‘Castillo de arena’, de Frederick Peeters y Oscar Levy: todo lo que debería haber sido ‘Tiempo’, de Shyamalan

La idea original de Castillo de Arena viene de la colaboración entre Frederick Peeters y el cineasta francés Pierre Oscar Lévy. Pero sería en 2021 cuando por fin, con la idea en manos de Mr. Shyamalan, la historia llegaría a la gran pantalla. La película en cuestión es Old (Tiempo) y, en líneas generales, se podría decir que toma casi escena por el escena el cómic y lo traslada a lo audiovisual. Sin embargo, la sensación que deja la película respecto al cómic es un poco diferente.

Portada de Castillo de Arena.
Portada de Castillo de Arena.

Para situarnos, Frederick Peeters es un autor de novela gráfica suizo y actualmente es uno de los nombres más relevantes dentro del cómic europeo. Cuenta con títulos como Píldoras azules (2002), obra con la que se dio a conocer y que fue premiada con el Toffer de la villa de Ginebra, o Dándole Vueltas, ambas traídas por Astiberri, al igual que Castillo de Arena.

Castillo de Arena, obra en la que comparte autoría con Pierre Oscar Lévy, se publicó en 2013, y se combina en ella lo mejor de la obra de Peeters. Desde la crítica social, la fantasía-ciencia ficción, el drama, la agilidad narrativa, los momentos reflexivos y misterio de principio a fin.

Castillo de arena: Un cuento oscuro

¿Qué es Castillo de arena? En sus propias palabras: “un relato de Bradbury con un tono muy social y un lado oscuro” y lo cierto es que esto condensa bastante bien toda la obra. Entre la ciencia ficción y la fantasía como decíamos, con un tono oscuro y perturbador, pero también con un enfoque reflexivo. Es imposible no replantearse ciertas cosas a media que avanza la historia y uno descubre lo que está sucediendo.

Todo comienza con un muerto: un grupo de personas se encuentran un cuerpo en la playa y a partir de ese momento tratan de averiguar quién de los presentes ha podido ser el culpable. Se señala muy rápido al posible autor del crimen y las razones también parecen ser evidentes. La discriminación en un grupo tan pequeño de personas y en un espacio limitado sale a flote de una manera más rápida de la que podría parecer.

Esta situación es el pistoletazo de salida de todo el drama y lo que nos despista en un principio de lo que está sucediendo en realidad. Mientras todo el mundo se centra en sus propios asuntos o en el misterio del crimen tratando de averiguar qué hacer, algo está pasando. Y ese algo que pasa es el tiempo. Elemental, sencillo y evidente. Sin embargo, la diferencia es que pasa más rápido de lo normal, mucho más rápido. Un año equivaldría aproximadamente a una media hora, puede que menos.

Los niños crecen, y los ancianos envejecen y, como todo ciclo vital, hay quienes llegan al fin y hay quienes recién lo comienzan. El descubrimiento de la muerte, del sexo, de la velocidad vital, todo pasa a la vez y todo eso también provoca reacciones extremas, actitudes erráticas, ataques discriminatorios. Lo mejor y lo peor en apenas un día, toda la vida en apenas un día.

Castillo de Arena.
Castillo de Arena.

Castillo de arena: Crítica social y ciclos vitales

Tenemos condensado en un relato que corre rápido, muy acorde al ritmo requerido, todo el discurrir de la vida. Este contexto, tan apretado, provoca las reflexiones, las intenciones, los deseos y los miedos, todos muy juntitos, que uno puede experimentar a lo largo de años, décadas quizá. El ritmo vital que apremia, el tiempo que no da tregua. De ahí que sea una situación perfecta para que los autores puedan sacar a relucir aquello a lo que la gente dedica su tiempo, que en este caso es un bien tan preciado.

Mientras la muerte acecha peligrosamente hay quienes se dedican a vigilar a otros con sospechas infundadas, hay quienes se lamentan de su realidad, hay quienes quieren tratar de parar la situación como sea. Pero la playa no lo permite. Sea donde sea que están, un lugar un poco indefinido y sin límites claros, es lo que hay. Y en esa realidad, que es la única que tienen, eso es lo que hacen. Aunque también es cierto que hay quienes aprovechan, con todo el ímpetu de la juventud, precisamente los pocos minutos de esa juventud.

Lo bueno es que todo esto lo mete dentro de una trama muy ágil, por la que uno pasa sin pegas, sin tropezones ni pausas. Se puede leer casi de un tirón, y en esta agilidad y velocidad, que va muy de la mano con el tema que trata, encontramos todas esas críticas y señalamientos respecto al funcionamiento de la sociedad.

En cuanto a la brevedad, casi que podría funcionar como una especie aforismo, como las historias breves que dejan eco y con una gran potencia simbólica. En una narración donde todo está tan apretado el símbolo resalta: el castillo de arena, los niños, un día convertido en toda una vida, el mar como barrera; todo significa más de lo que significa en primera instancia y Peeters y Lévy saben cómo utilizarlo.

Castillo de Arena.
Castillo de Arena.

El mundo no se para

Frenar el tiempo. Quién pudiera. Sin duda, reducir toda la vida a un solo día, así, de forma casi natural, acelerando el tiempo, da mucho juego. Y también, cuando se mira con perspectiva, un poco de miedito.

Y es que, por más que uno quiera, el mundo no se para. La tierra sigue girando aunque haya quien pretenda ignorarlo.  

También es cierto que este escenario, en contraposición con lo anterior, subraya el poder de la conexión, del disfrute, de la historia humana y de la literatura con ese cuento que se narra junto al fuego.

Casi desde el principio la soledad amenaza casi tanto como la muerte y se busca por momentos como ahuyentarla. El miedo a la pérdida de los otros, el que no haya ningún otro, la desaparición de lo que se ama. Todo eso está ahí y es lo que permite, en muchos casos, que aparezca lo peor y lo mejor de lo humano, contrapuesto, pero junto.

Castillo de Arena.
Castillo de Arena.

Al final todo se reduce a ese ciclo que inicia igual que termina, con el castillo de arena que hacen los niños, niños diferentes pero niños iguales. Un castillo de arena que se desmorona, que vive amenazado por la marea y que dura lo mismo que duran los cerezos en flor. Abril es el mes más cruel de todos escribía Eliot, porque al final nos engaña, el ciclo se reinicia, parece que dura para siempre la floración y sin embargo todo se reduce a unos pocos días, como un castillo de arena amenazado por la marea.