Antonio Gades, leyenda de la danza. ¿Cuándo valoraremos su legado?
El Teatro Real de Madrid acaba de inaugurar su temporada de danza con Fuego, un espectáculo de ballet inspirado en El amor brujo, clásico de Manuel de Falla, adaptado por el bailarín y coreógrafo Antonio Gades en 1989. 25 años después de su estreno en el parisino Teatro de Châtelet, se ha representado en el Teatro Real durante los días 22, 23 y 24 de este mes, una de las pocas veces que lo ha hecho en España, y de nuevo, de forma efímera.
Con motivo de este espectáculo, recordamos la figura de uno de los bailarines más importantes de nuestra historia: Antonio Gades, que aún no ocupa el lugar que merece aquí, en su tierra, país que le inspiró y que exportó mejor que nadie. ¿Cuándo comenzaremos a apreciar la obra de Gades?
Fuego, de Antonio Gades
Parece ser que la inspiración para crear las mejores obras llega en los momentos más convulsos e inestables. Al menos, eso es lo que le ocurrió a Antonio Gades con la obra Fuego, inspirado por el clásico El amor brujo. Esta obra le llegó a Gades tras su ruptura con Pepa Flores (Marisol), la muerte de su padre y el asesinato de su hermano, que murió de la misma forma que “Carmelo”, protagonista de la obra.
Fuego es un homenaje a las relaciones de amor, cariño y complicidad que se establecen entre las mujeres. También es una oda a la esencia de Andalucía, a su magia y tradiciones. Una obra atemporal de ritmo trepidante, palmas y zapateados encendidos, que nos cuenta de forma descarnada una historia de amor, muerte, celos y violencia en la que, además, los espectros inundan la escena creando un ambiente fantasmal. Todo está cargado del simbolismo y de toda esa estética tan personal de Antonio Gades, el gran bailarín y coreógrafo.
El embrujo y duende de Antonio Gades
La danza española le debe muchas alegrías a Antonio Gades, aunque a este país le está costando mucho devolvérselas. Si no fuera por la fundación privada Antonio Gades, a la que pertenecen miembros de la familia del bailarín, su legado no se mantendría. Las instituciones permanecen en deuda con este artista, mucho más respetado, valorado y querido en Francia o Italia, países en los que pudo crecer como bailarín y en los que su obra tiene mejor acogida.
Antonio Gades fue el encargado de hacer la danza española universal y exportable a cualquier lugar del mundo, sin dejar de ser fiel a los orígenes del flamenco. Su gran capacidad expresiva comunicaba sin palabras historias tan nuestras como Fuenteovejuna de Lope de Vega; Bodas de sangre de Federico García Lorca o la inolvidable Carmen.
Gades es una leyenda del baile, referencia incontestable de la danza y el teatro europeo del siglo XX. Fue un estudioso de la danza, trabajador incansable, activista, comunista declarado y, sobre todo, castrista. Su amor por La Habana le llevó a pasar largas temporadas en Cuba.
Inquieto e intelectual, trató de mostrar a través del baile las raíces de la cultura española, de representar nuestra herencia cultural, la culta y también la más popular. Fue uno de los grandes artistas que han contribuido a hacer del flamenco un arte dramático universal. Y nadie le regaló nada. Trabajó desde muy joven como botones de un hotel, como linotipista en el diario ABC y en también como miembro de un cabaret. donde su maestra, Pilar López, se lo encontró y lo “fichó” para su cuerpo de baile.
Su estilo inconfundible no ha desaparecido, ya que su legado estilístico y coreográfico se mantiene en nuevas generaciones de bailarines y bailarinas gracias a la labor que desarrolla la Fundación Antonio Gades, sin la que, posiblemente, como decíamos, gran parte de su legado se hubiera perdido.
Antonio Gades y Carlos Saura, un tándem irrepetible
El coreógrafo y bailarín Antonio Gades y el cineasta Carlos Saura se conocieron en 1981 y, desde entonces, dieron a luz una serie de colaboraciones que unirían las obras de ballet de Gades con el cine de Saura. De esa estrecha colaboración surgió la trilogía (1981-1990) formada por Bodas de sangre (1981), Carmen (1983), y El amor brujo (1986), esta última película de Saura unida al ballet Fuego. Estas tres piezas de danza y películas significaron un enorme éxito y fueron el vehículo para hacer llegar el flamenco a todo el mundo. Estados Unidos, Japón, Rusia, Alemania, Hong-Kong, Turquía, Suiza…
La unión de uno de los mejores directores de este país, Carlos Saura, y uno de los más grandes bailarines y coreógrafos, Antonio Gades, consiguió aunar en esta trilogía lo mejor del cine y la danza para encumbrar aún más estas obras y hacerlas reconocibles fuera de nuestras fronteras.
Los últimos años de Antonio Gades
La última obra de Gades fue la adaptación del clásico de Lope de Vega Fuenteovejuna. Antes de eso, tras diferentes rupturas sentimentales, entre ellas, con la también bailarina y coreógrafa Cristina Hoyos y con Pepa Flores (Marisol), con quien tuvo tres hijas, estuvo retirado durante años cultivando una de sus mayores pasiones: navegar. “Con la vida y la mar hay que saber quererlas, acariciarlas, sentirte parte de ellas, pero siempre tratándolas con respeto”, decía el bailarín. En 1992 cruzó el Atlántico, desde Altea (Alicante) hasta La Habana, su última gran travesía en velero.
Antonio Gades murió en 2004 a los 67 años de edad debido a un cáncer que padecía desde hacía tres años. Le quedó un sueño pendiente: dedicarse a formar a las nuevas generaciones de bailarines. Labor formativa que la fundación que lleva su nombre está retomando con espectáculos divulgativos.
Gades recibió una importante cantidad de premios y reconocimientos, entre los que destacan el Premio nacional de danza del Ministerio de Cultura (1988); los Premios Max a mejor coreógrafo por Fuenteovejuna en 1998 y como mejor bailarín por Carmen en el mismo año, además de ser Premio Nacional de Teatro en tres ocasiones. Sin embargo, su obra raramente pisa los escenarios españoles, y si lo hace, ocupa muy pocos días de función.
Acércate a la obra de Antonio Gades y disfruta del arte de uno de los más grandes bailarines y coreógrafos de la historia. Un trabajador infatigable de la cultura que no deberíamos olvidar. El gran genio de la danza. El proletario de la cultura, el guardián de la danza española.