‘El año de la furia’ al que le falta furia
El año de la furia es el segundo largometraje de ficción del director Rafa Russo tras su ópera prima Amor en defensa propia, un largometraje interesante que cosechó buenas críticas en su estreno.
En esta ocasión se embarca en una producción uruguaya manteniendo como en su anterior film la combinación de reparto argentino y español y repitiendo con Daniel Aranyó como director de fotografía.
El cine Uruguayo, a diferencia de la industria cinematográfica brasileña y argentina que lo rodean, no es un cine muy conocido en España.
Tuvo un repunte prometedor con la llegada del siglo XXI. Tuvo relevancia internacional con títulos como 25 Watts (2001), En la puta vida (2001), El último tren (2002) o Whisky (2004). Aun así, da la sensación de que su industria cinematográfica, o al menos su internacionalización, no termina de despegar.
Igual que siempre es agradable que un viejo amigo del que hace tiempo no tienes noticias llame a tu puerta, siempre es buena noticia que la industria cinematográfica uruguaya vuelva a requerir nuestra atención buscando un sitio en el mercado internacional.
En el año 2018 ya lo hizo con la coproducción uruguayo-argentina-española-francesa La noche de 12 años y este 2021 vuelve a hacerlo con la coproducción uruguayo-argentina-española, El año de la furia que se estrena hoy en Bcb Film Fest 2021 . Películas contextualizadas en la dictadura militar que sufrió Uruguay.
Incluso en El año de la furia aparece un pequeño guiño a La noche de 12 años (o quizás sea solo coincidencia de contexto), cuando un televisor narra la detención del tupamaro José Mujica.
Cabe destacar que, a diferencia de las propuestas antes mencionadas de 25 Watts o Whisky basadas en equipo humano local, cuesta localizar actores y jefes de departamento uruguayos en El año de la furia.
El año de la furia o lo que pudo ser
Centrándonos en El año de la furia, la propuesta de Rafa Russo, según sus palabras, consiste en mostrar la dictadura uruguaya y cómo las dictaduras lo impregnan todo.
Se centra en personajes que no son grandes guerrilleros ni grandes militares. Muestra como la dictadura inunda la vida cotidiana y para ello, toma como personajes principales a dos guionistas de un programa de sketches cómicos, una prostituta y un torturador.
Rafa Russo especificó en su presentación durante el festival de Valladolid que le interesaba establecer una relación amorosa entre el torturador y la prostituta. Remitía a casos reales donde el torturador y torturado habían llegado incluso a establecer una relación sentimental. Declaración que al leerla me remitió inmediatamente a la profundidad psicológica y oscuridad de los personajes de Il Portiere di notte (1974).
Con este artículo de RTVE que citaba sus declaraciones en el festival de Valladolid ya había leído suficiente sobre la película como para tener ganas de verla y esperar algo que me iba a gustar.
La película arranca ofreciendo lo que esperaba de ella. Durante los primeros minutos te describe a los guionistas y al torturador en faena. Conoces a los personajes gracias a la forma en la que afrontan sus labores cotidianas.
En estos minutos todo fluye bien hasta que aparece un travelling in a Alberto Ammann y sube la música orquestal para que a continuación Diego (personaje interpretado por Ammann) vaya a besar a una compañera.
Aquí es donde te agarras fuerte a la butaca porque en tu cabeza resuenan todas las alarmas. De nuevo otra buena película que pudo ser y no lo será.
Tras el chasco, ¿qué nos encontramos?
El uso de la música es continuado y exagerado. Todas las escenas que podrían ser más intensas a nivel emocional se diluyen con una música hipersubrayada.
No hay la sequedad o dureza que se espera en el relato y todo se vuelve pastel.
Además, la música se utiliza para resolver de forma apresurada problemas de guion. ¿Qué mejor herramienta para establecer una relación amorosa que un fade in musical? Quizá la respuesta es un buen guion, pero no es el caso.
La música intenta reforzar cada momento que debe contener cierta intensidad, pareciendo que el propio director o no confía en su hacer y el de su equipo, o no confía en nosotros los espectadores.
La historia gira hacia lo que nos promete el travelling in de Alberto Ammann, un relato naif lleno de clichés como esa escena de preparar las maletas para una fuga acordada. El encuentro nuca sucede y el personaje acaba solo en el puerto quemando los billetes.
La película apunta en un inicio hacia personajes con varias capas de profundidad y conforme avanza se van limando resultando cada vez más simplificados.
Por ejemplo, el conflicto que aparece al inicio en el personaje de Daniel Grao (Rojas, el torturador). Él debe torturar, lo han entrenado para torturar, pero sufre torturando.
Parece que únicamente se ha planteado para que no genere rechazo en el espectador. La oscuridad que apuntaba tener este personaje torturando y en sus primeras relaciones sexuales, en lugar de desarrollarse, desaparece al poco tiempo de película.
Los papeles femeninos de El año de la furia
En cuanto a los papeles femeninos, son especialmente pobres y maniqueos:
- La esposa de Rojas el torturador, que está toda la película enfadada hasta que Rojas roba un bebe para ella.
- El personaje femenino de más peso interpretado por Martina Gusman, que se enamora del torturador aunque no entendamos muy bien porque.
- La presentadora que le da consejos al personaje interpretado por Ammann sin poder contener el deseo de desabrocharle la camisa.
Un caso que llama la atención por su simplificación es el interpretado por Maribel Verdú. Interpreta a una emigrada española que ha huido de la dictadura de Franco a Uruguay. Allí abre una pensión en la que hospeda a varios miembros de movimiento de liberación tupamaro al cual su propia hija pertenece.
Después de conocer toda esta prometedora información, el personaje desaparece y su hija se limita únicamente a hacer de correo.
A nivel interpretativo los actores mantienen el nivel al que nos tienen acostumbrados con otros trabajos (Narcos, El marginal, Julieta, etc).
Este no será su mejor trabajo, pero los papeles están bien resueltos y tienen algunos momentos interesantes. Aun así, la construcción de personajes resulta más sólida en el protagonista de la anterior película de Russo, Amor en defensa propia.
En cuanto al nivel estético sí se pude apreciar una mejora con respecto al anterior film de Rafa Russo, sobre todo en cuanto al trabajo de fotografía de Daniel Aranyó que repite colaboración en este film.
Conclusiones
El año de la furia establece una continuidad en la coproducción uruguayo-argentina-española que se inició con La noche de 12 años, lo que puede suponer una línea de desarrollo que impulse internacionalmente a la industria cinematográfica uruguaya.
El tema de la dictadura en Uruguay es desconocido al otro lado del Atlántico. Todo abordamiento del tema que nos llegue es bueno.
Por otro lado, cada pueblo tiene que revisar su propia historia. No es incompatible con que aparezcan películas extranjeras abordando el tema, tal como sucede con Ken Loach tratando la guerra civil en Tierra y libertad (1995), pero el pueblo uruguayo tiene que contar su historia desde su propia gente.
Sobre la película en sí, deja la sensación de que pudo ser mucho más de lo que es. Apunta alto, pero la narración cada vez se va haciendo más naif y los personajes se van simplificando en lugar de crecer con la historia.
El guion no acaba de cuajar como debería hacerlo y la música resta fuerza a lo que estamos viendo. En resumen, El año de la furia se queda sin furia conforme avanza la película.