Chani, Zendaya en ‘Dune’: la que no se arrodilla

La imagen se evaporaba con la irrealidad de un espejismo y desprendiendo el aroma de un perfume sofisticado. De hecho, para la actriz y cantante Zendaya, una de las artistas en mayor línea ascendente de los últimos años en Hollywood, era fácil asociar su contribución a Dune: Parte Uno (2021) con la labor publicitaria a la que presta su imagen para la marca Lancôme. Si bien habíamos presenciado casi tres horas de metraje, teníamos pocas claves para entender a Chani, la mujer del pueblo fremen, uno de los grandes personajes de la monumental saga ideada por el escritor de ciencia ficción Frank Herbert desde 1963.

Sin embargo, no estábamos ante ninguna clase de presentación fallida. A simple vista, resultaba tentador pensar que el director canadiense Denis Villeneuve se había limitado a hacer una hábil apuesta por el casting más comercial: si tu actor protagonista es Timothée Chalamet, uno de los ídolos actuales del fandom, ¿qué mejor idea que colocarle como pareja a otra estrella como Zendaya, siquiera como elemento decorativo?

De cualquier modo, el revisionado aporta las verdaderas claves. Es Chani nuestra primera narradora, incluso antes de que conozcamos al linaje Atreides que abanderará Chalamet como el joven Paul. Y es una voz de guerrera, alguien que recoge el legado de generaciones de gentes del desierto acostumbradas a luchar con todo en el planeta Arrakis frente a las familias nobles del emperador que vienen a subyugarles y hurtar su materia prima, la especia.

Devoto de la obra de Herbert, la cual le resultó árida en su primera lectura como adolescente, Villeneuve quería hacer una epopeya en dos actos para evitar los problemas que tuvo un predecesor tan ilustre como su admirado David Lynch. Algo debía cambiar en el celuloide para que todo permaneciera igual en la esencia de Dune.

Zendaya es Chani en Dune.
Zendaya es Chani en Dune.

Jessica y Chani: La fascinación esquiva

Lord Henry es una de las creaciones literarias más atractivas jamás creadas por Oscar Wilde. El retrato de Dorian Gray (1891) hace irrumpir a este cínico aristócrata inglés como un torbellino, el hombre maduro capaz de fascinar al joven protagonista y al público que devora los párrafos que describen a un caballero de provocadores argumentos e ingeniosa mente. Después de acompañar a Dorian en sus primeros pasos para romper la moralidad, Henry termina desapareciendo de la trama sin que podamos hacer nada para impedirlo o sepamos las causas del ostracismo.

Villeneuve había asistido a algo parecido en la primera novela de la saga Dune con dos damas clave: Lady Jessica y la propia Chani. La primera era la madre del protagonista, la concubina del duque Atreides y miembro clave de la Hermandad Bene Gesserit, una venerada y misteriosa orden monástica a la cual el propio emperador de la galaxia teme.

Jessica es clave para entender el ascenso de Paul entre las gentes de Arrakis, puesto que, a diferencia de otros clanes como los Harkonnen, gracias a las misteriosas emisarias religiosas hay una creencia popular que dice que el nuevo señor bien podría ser el Lisan al-Galib, una especie de profeta anunciado durante siglos que traería la liberación de la causa fremen.

Una de las pocas voces críticas entre las dunas es la de Chani. Una activa insurrecta que se ha criado en una de las zonas menos fanatizadas de su extensa casta y que pone en tela de juicio las profecías autocumplidas que, además, convenientemente permiten a los poderosos apaciguar las rebeliones bajo promesas de futuros remotos.

Tal y como había prometido Villeneuve, la segunda parte nos permitiría conocer, al fin, más del pensamiento de Jessica y Chani, dos jugadoras en un tablero delicado.

Chani y Jessica.
Chani y Jessica.

Irulan Corrino: la princesa bizantina en las arenas movedizas

Ana Comneno fue una de las damas más cultas de la Edad Media. De origen griego, esta aristócrata bizantina, hija del emperador Alejo I, dejó de su puño y letra una crónica absorbente: La Alexiada, una panorámica desde las entrañas del poder sobre el gobierno de su progenitor y los días de las Cruzadas. Sensata y aguda observadora, no es descabellado asociar a esta pionera historiadora con la princesa Irulan Corrino, retoña de igual manera de otro poderoso: Shaddam IV.

Villeneuve no deja nada al azar en sus prólogos. Antes mencionábamos que es Zendaya quien nos habla de la agónica resistencia de su pueblo contra los abusivos Harkonnen. En la segunda parte de su adaptación, será la voz de una intérprete tan espléndida como Florence Pugh quien nos ponga al corriente de los secretos cortesanos de su linaje, encabezado por el siempre solvente Christopher Walken como Shaddam.

Irulan nos ofrece con ricos matices el vacío de poder generado por el máximo dirigente al iniciar las maquinaciones que acabaron con Leto Atreides. Perfectamente llevado a la gran pantalla por Oscar Isaac, se trata de un noble atípico en una galaxia de conjuras: es leal, se preocupa por las personas bajo su cargo y pretende que su destierro encubierto a Arrakis le permita establecer una alianza inédita con los fremen, pueblo al que admira realmente.

