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‘El infinito en un junco’: un cuento sobre la historia de los libros de la mano de Irene Vallejo

No estoy muy habituada a leer ensayo. Lo que más leo son novelas y, quizá, el segundo puesto es para la poesía. No obstante, fue precisamente a través de una novela como llegué a El infinito en un junco, el libro del que quiero hablaros.

Concretamente buscaba yo información sobre Luis Landero, cuyo libro Lluvia Fina acababa de terminar. Fue así como me topé con una pequeña entrevista suya para algún periódico en la que recomendaba su libro favorito del año 2019.

Esa fue la primera vez que oí hablar de El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo, obra de la doctora en filología clásica Irene Vallejo, que fue publicado por Siruela en septiembre de 2019. Esta obra le ha valido a la autora el Premio Nacional de Ensayo 2020.

El infinito en un junco de Irene Vallejo.

El infinito en un junco, un cuento sobre la historia de los libros

A la hora de aproximarse a un ensayo de poco más de 400 páginas algunos pueden sentir cierto recelo. No obstante, no hay que pensar en toparse con complicadísimas fórmulas o con un lenguaje excesivamente académico.

Irene Vallejo inunda las páginas de fechas y acontecimientos históricos de nuestra historia más lejana, pero también de anécdotas, de ligereza, de pasión por los libros y la literatura y de belleza.

La obra está dividida en dos partes. La primera de ellas se centra en la Grecia clásica, en cómo surgió la escritura, en cómo se creó la Biblioteca de Alejandría y cómo de incierto fue su final realmente, ya que hay voces lejanas que hablan de tres incendios que fueron acabando poco a poco con todo lo que este lugar albergaba y representaba.

La segunda parte está focalizada en Roma. Aquí, principalmente, la autora continúa cronológicamente la historia. Habla de la conquista romana del imperio heleno y de cómo, a pesar de que los griegos se convirtieran en ciudadanos de segunda supeditados a Roma, los romanos apreciaban su cultura e intelecto y, para no quedarse atrás, copiaron sus libros, su literatura y el esquema que ellos ya habían diseñado.

Personalmente, si tengo que elegir, me quedo con el relato sobre Grecia, me da la sensación de que a partir de que acaba de narrar esto el libro decae un poco o, quizá, sea mi inclinación más hacia los griegos que a los romanos.

La escritora Irene Vallejo.
La escritora Irene Vallejo.

La prosa fina de Irene Vallejo

A pesar de toda la historia que hay en el libro y de su volumen e intensidad, leerlo es muy agradable. Resulta tremendamente lúdico y didáctico. La prosa de Irene Vallejo es ligera, deja atrás convencionalismos académicos y se centra en contar una historia.

Página a página te va llevando del pasado al presente, ya que hay multitud de referencias a libros y películas actuales (hasta menciona a mi odiado Christopher Nolan). Te explica la influencia que ese mundo que naufragó hace unos cuantos miles de años tiene a día de hoy en nuestra cultura y sociedad. No en vano la Ilíada y la Odisea se siguen enseñando en clase, leyendo o adaptado.

Pero hay un plus más por el que este libro merece ser leído. La autora no se queda simplemente en mostrar su erudición (que es mucha) y el gran trabajo que, imagino, debe haber detrás de esta publicación, sino que también habla de ella y deja espacio para sus historias personales y la reflexión. Cuenta sus propias experiencias como lectora, cómo empezó a leer, cómo comenzó a interesarse por las historias cuando su madre se las contaba antes de dormir o cómo fue la primera vez que visitó bibliotecas tan importantes como al de Oxford.

Un libro por y para los amantes de los libros

El infinito en un junco es un libro que todo amante de la literatura debería leer. Eso sí, a pesar de que su lectura es muy asequible pese a tratarse de un ensayo, el consejo desde aquí es que se lea con calma y con un mínimo de concentración e, incluso, puede ser un acierto intercalarlo con otras lecturas, ya que la narración te impone un ritmo lento y pausado.

Vallejo incide en la importancia de los nombres anónimos que, por su pasión a la palabra escrita, consiguieron salvar los clásicos desde que se escribieron hasta hoy. Como si fuera un hecho fantástico, porque en realidad lo es, los escritos de nuestros antepasados han conseguido sortear numerosos obstáculos para llegar, sanos y salvos, hasta nosotros.

Para los que aún tengan dudas de si leerlo o no, aquí un fragmento que muy someramente resume qué es este ensayo: “En Grecia comenzó una cadena de transmisión y traducción que nunca se ha roto […]. Los lectores de hoy podemos sentirnos solos, en medio de las prisas, al cultivar nuestros rituales lentos. Pero tenemos detrás una larga genealogía y no deberíamos olvidar que, entre todos, sin conocernos, hemos protagonizado un fantástico salvamento”.