Entrevista a Carol Rodríguez Colás: De Cornellà al cielo
Carol Rodríguez Colás se ha estrenado en el largometraje con Chavalas. Mañana 3 de septiembre se estrena en salas después de haber triunfado en festivales como el de Málaga. De allí se llevó la Biznaga de Plata Premio del Público, el Premio Movistar+ a la Mejor Película y el Premio ASECAN a la Mejor Ópera Prima.
Pero todo esto no es algo que le haya caído del cielo. Carol lleva 10 años curtiéndose en el arte audiovisual junto a su hermana Marina. Realizando interesantes cortometrajes e incluso una serie de televisión para RTVE.
Carol Rodríguez es una de esas personas que han tenido que vivir con el estigma de pertenecer a una ciudad de mala fama por el simple hecho de que la mayoría de sus gentes son de clase obrera y quizá no tan finas como las de la gran ciudad.
Es cierto que en los años 70 y 80, las drogas y la pobreza se cebó con estas ciudades o barrios de extrarradio, pero de aquello solo queda el recuerdo. Allí se instaló gente de toda España buscando el futuro que no encontraban en sus tierras y de esa mezcla cultural nacieron jóvenes inquietos y extremadamente creativos. Carol Rodríguez es un buen ejemplo.
Su primera película, Chavalas, es una carta de amor a sus orígenes y su confirmación como una directora a la que tenemos que seguir de cerca. El cine de Carol Rodríguez ha llegado para quedarse.
Hablamos con Carol Rodríguez Colás
– ¿Dónde estudiaste?
Estudié comunicación audiovisual en la Universidad Ramón Llull, en Barcelona. Me dieron clase profesores como Isona Passola o el guionista Fernando de Felipe, pero de quien aprendí más fue de profesores filósofos como Ferran Sáez. Comunicación audiovisual es una carrera muy humanística y estuve haciendo cosas muy interesantes en muchos ámbitos, la verdad.
– ¿Cómo ha sido la experiencia de rodar tu primera película?
Bueno, yo llevaba toda la vida haciendo cortos, en la facultad y cuando salí de allí. Cortos que durante mucho tiempo fueron autofinanciados, buscando subvenciones por aquí y por allá. Luego ya me fui profesionalizando con presupuestos más grandes y con productoras.
Para mí, el largometraje siempre fue mi objetivo principal. Es el sueño de cualquier persona que quiera dirigir cine y por fin, después de mucho tiempo consiguiendo la financiación y trabajando en el guion, pudimos empezar a rodar Chavalas en marzo de 2020.
Gracias al bagaje que me habían dado los cortos y una serie de televisión que hice justo antes de la peli, me sentí preparada para hacer la película. Pero siempre existen las inseguridades del principiante. Tampoco había trabajado con actrices y actores de ese calibre y eso pudo ser un poco abrumador, pero después tod@s han sido majísimos. Ellas me lo ponían todo muy fácil, especialmente Vicky que tenía todo el peso de la película.
La rodamos en jornadas de ocho horas al día durante cuatro semanas, que no es mucho tiempo. Tienes un guion muy trabajado durante años y después lo tienes que plasmar en esas cuatro semanas, no hay más, es lo que hay.
No me gustaría que con el cine pasara como con los videoclubs, que se quedaran obsoletos.
Carol Rodríguez
Además, lo programamos en marzo y no esperaba que apareciera una pandemia que me cortara el rodaje por la mitad. Para mí, lo más difícil del rodaje fue tener que adaptar lo que ya estaba escrito y reflexionado a las nuevas condiciones sanitarias de junio de 2020. Fuimos una de las primeras producciones en volver a rodar. Fue un poco traumático. Fue un reto.
Rodamos dos semanas prepandémicas en las que estaba tan absorta con la peli que no sabía qué estaba pasando en el mundo, y las otras dos, en plena pandemia. Marina y yo nos estrujamos el cerebro para reescribir lo que nos quedaba por rodar, porque las cuatro protagonistas no se podían juntar con figuración.
– ¿Chavalas habría sido muy diferente si la hubierais podido rodar antes de la pandemia?
No sé si tan diferente. Hay escenas que adolecen de esos cambios, pero hay otras que no, incluso encontramos soluciones más creativas. Lo importante es que la esencia de la película está contada. Chavalas emociona y hace reír.
– ¿Siempre quisiste dirigir cine?
Pues sí. Fue algo súper vocacional. No me da la sensación de que lo haya elegido yo. Era un deseo que me había elegido a mí. Racionalmente no es muy práctico estudiar cine y querer dirigir. No tiene muchas salidas profesionales. Lo veo como, “yo quiero ser astronauta”, que es, “pues chica, suerte” (risas).
Me pudo más el deseo de hacerlo, siempre estuve haciendo cortos mientras tenía curros más alimenticios. Hice equipo con mi hermana y quisimos explicar esta historia, que es muy nuestra, muy de nuestra casa, de nuestra ciudad.
Entre las dos hicimos fuerza, ella es la guionista principal. Encontramos productora y ha salido. Es un sueño muy grande que aún no creo que se haya cumplido. No me lo creo.
– ¿Cómo fue la vuelta a tu barrio para contar una historia en Cornellà?
Nunca me fui del barrio. Mis amigos y mis padres viven aquí y yo vivo en la ciudad de al lado, en Hospitalet de Llobregat. Vivo a 10 minutos.