Como nos advierte Irulan, Shaddam sacrificó a alguien a quien amaba como si fuera su propio hijo, juzgándolo demasiado débil para el mundo real de la política. Un terrorífico error que luego George R. R. Martin emulará de nuevo con el galante Ned Stark en Juego de Tronos. La astuta princesa sabe que se ha desencadenado un incendio y que el misterioso Muad’Ib tiene la mecha y ya ningún freno moral paterno para ver al planeta arder.

Florence Pugh es Irulan Corrino en Dune.
Florence Pugh es Irulan Corrino en Dune.

Feyd Rautha: Estrellas del rock

Indiscutiblemente, ya sabían el uno del otro. Zendaya reconocía en aquel apuesto joven a un colega que ya captó al público en alguna aparición dentro de Hannah Montana, entre otras. Lo sabía muy bien, puesto que la actriz había sido de idéntica manera uno de los reclamos de Disney Channel en A todo ritmo. Ahora, tanto Austin Butler como ella estaban en una clara metamorfosis.

Acompañada de Javier Bardem, quien hace de maestro de ceremonias como el líder Stilgar, Villeneuve hizo saber a Zendaya que tuvieran calma; la primera parte únicamente abría el telón a sus personajes, pero en una hipotética secuela iban a tener el centro de escenario para ambos. De la misma manera, Austin Butler se incorporaba tarde a la fiesta, pero dispuesto a deslumbrar. Su éxito como estrella del rock en Elvis (2022), obra magna de Baz Luhrmann, generaba una expectación máxima para vislumbrarlo en un rol aparentemente antagónico: Feyd Rautha.

Debemos volver a Lynch, el hombre que logró viajar por primera vez a aquella era soñada por Herbert. El director de Twin Peaks escogió a Sting, el célebre músico británico, para exhibir a la gran celebridad del linaje Harkonnen, el gladiador que da miedo, pero también excitación. Miradas de serpiente, adiestramiento con un antiguo SEAL y la leyenda de Mike Jagger sirvieron a Butler para brindar algo diferente, aunque hermanado con la sensación de estar frente al atractivo reverso de Paul Atreides.

La metáfora perfecta de su personalidad no llega con sus afilados cuchillos de villano de Gotham (2014-2019), antes deberíamos hablar de una de las seducciones más impactantes que han visto en la historia de la ciencia ficción.

Sting y Austin Butler como Feyd Rautha.
Sting y Austin Butler como Feyd Rautha.

Lady Margot

Las ensoñaciones de Paul alrededor de Chani en la primera película de Villeneuve son una evocación que va desde el ideal platónico a un alto riesgo. En ocasiones, cuando se ve con ella y sus ojos azules parecen una pareja de benignos tiranos al estilo de la familia de Wanda Maximoff en Dinastía de M (2005-2006). Por ello, Feyd Rautha, sádico también con las palabras, acierta a apuntar a la mujer fremen donde más daño puede infligir: la cataloga como “mascota”, casi queriendo reducirla al papel de complemento, la desvalida damisela en apuros.

En realidad, ella es todo lo contrario. Acepta a Paul con más facilidad que los más reticentes de sus paisanos, es capaz incluso de enamorarse legítimamente de las cualidades del joven Atreides, pero le aterra la profecía y las maquinaciones de Jessica. Su inteligencia natural hace al primer amor de Paul mirar con suspicacia los progresos de unas reverendas madres que juegan con varias barajas dobles.

Y es que las Bene Gesserit lideradas por una fantástica Charlotte Rampling han depositado de idéntica forma varias plegarias genéticas en la rama Harkonnen. Asegurar la semilla de Feyd Rautha es logrado a través de Lady Margot, encarnada por una de las mejores actrices galas del momento: Léa Seydoux. Su forma de embriagar al despiadado guerrero conectaría con las mejores hetairas de la antigua Grecia o las damas importantes iniciadas en los misterios de Samotracia.

Por más que los patriarcal prime en las grandes casas, es esta orden femenina la que realmente tira del hilo y pervierte las voluntades de los líderes para tomar decisiones que llevan a consecuencias inesperadas a largo plazo. Para Seydoux era algo entroncado en su árbol genealógico: era sobrina nieta de Michael Seydoux, uno de los impulsores de la frustrada y psicodélica adaptación de Alejandro Jodorowsky.

Léa Seydoux es Lady Margot en Dune.
Léa Seydoux es Lady Margot en Dune.

Dune y el poder de la sangre

Las casas aristocráticas son el epicentro de Dune. En esa cuestión, suele subestimarse un pequeño diálogo de Paul en pleno frenesí digno de Abderramán I por ser el superviviente de su linaje. La doctora Liet Kynes (en el libro original era un personaje masculino, pero es una viuda fremen en la versión de Villeneuve) menciona a Jessica y Paul la existencia de una hija soltera del emperador. Con la traición ejecutada contra su valeroso padre y la sucesión de purgas (donde se inmolará Duncan Idaho, la heroica primera espada de los Atreides, interpretada con aires de samurái por Jason Momoa) totalmente frescas, Paul admite no sentirse incómodo ante la idea de convertirse en el esposo de la princesa.

