski.
He trabajado en países como Bulgaria, Bélgica, Hungría o el Reino Unido, pero me quedaría trabajar en sitios míticos como Abbey Road, con la London Symphony y esas grandes orquestas que a uno se le antojan un poco imposibles, pero que solo es que caiga el proyecto adecuado que te permita acceder a este tipo de orquestas.
Cuestionario Furioso Iván Palomares
Película favorita: El padrino II de Coppola
Serie favorita: Leftovers
Libro favorito: Ébano de Ryszard Kapuściński
Cómic favorito: Dragon Ball de Akira Toriyama
Cantante, grupo o músico favorito: Ryuichi Sakamoto y Antonio Vega
Artista plástico favorito: Picasso o Rodin
Miedo tecnológico: Miedo al control. A perder el libre albedrío por culpa de la tecnología.