‘Dark’: Analizamos la filosofía de la serie de Netlfix
Dark se ha postulado como una de las series más populares de los últimos años. Sus detalles bien cuidados y su intrincada historia han cautivado a muchos. Pero al margen del argumento, las geniales actuaciones o la selección musical, si algo se puede encontrar en esta serie es filosofía.
La teoría filosófica más obvia de esta ficción es la del eterno retorno. A pesar de ser una idea de los estoicos, recuperada después por Schopenhauer, fue Nietzsche quién la definió como un ciclo infinito en el que todo se repite: acciones, pensamientos y sentimientos. Algo que se puede ver durante todas las temporadas de la serie, los protagonistas creen que actúan en base al libre albedrío, pero nada más lejos de la realidad, todo es un bucle.
Dark: de Schopenhauer a Chuang Tzu
Precisamente, hay mucho de Schopenhauer en los planteamientos de la ficción alemana. En su libro, El arte de sobrevivir, el también alemán, resume a la perfección el argumento de Dark: “En el fondo, cada individualidad no es más que un error específico, un paso en falso, algo que mejor no existiera. En efecto, algo de lo cual traernos de vuelta constituye el objetivo real de la vida. La vida se presenta como un engaño continuado, tanto en lo grande como en lo pequeño”.
Durante el metraje nos topamos, asimismo, con mitos, el del minotauro, por ejemplo. Ariadna da a Teseo un hilo rojo para que pueda entrar en el laberinto, matar al minotauro y salir siguiendo la cuerda. En Dark también existe este hilo en las cuevas de Winden y Martha aparece como Ariadna en uno de los capítulos.
La serie está llena, además, de paradojas temporales, pero también de otro tipo de gimnasias mentales, como la paradoja de Chuang Tzu. Este soñó que era una mariposa, al tiempo que la mariposa que había sido Chuang Tzu se durmió y soñó que era un hombre, con lo que ya no podía estar seguro de si era una mariposa que soñaba que era un hombre o un hombre que soñaba que era una mariposa. Lo que recuerda al genio maligno cartesiano y deja al descubierto el sumun de la duda metódica: no podemos estar seguros ni de nuestra propia existencia.
Podríamos seguir hablando con mucha más profundidad acerca de más teorías filosóficas y paradojas en esta serie, pero quizá es conveniente acabar con una de las frases más icónicas de la misma: lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos el océano.