Una hábil proyección desde el punto de vista político, pero realmente nada heroica. En esos momentos podría haber fallecido incluso Gurney Halleck, caracterizado por Josh Brolin, su maestro de armas y uno de sus confidentes. Nada de eso aleja al futuro Muad`Ib de las verdaderas esferas de poder. Como si fuera un galáctico Lawrence de Arabia, en su reencuentro con Halleck, el veterano maestro de espadas de la Casa Atreides reconocerá que no le han gustado las historias que se cuentan en las arenas sobre el nuevo caudillo que tienen los fremen.

Aunque pueda sonar a Herejes de Dune, puede afirmarse que el celuloide enriquece aquí incluso a la célebre primera parte, puesto que podemos ver de primera mano las maquinaciones de Jessica, quien está dispuesta a dar la vuelta al tablero contra las propias Bene Gesserit en aras a ayudar a su hijo a convertirse en una especie de Alejandro Magno ungido por Zeus.

Unas líneas dinásticas donde Chani se cruza en el camino, tornándose en un elemento que podría alterar el curso de la profecía… o confirmarla por completo.

Rebecca Ferguson es Lady Jessica en Dune.
Rebecca Ferguson es Lady Jessica en Dune.

Pasión

“Esa rabia que siente es tremenda. No quiero revelar lo que voy a hacer con ella en la tercera película”. El director canadiense estaba pletórico tras superar dos rodajes sumamente complejos, salpicados de coronavirus y una huelga de guionistas con pocos precedentes en la industria. Entre muchos otros puntos fuertes para querer proseguir con la saga, estaba la cuestión de la transformación del personaje de Zendaya, en esta ocasión la encargada de cerrar el tercer acto de una epopeya espacial.

En varias ocasiones, Villeneuve ha admitido que Chani es el arma secreta en el corazón de Dune. En muchos sentidos, la indómita fremen se convierte en la advertencia de que no hemos asistido precisamente a un final feliz que nos pueda hacer sentirnos cómodos ante la gran pantalla. Incluso guerreros indómitos como Halleck terminan abrazando la metamorfosis de Paul en aras a que eso le ha permitido su sangrienta venganza contra Glossu Rabban Harkonnen (Dave Batista).

El mesías de Dune orbita alrededor de todo el asunto y podría ser una tercera entrega, si se diera el complicado rodaje de un producto de estas características, donde el equipo cinematográfico intentará ser fiel a la esencia, pero alejándose de la obra original de Frank Herbert. Puede que la Zendaya que veamos en esa hipotética secuela acabe desligando completamente sus caminos del corpus canónicode los gusanos de arena.

Dentro de la explosión de fanatismo que desatan con habilidad Jessica y Paul, únicamente hay alguien que no se arrodilla para abrazar el dulce cautiverio: Chani queda ahí tornada en un icono todavía mayor de la ciencia ficción al permanecer aislada y firme ante la fiebre mesiánica que va a azotar a muchos planetas. Básicamente, siguiendo la fabulosa narración de Herbert, Villeneuve ha querido poner la perspectiva de Chani al fin.

Chani.
Chani.

Esto es solo el principio

Con una agradable sonrisa, la Chani de Zendaya daba así la bienvenida a Paul en el largo camino que le llevará a ser uno de los suyos. Junto a Stilgar, será su principal adiestradora, quedando esta primera toma de contacto como el cierre de la primera entrega de Villeneuve. Ahora, incluso la épica segunda entrega, tal vez apenamos estemos arañando la superficie.

Por motivos de continuidad, el cineasta canadiense tuvo que afrontar la pérdida de talentos como el de Oscar Isaac o Momoa. Asimismo, su apuesta por dar la hegemonía a las fascinantes Bene Gesserit le hizo tener que prescindir de Thufir Hawat, personificado en el talentoso Stephen McKinley Henderson, una de las mejores aportaciones en la provocadora Civil War (2024). Que el edificio sobreviva a todo ello y siga creciendo habla del trabajo realizado en la continuación.

El universo de Herbert cada vez se enriquece más con nuestro presente. El hecho de que sea un futuro lejano donde la humanidad ha renunciado por propia voluntad a las máquinas inteligentes refleja problemas actuales, mientras que la brevísima irrupción de Alia Atreides (una Anya Taylor-Joy que está irrumpiendo con fuerza en las grandes sagas de la ciencia ficción) promete una dinastía poderosa e inquietante.

Un marco donde las dudas razonables y valerosas de Chani, cual arsenal de las grandes familias enterrado en las dunas, podrían ser la llave del éxito de los futuros trabajos de Villeneuve. Zendaya ha seguido las huellas para ser la que no se arrodilla.