‘Dune’: El tropiezo de Denis Villeneuve
Dune, de Denis Villeneuve, va a ser una de esas películas que entusiasmarán a muchos y decepcionarán a otros, no se puede evitar, es así. Yo soy de los segundos.
¿Por qué no se puede evitar? Porque el autor de maravillosas películas como, Incendies, Prisioners, Polytechnique o Enemy, adapta una de las novelas con más acólitos de los últimos tiempos. La ecológica, profunda, transcendental y religiosa, Dune, de Frank Herbert.
Dune, ni chicha ni limoná
La película está rodada para contentar, y seguro que ese objetivo lo conseguirá en muchos de sus espectadores. Villeneuve tuvo la posibilidad de crear un mundo completamente nuevo y original en el que narrar las aventuras de Paul Atreides y compañía, pero lo que hizo fue un trabajo mucho menos arriesgado y convencional. Dentro de los cánones de los grandes blockbusters de los últimos tiempos. Alejándose así de como era su cine hasta ahora. Al menos le agradezco que no hiciera más que unos pocos (y como siempre sin gracia) chistes al comienzo de la película.
Ese vestuario de trajes de goma, el cuadro del abuelo del prota vestido con un traje de luces cual Manolete, las luchas y combates que podrían ser de cualquier otra película… Todo recuerda a algo ya visto. No innova en los diseños, ni en los efectos especiales o la música a la que nos tiene acostombr@as Hans Zimmer en sus últimas composiciones.
En la novela se menciona que Paulus, el abuelo de Paul, murió toreando un toro, pero de ahí a que vistiese ese traje de luces, que haya colgada una cabeza de toro en una pared y que una pequeña figura que no deja de mirar Paul simule la forma de torear y el tipo de toros que tenemos en nuestra realidad en vez de crear otra forma de toreo y plantear los toros como los que describe el libro (de seis a doce cuernos), es algo que distancia de una película que debe adaptar Dune.
Pero no solo se queda ahí. Ojalá.
Personajes sin importancia
El primer tercio de la película es muy aburrido. En poco tiempo debe presentarnos a los personajes y las diferentes casas del nutrido mundo de Hervert y claro, no es tarea fácil.
Es muy poco tiempo para tal tarea, así que a Villeneuve no le queda otra que escribir unos personajes que por mucho que los interpreten actores de la talla de Oscar Issac y Josh Brolin o estrellas del carisma de Jason Momoa, no llegan a conmoverte en ningún momento ni a importarte lo que les suceda. No los conoces, no te da tiempo y solo te han mostrado una de las caras del poliedro que debería componer su personalidad, así que al final solo te preocupa el único personaje bien creado en la película. El interpretado por el magnético Timothée Chalamet. Podríamos decir sin equivocarnos que él es lo mejor de Dune.
En ese primer tercio de peli es fácil no llegar a entrar. Lo aburrido de sus conversaciones, su rápida e insuficiente información y sus escenas (exceptuando la de Paul Astreides con la mano metida en un lugar doloroso), no ayudan en nada.
Comienza la acción
Cuando llegamos al segundo tercio de la película, parece que todo se va a poner muy entretenido, los Harkonnen atacan a los Atreides con ayuda de los soldados imperiales (Sardaukar). Pues nada más lejos de la realidad. Las luchas son de todo menos espectaculares. El efecto del escudo corporal una vez lo has visto ya pierde la magia. La forma de luchar, las armas y sus uniformes no tiene nada que no hayamos visto mil veces.
Los planos cenitales de un bando enfrentándose a otro, como si en vez de una película de ciencia ficción estuviéramos viendo una peli ambientada en el medievo. Podrían aprender de los vistos de Game of Thrones, El señor de los anillos, El Rey Arturo (2004) o el comienzo de Gladiator.
Y os lanzo una pregunta, ¿es cosa mía o no era fácil diferenciar a los soldados Harkonnen de los Sardaukar? A mí me lo pareció…
Además de las escenas de acción por el asedio a la casa Atreide, nos encontramos con la huida de Paul y Lady Jessica, su madre (Rebecca Ferguson). Me parecieron mejores que las de las luchas de soldados pero también insuficientes en intensidad, tensión, innovación y espectacularidad.
El poder del desierto
El tercio final de Dune fue mucho mejor que el resto. La película se vuelve mucho más interesante. Nos centramos en el personaje de Chamalet y su madre y comenzamos a descubrir qué esconden las famosas dunas del mundo que nos plantea la película. Con sus gusanos incluidos.
Se nota que aquí Villeneuve se siente más a gusto. Sin que llegue a fracasar a la hora de mostrar la tragedia Shakesperiana que comparte la novela y la mitad de su película, es aquí, al centrarse en pocos personajes cuando el director comienza a brillar. A contarnos de verdad lo que a él le interesa. A hacernos cómplices de su aventura galáctica. Y cuando más lo estamos disfrutando y Zendaya comienza a participar en la función…. se acaba.
Sé que esta crítica puede parecer muy negativa, pero entendedme, habla la decepción de ver una mala adaptación (volvería a ver muchas más veces la de Lynch que la de Villeneuve) y como un autor nos deja para venderse al sota caballo y rey del cine palomitero.
Me quedo con lo bien rodado de la mayoría de sus escenas, lo minimalista y el Pantone cromático de su diseño, el mundo de los Harkonnen y Chalamet, un actor que desprende lo mejor de Hollywood y a la vez toda su decadencia. Un actor con mirada de clásico del cine.