‘El año del descubrimiento’, el documental que debes ver
Camino a los Goya 2021
Hasta el día 29 de este mes se puede disfrutar en Filmin de la edición 27 de L’Alternativa, el Festival de Cine Independiente de Barcelona. Hemos tenido el ¿placer? de ver su esperada película inaugural, El año del descubrimiento. Mucho se ha dicho ya de ella. Que, si es la mejor película del año, que es monumental, demoledora, un prodigio… Os explicamos cuanto de cierto hay en estas afirmaciones.
El año del descubrimiento: Todo ocurre en los bares
¿Recuerdas cuando se podía fumar en los bares? El bar era un lugar de reunión y en el que dabas rienda suelta a tu lengua, adicciones y bajas pasiones. No era un lugar bonito. Alguno sí, pero no la mayoría. Era un sitio cómodo en el que poder alzar la voz y encontrarte con personajes de muy diferente pelaje.
Mientras echabas la ceniza de un cigarrillo en un cenicero lleno de colillas, te ibas vaciando de problemas y preocupaciones al repartirlas entre tus amigos y alguna cerveza o cubata.
De vez en cuando, algún borracho alzaba demasiado la voz en la barra y mirabas para ver si se liaba. La tele del bar siempre estaba encendida y a la vez sonaba alguna cinta de música de gasolinera.
También se podían comer algunas tapas, menús del día o platos combinados de comida casera. Era lo más parecido a estar en casa. No había prácticamente nada que pudieras hacer en casa y no en un bar.
La forma de vestir de los clientes era de lo más dispar. Desde un señor con bata que bajó a por tabaco y aprovechó para tomarse una copa de coñac en la barra, a un grupo de obreros en mono de trabajo o el notario del barrio con su traje cogiendo un periódico del montón que había en la esquina de la barra.
A muchos de estos bares se les llamaba despectivamente ‘bar de obreros’ o ‘bar de albañiles’, pero al final todos hemos pasado horas en ellos.
Lo que más se hacía en esos lugares marca España, ahora bajo la gerencia de emprendedores de otro continente, era hablar. Hablar mucho. De lo humano y de lo divino. De lo que más te importa o lo que te llega a preocupar. Eso daba como resultado, además de alguna discusión, a muchos buenos consejos, muchos puntos de vista distintos y a que todo un grupo de gente estuviera dispuesta a ayudar a, muchas veces, un desconocido con el que compartías mesa u oficio.
El año del descubrimiento nos habla de la España de 1992 desde un bar de obreros.
1992, el año en el que España gritó con fuerza
L’Alternativa se encuentra en el ecuador de su programación, y esta edición hemos podido ver en Filmin joyas como Oeconomía, Petit Samedi o Merry Christmas, Yiwu, pero si hay una cinta que se pega como el guirlache en la piel y no te puedes quitar durante días es, El día del Descubrimiento, la película nominada a los Goya 2021 con la que se inauguró el festival.
El día en el que Colón se encontró por casualidad con el continente americano, se bautizó como el día del descubrimiento. Descubrimiento para unos, genocidio para otros.
500 años más tarde, el país descubridor fue anfitrión de dos eventos que marcaron un antes y un después en el país. Barcelona fue sede de los Juegos Olímpicos y Sevilla de la Exposición Universal. La imagen del país nunca fue tan moderna y cosmopolita, pero mientras el Cobi y Curro jugaban al mus en su castillo de naipes, otros cambios sucedían en el país. La reconversión industrial y la crisis que originó a finales de los 80 aún guardaba un cartucho en la recámara y apuntaba a Cartagena.
El director del documental, Luis López Carrasco decide contarnos esa historia desde un bar, a dos pantallas y de forma capitular.
Al comienzo del documental cuesta diferenciar entre las imágenes de archivo de la época y las filmadas hoy, pero con el comportamiento, vestuario y peluquería de los años 90. La imagen está tratada para parecerse a la de un viejo VHS y su banda sonora es la de esa década.
En la película conoceremos el testimonio de los obreros y sindicalistas que lucharon por sus derechos hasta el punto de quemar el parlamento de la Región de Murcia y en paralelo también tendremos la visión de jóvenes de Cartagena. Estos, hoy en día no creen que nada pueda defenderse y algunos de ellos llegan incluso a echar en falta el servicio militar para poder ser más ‘hombres’ y así conseguir herramientas para enfrentarse a la vida.
Es muy interesante ver como la generación más preparada de la historia carece del impulso para luchar por sus derechos y en cambio otros no tan preparados, luchaban por ellos sin pensar en las consecuencias y con la fuerza del grupo.
Todo eso ocurría en España mientras lo que se veía desde fuera era la opulencia de los eventos de Barcelona y Sevilla, dos gigantes lo suficientemente grandes como para taparnos las vergüenzas.
La película nos muestra la crudeza de los enfrentamientos entre la policía y los obreros de fábricas de fertilizantes, astilleros o fundidores. También nos hace reflexionar sobre los motivos del por qué antes sí, y hoy no. Se plantean teorías tan interesantes como que solo cuando estás trabajando puedes luchar por tus derechos, no cuando estas desempleado, ya que entonces no tienes nada que defender y que antes tenías un objetivo claro con el de luchar, hoy, el capitalismo, el Fondo Monetario internacional o los mercados, son demasiado abstractos para poder luchar contra ellos.
Sin duda, Luis López Carrasco, ha reunido a las mejores voces de esta época y de los 90 para contarnos la historia. Ha rodado una película necesaria y que aún seguirá dando mucho que hablar. Y nos ha recordado a algunos la función social de esos bares menospreciados por todos.
Se merece todos los adjetivos que le dan y justifica los interrogantes del ‘placer’ del primer párrafo al ser imposible sentirlo cuando conoces la injusticia de una sociedad hacia sus semejantes.