Siempre me ha inspirado mucho el barrio. He hecho reportajes fotográficos, he hecho cortos que también se han rodado aquí… siempre ha sido fuente de inspiración, pero claro, el sueño era rodar una película en casa. Explicar esa sensación de Marta, la protagonista de la peli, de no pertenencia a ninguno de los lugares. Es un sentimiento que vivimos Marina y yo en el pasado. Sentíamos la burla y el estigma de nuestra procedencia.
Teníamos que ponernos una máscara para intentar hacernos un hueco en el mundo artístico de Barcelona o para cuadrar con tus compañeros de la facultad, pero claro, no deja de ser una impostura. Y cuando volvías al barrio tus amigos te decían, “mira, ya ha venido la moderna”. En Barcelona choni y aquí moderna (risas).
Después de llevarlo como vergüenza por todos los comentarios negativos, al final el sentimiento se da la vuelta y lo llevas con orgullo y por bandera, como les pasó a los Estopa, a Jordi Évole o Bayona.
– ¿Crees que aún se mantiene ese estigma de “soy de extrarradio”?
El estigma y el prejuicio está ahí. Hoy en día, gente que acabo de conocer y que me pregunta por el barrio, me dicen barbaridades como que si ahí roban carteras o si somos quinquis.
Por otro lado, he hablado con muchos jóvenes para un proyecto que estoy haciendo, y llevan con mucho orgullo ser de Cornellà, Hospitalet u otros barrios.
– ¿Siempre tuviste claro el cásting de la peli?
A Vicky Luengo sí que la teníamos muy clara. La habíamos pensado mucho con la productora Marta Figueras. Nos parecía muy apropiada para hacer esa Marta sin estereotipos. No es el típico perfil de barrio, pero luego también es un personaje muy incómodo y que incluso puede resultar antipático al espectador. Es un personaje en permanente incomodidad.
A Ángela Cervantes le hicimos un cásting. Mi mayor preocupación era si podían parecer amigas de toda la vida, pero cuando las vimos juntas lo tuvimos claro. También por su energía y naturalidad como dueña de bar.
El contrapunto era Elisabet Casanovas con Bea. Es muy dulce y puede encarnar muy bien a la amiga fiel que siempre va a estar ahí contra viento y marea, pero también es capaz de decirte las verdades de manera brutal porque te conoce y tiene la confianza para hacerlo.
Carolina Yuste, con su energía y desparpajo, cómo no iba a hacer de Desi… Ella es la antítesis de Marta.
Fue difícil cuadrar la agenda de las cuatro, pero les gustaba mucho el guion, les gustaba la historia y ellas mismas se esforzaron por cuadrar agendas.
– ¿Cómo surgió la serie Bany compartit que también escribe tu hermana y diriges junto a Áurea Martínez Fresno?
La serie, que es pura sitcom, surgió porque mientras buscábamos fechas para rodar la peli y cerrábamos la financiación, el productor de Chavalas tenía este proyecto en Barcelona y me invitó a sumarme. Le sugerí que mi hermana escribiera los capítulos, yo también escribí algunos, y salió la serie antes de la peli.
– ¿Cómo ves la figura de la mujer en la industria del cine?
A ver, da la sensación de que ahora somos muchas, de que hay muchos proyectos y somos muchas directoras con ópera primas, pero los números hablan por sí mismos, en puestos de liderazgo (directoras, productoras o guionistas) las mujeres no llegamos al 20%. El trabajo por hacer es mucho y urgente porque no se están dando ni voz ni luz a muchas historias que se deberían contar.
Es verdad que ahora parece que hay algo de luz al final del túnel y debutamos más mujeres, pero las cifras son las que son, todavía estamos muy alejadas de la paridad.
– ¿Qué opinas sobre la decisión del Festival de San Sebastián de quitar el género al premio de mejor interpretación?
Bueno, esto lo han estado mirando mucho Dones Visuals, que yo pertenezco a esta asociación de mujeres cineastas de Barcelona, y la intención del festival es buena. La intención es que no importe el género y haya igualdad, pero Dones Visuals no cree que luego se vaya a trasladar en eso, si se presentan más hombres, ellos tendrán más posibilidades de salir como mejor actor. La mayoría de los personajes protagonistas, directores, guionistas y productores, todavía son hombres. Si se busca la igualdad y paridad se le tendría que dar una vueltita más a esta medida.
– ¿Sueños por cumplir?
Hacer la segunda película (risas). Tenemos una idea, que lo digo así en plural porque la estoy coescribiendo con Marina y la vamos a dirigir juntas, y ya tenemos productora, así que estoy pletórica.
La vamos a hacer con Fasten Films y el título provisional es The Gang. La peli irá sobre tres adolescentes de extrarradio que hacen un viaje a un barrio adinerado de la gran ciudad y de cómo es ese trayecto para ellos. Tendrá un punto más serio y dramático que Chavalas. Nuestro gran referente es El odio (1995) de Mathieu Kassovitz.
Cuestionario Furioso de Carol Rodríguez Colás
Película favorita: Las noches de Cabiria de Fellini.
Serie favorita: Antidisturbios de Isa Peña y Sorogoyen.
Libro favorito: El guardián entre el centeno de J. D. Salinger.
Cómic favorito: Persépolis de Marjane Satrapi.
Cantante, grupo o músico favorito: The Beatles.
Artista plástico favorito: Miquel Barceló.
Miedo tecnológico: Que escuchen todo lo que digo por el móvil y después me enseñen publicidad sobre lo que acabo de hablar.